Elías se fue para su cuarto por un momento, se encontró deseando borrar el pasado y conocerla por primera vez, pero era una fantasía absurda.
Por la mañana Sandra se encontró con Elías.
ELÍAS: ¿el niño está contento de haber venido a esta casa?
SANDRA: para él, esta casa es lo mejor, nunca lo había visto tan emocionado.
ELIAS: ¿Y tú?
SANDRA: esto no tiene nada que ver conmigo, es por mi hijo.
ELÍAS: no te he traído aquí para castigarte, Sandra solo los quiero ayudar cono lo hubiera hecho Cristian. ¿Necesitas algo?
SANDRA: tiempo seguramente, pero no es tu obligación hacerme feliz.
Soy mayorcita y puedo arreglármelas sola.
Elías pensó si solo había querido consolarla aquella noche, pero le había resultado imposible controlar la situación. Cuando rozó su
Muslo desnudo, el deseo se había apoderado de él, ese recuerdo se le había quedado grabado en su memoria.
SANDRA: no me he disculpado por haberte despertado con la llamada pero es que Lian estaba tan asustado que....
ELÍAS: hiciste lo que debías, además, no me despertaste. Estaba trabajando, me habría gustado estar esta mañana ayudarte a guardar las cosas, pero tenía una reunión urgente.
SANDRA: ¿una reunión? Cristian siempre me decía que los negocios eran el amor de tu vida, y que a veces tenía que sacarte a la fuerza de tu despacho para que pasaras un rato con la familia.
Habían llegado al primer piso, la luz estaba apagada, pero les llegaba la luz del comedor.
ELÍAS: hay muchas maneras de ocuparse de la familia, si no fuera por mis negocios tendríamos que haber vendido parte de nuestras propiedades
ELÍAS: ¿Tienes hambre?
SANDRA: si, mucha.
La sonrisa era forzada, estar con Sandra reabría viejas heridas, probablemente tanto para ella como para él.
La mesa era una reliquia de los tiempos en los que la mansión estaba siempre lleno de invitados, esa noche, Sandra y Elías se sentaron solos para cenar.
Carlos, el sobrino de la nana, se mostró amable con ella mientras servía la cena, claro que él no estaba allí cuatro años antes, pensó.
Luego miró a su compañero de mesa, Elías estaba haciendo un esfuerzo por mostrarse amable, el parecido entre él y Cristian.
Charlaron un poco sobre el niño y Sandra le dijo:
SANDRA: mañana no tengo nada que hacer y he pensado que a Lían le gustaría ver la casa… contigo, claro.
ELÍAS: qué coincidencia, tampoco yo tengo nada que hacer mañana.
Podemos ir a caballo y organizar una merienda a la orilla del río. Tenemos una yegua muy dócil .
SANDRA: suena bien.
El silencio se volvió incómodo y Sandra intentó encontrar un nuevo tema de conversación.
SANDRA: ¿me sorprende que no te hayas casado?.
ELÍAS: lo estuve, hace tres años pero, como ves no salió bien.
SANDRA: ¿Puedo preguntar qué pasó?
ELÍAS: lo que era de esperar! Ella quería una vida social y yo estaba siempre trabajando.
Yo quería una familia, ella quería pasarlo bien y
Apareció otra persona.
Elías tomó un sorbo de vino para seguir hablando.
ELÍAS: unque no puedo decir que la culpe por lo que pasó, después de seis meses, los dos decidimos separarnos.
SANDRA: ¿Tú querías una familia?
ELÍAS: tras la muerte de Cristian pensé que le debía a mis padres intentar que el apellido Villa no se perdiera, pero no fue buena idea.
No tengo paciencia para ser un marido decente, y mucho menos para ser un padre decente.
Sandra sintió un escalofrío ¿Era por eso por lo que había llevado a Lían allí, para tener un heredero?
Era una carga terrible para un niño tan pequeño. Aunque debería haberlo imaginado, Elías no estaba pensando en Lían, estaba buscando una manera conveniente de librarse del deber hacia su familia.
Ella miró su plato ya sin apetito.
SANDRA: debería subir al cuarto, puede que Lían esté despierto y se haya asustado al encontrarse en un sitio que no conoce.
ELÍAS: iré contigo
SANDRA: no hace falta, termina la cena que yo me hago cargo.
Sandra se levantó a toda prisa para dirigirse a la escalera, pero con la prisa que llevaba golpeó la esquina de una mesa…
Algo cayó al suelo, haciéndose pedazos su primer pensamiento fue que debía ser algo carísimo, porque todo lo de esa casa se veía fino.
Su segundo pensamiento fue que ese algo le había hecho un corte porque sentía un dolor agudo en la rodilla, cojeando se acercó a
una silla.
Elías al escuchar que hago cayó se levantó y fue hasta el lugar un poco oscuro encontrándose con Sandra sentada en una silla.
ELÍAS: ¿Te has hecho daño?
SANDRA: pagaré lo que haya roto, no fue con mala intención.
ELÍAS: no te preocupes por eso, toda la cerámica de la casa está asegurada. Vamos a ver qué te has hecho.
Elías encendió una lámpara y, mientras exploraba su rodilla con los dedos, Sandra no podía dejar de notar su proximidad, el sonido de su respiración, el aroma de su colonia.
ELÍAS: tienes un hematoma, será mejor que te pongas una bolsa de hielo… espera un momento, voy a la cocina y te lo traigo.
SANDRA: no te molestes, estoy bien.
Sandra lo dijo con el corazón acelerado, tenía que alejarse de Elías.
ELÍAS: no es ninguna molestia, vuelvo enseguida.
Cuando él se fue ella se levantó y, cojeando subió la escalera hasta el cuarto de Lían que seguía profundamente dormido, Sandra sonrió con ternura, su hijo era tan precioso, tan inocente y ella era la única persona que podía protegerlo.
Solo quería lo mejor para él. ¿Estaba más seguro allí, sin pandillas, sin peligros, o estaría mejor lejos del hombre frío y calculador cuyas intenciones aún no conocía?
En silencio, metió la mano en una de las cajas y sacó una fotografía de Cristian, aquel hombre era el padre de Lían, tendría que recordar eso y hacer que su hijo lo recordara también.
A la mañana siguiente, Elías estaba tomando café cuando un pequeño niño adormitado apareció en la puerta de la cocina y le dijo:
LÍAN: ¿De verdad no eres mi papá?
ELÍAS: de verdad no soy tu papá.
Elías intentaba no pensar en la inesperada emoción que experimentaba al mirar al niño
ELÍAS: soy tu tío y así es como debes llamarme, ¿Dónde está tu madre?
Dormida respondió Lían, mirando alrededor.
LÍAN: tengo hambre ¿Qué hay de desayuno?
Elías se levantó, la nana no llegaría hasta las ocho y apenas eran las siete, pero no podía dejar a un niño con hambre tanto tiempo.
ELÍAS: ¿Qué quieres desayunar?
LÍAN: arepas con queso.
ELÍAS: mmmm algo más fácil.
LÍAN: está bien! Pan con huevo revuelto y café con leche.
ELÍAS: ese está mejor.
Cuando estuvo listo puso al niño a desayunar.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Comments
Lesly Argumelo
para mi que a este zangano de Elias le gusto siempre Sandra
2024-06-14
1
Carmen Moreno
Arepas con queso, mi desayuno preferido con café claro, Autora saludos desde Venezuela.
2024-03-20
1
Beda Lourdes
tal.ves pero no son envases para eso a un que con una familia tan ricachona es posible va a Arder Troya cuando se entere la nana y hasta la madre wuaoooo
nooooo
2024-03-05
1