MASAJE

Al siguiente día Sandra estaba trabajando, sus clientes dependen de ella para mantener al día sus páginas web.

Elias apareció diciendole que estaba trabajando mucho, le puso una mano en el hombro para darle un suave masaje.

Una vocecita le advertía que Elias nunca hacía nada sin un propósito y hasta que estuviera segura de cuál era ese propósito no debería aceptar nada de él.

Debería apartarse, pero el

roce de su mano era tan agradable para sus doloridos músculos que lo dejó.

ELIAS: ¿Te sientes mejor?

Sandractembló cuando tocó el broche del brasier por encima de la blusa.

SANDRA: si gracias, estoy bien.

ELIAS: me Imagino que te duele todo después del paseo .

ELIAS: hay una piscina si quieres puedes usarla

De nuevo, su natural precaución le advertía que le dijera que no, pero la idea de meterse en una piscina era tan tentadora.

SANDRA: no yo..

ELIAS: hay un vestidor al lado de la piscina. Mi madre guarda allí vestidos de baño y todo lo que un invitado pueda necesitar. Venga, no te quedan excusas.

Aquello era un error pero ella fue y, mientras buscaba un vestidodebaño, Sandra pensaba que Cada minuto que pasaba con Elias le quitaba otra capa de defensa. Se parecía tanto a Cristian y, sin embargo, eran tan diferentes.

Ella fue al vestidor y se cambio, luego se metió a la piscina con un vestido de baño de dos piezas.

Ella sonriendo, abrió los ojos y solo entonces se dio cuenta de que no estaba sola. Porque al otro lado de la piscina estaba Elias, este le sonreía.

Sandra lo miró con rabia y le dijo:

SANDRA: porque organizarme una fiesta? ¿Para qué tus amistades mi humillen? Sabes muy bien que no encajo ni siquiera aquí contigo.

ELÍAS: tranquila que eso no va a pasar! Ya olvida lo que pasó.

SANDRA: si como si fuera tan fácil.

A Elías ver a Sandra con ese vestido de baño se le imaginaba muchas cosas.

ELÍAS: ¿Quieres una cerveza? Solo tienes que pedirla.

SANDRA: no, muchas gracias así estoy bien para disfrutar del agua.

ELÍAS: esta piscina la construí para mi madre,

pero ella nunca la uso.

¿Qué tal Lían después del paseo? ¿Lo ha pasado bien?

SANDRA: no habla de otra cosa que de eso y del perro que le dijiste.

Elías mira a Sandra, ella no sabía, pero sus pezones eran visibles bajo el vestido de baño

Elías tuvo que apartar la mirada, aunque la erección debía notarse.

Él se acordó del beso en el carro y como lo dejo con aquella gran erección, y ahora estaba allí con ese sexi vestido de baño, pero ahora no era la novia de su hermano Cristian, pero seguía sin estar a su alcance y la ironía lo volvía loco.

Él tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no acercarse a ella, besarla y hacerla suya en la piscina.

SANDRA: has ganado esta vez Elías, Lían no me

dejará en paz hasta que tenga un perro, pero te lo advierto! Si vuelves a hacer algo así sin preguntarme antes…

ELÍAS: no te preocupes, he aprendido la lección.

Él la miró tan sensual, pero sabía que no podía hacer nada, pero estaba deseando tocarla y no hacerlo era insoportable.

ELIAS: no hemos terminado con el masaje!

Sandra abrió los labios para responderle, pero no dijo nada mientras él se acercaba para seguir dándole un masaje en los hombros.

Cuándo hizo presión con los pulgares en la base del cuello ella soltó un suspiro. Era pequeña y aparentemente frágil, pero Elías sabía que Sandra no era una mujer con la que se pudiera jugar, y debería recordarlo si iban a compartir casa.

El masaje para Sandra se había convertido en algo cálido y sensual, Casi había olvidado cómo era el roce de las manos de un hombre.

Elías provocó en ella un deseo inesperado, estaba perdiendo el control y no podía hacer nada para

evitarlo.

Debería decir algo, pensó hablar sobre cualquier cosa. Pero su mente no parecía obedecerla y Elías tampoco decía nada.

Sus pezones se contrajeron y pensó:

¿Cómo sería volver a sentir las manos de Jordan apretando sus pechos? Ella quería que lo hiciera.

Cuando Elías metió los dedos para masajearle la base de la espalda, ella sintió una palpitación entre sus piernas.

Elías subió la mano por la espina dorsal y se detuvo de repente.

ELÍAS: el masaje ha terminado.

Te hice una promesa y pienso cumplirla, así que vámonos tengo cosas que hacer.

Con una excitación tremenda Sandra se levantó para irse, miró para atrás y le preguntó:

SANDRA: ¿Tú no vienes?

ELÍAS: en unos minuto.

Él respondió mirando hacia abajo. Solo entonces ella entendió que el aparentemente inocente masaje también lo había afectado a él, y de una forma que un hombre no podía disimular.

Sandra salió casi corriendo, entró al vestidor y pensó ¿Cómo podía haber dejado que eso pasara? Soy una estúpida, porque siempre caigo en sus trampas!

Esa noche, estuvo despierta en la oscuridad durante mucho tiempo, pensando que seguramente la estaba culpando por el accidente de la lancha donde murió su hermano.

Si hubiera aceptado el dinero que le ofrecían y se hubiera marchado, Cristian seguiría vivo.

Elías tenía razones para odiarla Lían, necesitaba de una figura paterna, estaba cayendo bajo su

hechizo. ¿Estaba hechizándola a ella también como lo hizo con Lían?

