La Historia De Él (Contado Desde Otra Perspectiva)
Niccolò Grimaldi Rossi es un importante empresario italiano enfocado en el área hotelera, recientemente hizo tratos comerciales con el empresario mexicano Edgar Reynosa dueño de una gran cadena de restaurantes en México y California a quien conoció gracias a su amiga Melissa Reynosa (hija del magnate mexicano).
Han pasado 5 años desde la última vez que la vió en Londres, cuando ella empezaba a trabajar en BURBERRY y él... bueno él tenía una aventura con una modelo de dicha marca y empezaba a tomar las riendas del negocio familiar.
El italiano es conocido en el mundo empresarial por el gran legado que le precede, pero en el mundo de la farándula es toda una celebridad.
Y no es para menos ya que su excéntrico estilo de vida, su galanura y el hecho de que nunca se le ha conocido una relación formal, han hecho de él una de las portadas de GQ (Gentlemen’s Quarterly).
De hecho los rumores dicen que ninguna chica pasa más de una noche con él y aún que el apuesto Niccolò las trata como princesas llenándolas de lujos y regalos; tiene ciertas reglas que sin excepción tienen que cumplirse al pie de la letra, provocando que más de una de media vuelta y se retire con el corazón intacto y las ilusiones totalmente destrozadas.
Y aquí está... En México, frente a un edificio muy sofisticado de la CDMX, por lo poco que le ha contado su nuevo socio comercial; sabe que hay un edificio como éste en cada estado del país y por el momento 2 en California lo que los hace un total de 34 sucursales, un número bastante alto que se refleja en las ganancias y ha posicionado al señor Edgar Reynosa cómo el empresario número 1 del país, además de incluir un artículo completo sobre él y su proyecto en Forbes una de las revistas empresariales más importantes.
A pesar de ser un proyecto muy costoso también es muy innovador y muy satisfactorio, una gran experiencia para todo aquel que haya puesto un pie adentro, por tal motivo Niccolò decidió asociarse con él y hacer una fusión del proyecto restaurantero con su proyecto hotelero, acto que beneficia en gran manera a ambas partes, al mexicano porque es una oportunidad de expandir el proyecto globalmente y al italiano porque éste proyecto eliminaría a toda la competencia, posicionándolo cómo el número uno en el área hotelera.
—Bueno ya estoy aquí — suspira el italiano mientras acomoda discretamente su saco que está en perfecta posición desde que se lo puso, ese era un acto involuntario que tenía cuando se sentía intimidado, algo así como un tic nervioso, pero sabía que tenía que dar la cara no sólo por él sino por todo su legado.
Subió escalón tras escalón sintiéndose extrañamente nervioso, algo que nunca le había pasado, al menos no cuando hacía negocios, no al imponente y seguro de sí mismo Niccolò Grimaldi
Estaba a punto de entrar a la recepción cuando recibió una llamada de su socio ofreciendo interminables disculpas por haber salido de imprevisto, fue una emergencia familiar y no tuvo tiempo de llamarlo para posponer la cita...
—Señor Grimaldi lamento mucho el inconveniente y no poder atenderlo como es debido, pero la situación está totalmente fuera de mis manos, por favor acepte mis más sinceras disculpas y permita que lo atienda personalmente mi mano derecha, ésta persona es de mi entera confianza, está totalmente capacitada para la toma de decisiones y conoce al pie de la letra cada parte del proyecto, sé que van a hacer un excelente trabajo en mi ausencia, la secretaria ya está enterada de su llegada y probablemente en éste momento tenga lista su oficina— dijo El señor Reynosa muy apenado por la situación.
—Está bien no se preocupe, me hubiera gustado más tratar directamente con el Director pero entiendo que hay situaciones que no podemos controlar, espero que se solucione pronto la emergencia, ahora voy a reunirme con el subdirector que ya está esperando sí entendí bien sus palabras, que tenga buen día—
—Le agradezco mucho la comprensión señor Grimaldi, ya hablé con la recepcionista para que le permita el paso y le entregue las llaves de su nueva oficina, la cual está en el último piso y Linda mi secretaria personal ya debe haber terminado los arreglos.
Buen día —
Y así fue... Niccolò subió hasta el décimo piso en dónde de encontraba el área administrativa y su nueva oficina.
Había varias puertas con nombres pero la que tenía el suyo se encontraba totalmente abierta, a éstas alturas Niccolò estaba totalmente relajado ya que no vería al gran magnate mexicano pero cuando entró a su oficina ¡vaya sorpresa se llevó!
— *Pero qué hermosa es la secretaria que tiene Edgar, por lo visto aún no termina de alistar mi oficina, es un poco lenta pero se lo pasaré por lo hermosa que está, ¿cómo me dijo Edgar que se llama? Linda si no mal recuerdo, ¡caray pero si hasta el nombre le queda bien!* — Hablaba y hablaba en su mente y cuando por fin se decidió a hablarle se llevó la experiencia más dramática de su vida.
—Ciao meraviglia— Dijo el apuesto y sensual Niccolò con su típica sonrisa seductora mientras entraba en la oficina que le habían asignado, ya que en ésta se encontraba la chica más hermosa que habían visto sus ojos *Me recuerda a alguien pero no, es imposible, una belleza de éste tipo no la olvidaría jamás*
—¡Hay no! otro baboso con complejo de playboy!— dijo la chica que apenas lo miró siguió acomodando los documentos sobre el escritorio.
—¿Disculpa? ¡Pero quién rayos crees que eres! ¡Cómo te atreves!— * lo de baboso lo acepto pero que una chiquilla malcriada me venga a decir que estoy acomplejado con mi estatus no sé lo permito, hay una larga lista de chicas que corroboran mi posición y por lo visto ésta niña será una más para añadir a la colección.*
—En tus sueños— Dijo ella
—¿Eh?— *¡Qué ¿ahora me va a decir que leé la mente? si cómo no!*
—No leo mentes pero si los pantalones— Contestó seguida de estrenduosas carcajadas.
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