Capítulo n°19: "Una verdad a medias"

Brayden.

Después de revisar, firmar y agregar algunos cambios camino con los documentos entre las manos. Los colocó sobre el escritorio de Lorena porque está ocupada hablando por teléfono.

Sigo en dirección a la oficina de Christopher, golpeo la puerta dos veces hasta escuchar la afirmación que puedo pasar tampoco quiero que piense mal de mí.

- ¡Pasa! – su voz apagada me invita a entrar.

El humo inunda todo el lugar, lo veo apoyado en la ventana con un abanó entre sus dedos con mucha cautela voy acercándome.

-Christopher – digo girando medio cuerpo. – Sí ya te encuentras mejor ¿Podemos hablar?

- ¿Cuál es tú interés respeto a lo que me pasa? – sigue en la misma posición.

-Necesito saber que pasa – suelto el cuerpo en el sillón – me parece totalmente raro que le grites a tú hija cuando la amas más que a tu propia vida ¿verdad?

-Sí tienes razón, pero no puedes hacer nada al respeto. Mi enojo no es con ella, ni para nadie. Solo estoy un

poco alterado.

- ¿Por qué te empeñas en mentir? – replico e insisto con lo mismo.

-Tú no tiene ni la menor idea en que estoy metido – mete el abanó en su boca soltando el humo.

-Estoy metido en esto desde que me buscaste para casarme con tú hija ¿Ya lo olvidaste?

-No he olvidado nada – vuelve a acomodarse en su escritorio – además la ruina te pisaba los talones así que no te hagas el santo.

-Tampoco he dicho que lo soy – cruzo mis dedos – escondes demasiados secretos Christopher Michelin, ¿Ya pensaste lo que va a pasar si Minufer se entera de todo?

-Me va a odiar para toda su vida al igual que tú – su expresión cala mis huesos – estamos en el mismo barco

decidimos correr el riesgo desde que le mentí por primera vez.

-Soy consciente de mis acciones – me levanto para retirarme ya que no he logrado nada solo confirmar las sospechas y aumentar las intrigas que tengo.

-Espera – eleva su voz furiosa - ¿Tienes algo que hacer?

-No ¿Por qué?

-Vamos a almorzar quiero que veas algo.

Saca de un cajón un sobre marrón caminando detrás mío. Las secretarias se tensan al vernos salir juntos, no

preguntan nada y nos ven pasar evitando decir algo. Vaya que inspira miedo este hombre.

Se adelanta para llegar al ascensor, tardamos cinco minutos en estar en la planta baja, sus pasos son firmes y

tienen prisa. El auto ya está estacionado en la salida, el guardia me cede las llaves metiéndome en el asiento del conductor, enciendo el motor cuando sube mi adorado suegro.

La tensión es palpable entre nosotros, el silencio nos envuelve hasta arribar al restaurante. Salimos sin

dirigirnos la palabra, presiono el candado para poner la alarma al auto.

La vibración del celular me detiene a ver su pantalla. Es una llamada de Florencia la desvió a buzón de voz. Ahora no puedo responderle porque Christopher va a sospechar. No tan solo él esconde secretos espero que no sea un problema en el futuro. Lo dejo en donde estaba y continúo avanzando.

El encargado del lugar nos da la bienvenida. Mi acompañante ya se encuentra en la mesa tomando una copa de vino. No creo que le pase su molestia bebiendo toda la botella. Moviendo la cabeza negativamente llego a la mesa, jalo la silla y sentándome fija sus ojos en mi persona.

-Ve esto y te aseguro que entenderás los motivos de porque estoy tan molesto, aunque el mundo no es culpable.

Agarro el sobre, siendo sincero estoy muy ansioso por revelar el contenido. Lentamente introduzco mi mano

dentro también le hecho un ojo. Viendo muchas fotos cuando digo “muchas” es que son muchísimas. Desparramo en la mesa, la mujer que aparece en las imágenes es Minufer.

Son tomadas en diferentes lugares como si la vigilaran todo el día. Saliendo de la empresa, en otras esta con Luz y conmigo. Aflojo un poco la corbata porque la ira empieza a recorrer mis venas, aprieto fuerte los puños golpeando la mesa saltando todo en ella, y llamando la atención de las personas que me observan como un loco.