Su amistoso masaje la había excitado como nunca, dejándola desconcertada, pero Elías sabía lo que hacía.

¿Cómo podía haber olvidado aquella noche de en su carro, cuando sus besos la habían hecho desear algo que no debería? Entonces Elías tenía intenciones ocultas, como las tenía en aquel momento.

Ella solo era una herramienta que usaba para salirse con la suya, entonces había querido separarla de Cristian, en aquel momento y ahora

quería meterse en la vida de su hijo.

Como siempre, quería ganar y estaba haciendo lo posible para conseguirlo.

Ya estaba ganándose el afecto de su hijo, le guste a ella o no.

A Lían le encantaba la mansión y estaba como loco por tener un perro, si se lo lleva a otro apartamento diminuto sería horrible

para él.

Tenía que darle a su hijo todas las oportunidades, pero eso no significaba dejar que Elías se hiciera cargo de sus vidas.

Había estado a punto de caer en la trampa y la culpa era solo suya.

Su parecido con Cristian podría ser la explicación, pero en el fondo Sandra sabía que no era así, esa noche, la piscina no había pensado en Cristian.

Elías llego a las cuatro y media de la tarde y su corazón se detuvo durante una décima de segundo al ver

que el viejo carro de Sandra no estaba frente a la casa y pensó ¿si se habría pasado la noche anterior con el masaje y se fue?

Después tuvo alivio al recordar que ella decidido llevar Lían a la perrera para que eligiera un perro.

Pensó que tendría que comprarle un carro nuevo, Los neumáticos de su carro eran viejos y sospechaba que el motor estaba a punto de pararse o algo peor, podría provocar un accidente, él quería que Sandra y Lían estuvieran a salvo.

Él solo esperaba que no se pusiera terca con el carro, así como hizo con el perro.

Cuando vio que llegaron se acercó a ellos y se acordó que de niños, Cristian y él tenían un precioso pastor alemán.

Se quedó donde estaba mientras Sandra salía del carro y abría la puerta para desabrocharle el cinturón de seguridad a Lían.

El niño bajó de un salto, con una correa roja en la mano y dijo emocionado:

LÍAN: ¡mira, tío Elías! ¡Se llama Rudy!

El perro que bajó del coche había pasado la edad de cachorro y no era un perro lobo.

Elias son y dijo:

ELÍAS: ¡Ven aquí, Rudy!.

El perro miró alrededor tímidamente y luego se lanzó a las piernas de su nuevo amo.

SANDRA: este animal necesita amor!

El miro a Sandra, era tan encantadora que le hubiera gustado tomarla entre sus

brazos y besarla.

ELÍAS:¿Qué tal si le damos un baño Lían? Puedes llevarlo al garaje mientras yo me cambio de ropa y lo bañamos los dos, tú también deberías cambiarte de ropa.

Elías intentó tomarlo en brazos para meterlo en el agua, pero el animal se pegó a Lían asustado.

ELÍAS: vamos, chico, no pasa nada él se acercó al perro, lo acarició y después logró tomarlo en brazos y lo metió en la bañera, pero en cuanto tocó el agua con las patas, Rudy lanzó un aullido e intentó escapar.

SANDRA: déjame ayudarte, Lían apártate.

Aparentemente, Rudy no se había bañado en toda su vida.

Ella lo acarició mientras Elías le echaba agua y jabón líquido, el perro pateaba locamente lanzando agua en todas direcciones.

Elías estaba empapado de la cabeza a los pies, al igual que Sandra, ella soltó una carcajada mirando a Elías, Lían también empezó a reír, la risa del niño era un eco de la rusa de su madre.

Sin hacer caso de las advertencias de su madre, se colocó entre los dos y acabó tan mojado como ellos.

La simple tarea de bañar al perro se había convertido en un juego para los tres, Elías sin poder evitarlo rio también sintiéndose mejor que en mucho tiempo.

Sin dejar de reír, consiguieron sacar a Rudy de la bañera y secarlo con una toalla, Lían daba saltos de alegría, el animal se sacudió con todas sus fuerzas empapándolos aún más, ellos reían porque se le hacía divertido.

Después dejaron al animal en el garaje, con algunas cobijas para que duerma, también le pusieron comida y agua.

LÍAN: ¿Seguro que le gustará estar aquí solo?

ELÍAS: ¡no lo sé Lían!, pero mañana compraremos

una casa para él.

Elías recordó que la de Sunny el perro que tuvieron debía estar en alguna parte guardada.

ELÍAS: por ahora, ¿qué tal si nos secamos y entramos en casa para comer algo?

Después de cambiarse Elías fue a preparar algo de comida porque la nana había salido, Sandra después de cambiarse también fue a la cocina.

SANDRA: ¿Quieres que te ayude en algo?

ELÍAS: bueno haces el jugo de fresa con leche y yo hago lo demás, ¿Qué estará haciendo Lían?

SANDRA: se ha quedado dormido, pero si despierta, sabrá que estamos en la cocina.

ELÍAS: ok

SANDRA: quería darte las gracias por bañar al perro, a Lían le encanta.

ELÍAS: es el perro que ha elegido y eso es lo único que importa, la felicidad de él y también que el perro se sienta bien con él.

SANDRA: estás siendo excepcionalmente amable.

ELÍAS: ¿Excepcionalmente?

Elías la miró, poniéndole una mano en la

espalda le dijo:

ELIAS: no soy un monstruo Sandra, estoy haciendo lo que puedo

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