-Lee la nota – insiste Christopher impaciente sin dejar de beber.

Volteo el sobre hacia abajo cayendo un pedazo de papel encima de las fotos.

Señor Michelin: estoy de vuelta y le aseguro que recuperare el amor de Minufer. Su amor siempre

me ha pertenecido y usted me lo arrebato. Le juro por mi vida que va a pagar por todo lo que has hecho.

- ¿Qué significa esto? – tiro la nota en sus manos.

-Muchas cosas – sirve en su copa el último poco que hay en la botella. – Hace cinco años tuvimos un accidente. Ella se llevó la peor parte – traga todo – estuvo internada mucho tiempo y al despertar no sabía ni quien era.

- ¿Cuál es la relación con este tipo? – me desespera lentitud al hablar.

-Él era su novio al cual no recuerda porque sufrió una fuerte contusión en la cabeza. Quedo en coma como un mes, tal vez menos, pero al reaccionar ni siquiera podía recordar su nombre.

-Pero ¿Cómo le ocultaste su existencia si él estaba vivo? – hay muchas cosas que no me cuadran.

-Lo obligue a irse – el mozo trae otra botella – él nunca fue santo de mi devoción. Lo aceptaba para no pelear

con ella. Sin embargo, su fantasma siempre me ha perseguido.

-Ella… - mis palabras se atoran en la garganta que debo tomar agua – con razón, ahora entiendo todo.

Entiendo cuando dijo que no había tenido novio, que nadie la había tratado tan bien como yo. Tomo mi cabeza entre las manos queriendo arrancarme el pelo de un tirón. Es mucha información que ella no lo soportaría, la desbastaría por completo.

-Ese tipo ha regresado para recuperarla, las fotos son prueba de ello. Tienes que protegerla por eso quería

que se casaran lo más rápido posible.

-Sí, pero un casamiento no resuelve nada. Ella se confundirá más al enterarse la verdad.

-Ella no va a saber nunca la verdad – otra vez toma de su copa – eso te lo puedo asegurar con mi vida.

- ¡Ella no soportaría tantas mentiras! – exclamo gritando. – Debes contarle todo de una vez o lo hará ese

idiota que la va a destrozar.

-No voy a discutir contigo que es bueno o no para mi hija – sus ojos están inyectados de sangre – ¡Hay algo más!

- ¿Qué? – y ahora que va a decirme.

-El accidente que tuviste no fue casualidad, él – señala las fotos – corto los frenos de tu automóvil. Querían sacarte de su camino, casi lo logra.

-Es un maldito imbécil – tengo que lidiar con su pasado que él provoco por ser tan ignorante.

No queriendo ver la felicidad de su hija ahora tendrá que luchar con sus propias mentiras.

-Si hay que cuidarse de él – se levanta yendo al baño.

Hago la misma operación, bebiendo todo el líquido de mi copa inflando mis mejillas, saboreando y tragando

lentamente. Una, dos, tres y hasta cuatro copas seguidas sin detenerme a pensar. Solo quiero su felicidad, pero no sé qué lugar voy a ocupar cuando sepa que existe alguien en su vida, que viene del pasado a recuperarla.

Mi vista comienza a nublarse, apretó mis ojos con los dedos en el puente de la nariz. Respiro profundo para volver a despegar mis parpados, ahora veo estrellitas de tanto alcohol en la sangre. Una luz se trasluce en mi bolsillo con cierta dificultad lo saco viendo el nombre de Max.

-Brayden debes venir a mi casa – bebo agua – para comer. Minufer ya viene para acá.

-En un rato voy para allá.

Y cuelgo para disimular mi amargura, angustia mezclada con tristeza y no exaltarme. Christopher no vuelve así que de inmediato me retiro a hacia el auto. Los mareos aparecen sosteniéndome de la silla cuando voy hacia la salida. Las personas que se encuentran en la puerta me obligan a sonreírle cuando saludan amablemente.

Quito la alarma, tambaleando doy la vuelta para treparme en el auto, antes de unirme al trafico intento controlar mi carácter después de tantas noticias. Como puede haber personas así en la vida.

¡Tú eres uno de ellos! Sabes lo que va a pasar con Minufer al saber de la verdad.

Que ironía porque yo también formo parte de ese hombre que quiere a toda costa evitar que sea a feliz.

Me odiaría para siempre. Hablo conmigo mismo tirado sobre el volante. Es tanta la rabia que me consume, no

conocía el amor hasta que se cruzó en mi camino y sin saberlo se ganó mi corazón que voy a morir al perderla por culpa de las mentiras.

El motor arranca para ir directo a casa de Max. Las palabras de Christopher se reproducen en mi mente, no me dejan en paz. Deteniéndome en el semáforo medito mis acciones con ella, no merece vivir en una mentira, los bocinazos me sacan de mi ensimismamiento porque debo avanzar, algunos largan insultos al pasar. Estoy preocupado por la mujer que amo, que el resto no me importa.

Me detengo en una farmacia a comprar analgésicos para el dolor de cabeza. Las puntadas son insoportables eso fue por darle tantas vueltas a la situación pensando en una solución, que la única seria decir la verdad. Es tan testarudo ese hombre que prefiere perder el amor de su hija que admitir su equivocación.

Rápidamente regreso al auto que espera con las balizas encendidas, conduzco a mi destino ya marcado desde que salí del restaurante. Colocó en la acera del frente al auto porque no hay lugar vacío cerca del edificio. Quitándome el saco me encamino a subir por las escaleras, aparentemente el elevador esta averiado, salto cada escalón precipitadamente. Cuando estoy en la puerta número trece me detengo para tomar aire, llamo y el que sale a recibirme es Max con una espátula en la mano.

-Y mi amigo ¿Dónde lo dejaste? – preguntó irónicamente sorprendido con su imagen lleno de harina.

-Soy yo, solo que debo obedecer a la jefa – se encoge de hombros sonriendo.

-Ya lo veo – lo abrazo entrando - ¿Qué hiciste con mi antiguo amigo? – Luz sale de la cocina con el delantal

puesto.

-Nada – hace un breve pausa probando algo de la cuchara. – Estaba ayudándome a cocinar – no evito reírme a

carcajadas.

Les contagio las ganas de reír que ellos también se unen a la divertida charla.

- ¿Quieres un brandy?

Max me lleva a la sala, sirve dos vasos con brandy y el timbre le impide tomar el primer trago por ir a abrir la

puerta.

Es Minufer, sus voces se oyen, pero no presto atención de lo que hablan. El solo verla que avanza se remueven muchas cosas dentro de mí. Sus ojos parecen estar perdidos, su cara pálida y a penas sonríe. Se acomoda a mi lado, sin embargo, su cabeza sigue en otro lado.

Los tres nos reímos de la broma sin sentido de Max, menos ella.

- ¡Amor mío! – le susurro al odio. – Estas pálida ¿Qué ocurre?

-Nada – aunque sé que le pasa algo – voy al baño, ya vengo.

Al pararse se tambalea sosteniéndose de la silla.

-Minufer – digo al tomarla en mis brazos – llama a la ambulancia – le grito a Luz que corre muy asustada.

La sostengo para acomodarla en el sillón, sus ojos se entren cierran poco a poco. La ambulancia demora demasiado en llegar.

- ¡Brayden! – me quedo a su lado besando su frente.

De repente sus ojos ya no se abren, pierde el conocimiento cuando los paramédicos la revisan en la sala. Camino de un lado a otro para calmar mi ansiedad, la desesperación es mi enemiga y pienso lo peor hasta que indago lo que le sucedió.

- ¿Cómo se encuentra mi novia? – la ponen en la camilla llevándosela.

-Está bien solo fue la presión por el estrés y emociones fuertes.

-Gracias.

Voy detrás de ellos más aliviado al saber que nada malo le podría pasar. Aunque no soy muy devoto debo rezar por su bien estar.

Me dan fobia ir seguido a los hospitales sobre todo después de lo que paso conmigo. Y ese idiota fue el culpable de casi morir en ese accidente cortando los frenos.

Manejo a toda prisa detrás de la ambulancia.

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