Capitulo 5: La Flor Del Deseo*

Angélica estuvo toda la tarde con Leonard, para ser sincera ella no se imaginaba que el fuera tan agradable, pero esto no duraría para toda la vida ya que el cambiaría su forma de ser justo en el momento en que conoce a la protagonista, algo muy lamentable.

-Angélica, mañana terminarán mis clases más temprano y escuché que tú padre se irá por unas horas al palacio imperial, te gustaría ir a la mansión de mi padre y así podremos estar más tiempo juntos - * Dijo Leonard muy sonriente por la idea*

-Ehh mmm bueno en realidad voy a acompañar a mi padre, me gustaría ver el palacio - *Angélica, juega con sus manos*

- Pero el palacio se puede ver desde la mansión, algo pequeño pero se logra ver - *Dijo Leonard algo molesto*

- Lo sé, pero quiero verlo en persona, mi padre me ha dicho que hay unas hermosas flores que solo nacen en el palacio - * Dije emocionada*

-Ohh pero no crees que, mmm bueno eres aún muy joven para ello - *Leonard miro hacia otra lado muy apenado*

-Mmm muy joven para qué??- *Pregunto Angélica*

-Bueno para el matrimonio - *Dijo Leonard avergonzado*

-¿¡¡QUE!!?- *Asustada*

- Que no lo sabías, está bien te lo digo la razón por la que nacen esas flores son para dárselas a tu esposo o esposa, estás también se les regalan a los prometidos, pero solo si son de la realeza, se les llama Flores Del Deseo, según los mitos dicen que si un hombre y una mujer se encuentra luego de tocar una flor como esa por más que se odien o detesten la flor con su poder hará que ambos se enamoren perdidamente uno del otro - *Contó Leonard*

- Encerio - *Sorprendida*

- Bueno es lo que dicen los mitos, vaya ya es tarde así que ya me tengo que ir - *Se levanta*

- Muy bien, entonces nos vemos otro día joven Leonard - *Sonríe dulcemente*

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...Al Día Siguiente...

Angélica iba en el carruaje que estaba casi llegando a el Palacio Imperial, en realidad ella sabe que si quiere evitar la muerte lo primordial es conocer al príncipe heredero, ya que si entabla una amistad normal con el, de ese modo este no se obsesiora con ella, podrá vivir en paz hasta encontrar el modo de volver a su antigua vida, sabe que no será sencillo, pues no le quiso dar tanta historia a el príncipe heredero, por lo que su historia de vida tiene algunos huecos que debe conocer para lograr enfrentarlo.

El carruaje se detiene y anuncia su llegada, al bajar mira con asombro el Palacio, pues era aún más grande que la mansión en la que ella vivía, su padre la tomo de la mano y camino con ella hasta la sala principal, pues ahí se encontraba el trono y justamente también el emperador.

Al llegar al lugar, el Duque y Angélica hicieron una reverencia ante su majestad, el Emperador Felipe Cothllit, este tenía unos ojos rojizos, parecía que estaban en llamas, su cabello platiado, talvez otro pensaría que está así por la edad pero no era por eso, ese era el color de cabello de la familia real, la gran mayoría nace con ese color de cabello y el mismo color de ojos, excepto por el príncipe heredero, pues el nació con el cabello dorado de su madre pero sus ojos de un rojo más intenso que los de el Emperador.

- Buenas tardes Emperador Felipe Cothllit, dígame en qué puedo ayudarle - *Dice el padre de Angélica*

- Es un gusto volver a verlo, Duque Isaac Leinot, o y trajo consigo a la encantadora señorita Angélica la futura gran Duquesa Leinot - *Sonríe el emperador*

-Es un placer verlo también majestad - *Hace una reverencia y sonríe tiernamente*

-Vaya,vaya sin duda la pequeña Duquesa, es una niña muy educada y encantadora - *Sonrisa siniestra*

Ah era verdad, ya había olvidado que el padre del principe heredero era igual de terrible que el, este hombre hizo que su hijo e hija se hicieran rivales, para que al cumplir los 15 años hizo que lucharán por el trono, el principe heredero termina matando a su hermana gracias a los consejos de su padre, pero el no me preocupa en lo absoluto la persona que necesito es a su hijo no a este enfermo asqueroso.

-Majestad si me disculpa quiero que mi hija se vaya a otro lugar, tal vez a ver los jardines alrededor si se lo permite, ya que al ser pequeña no creo que deba de escuchar los temas a tratar de la junta de hoy- *Hablo muy serio el Duque Isaac*

Eso fue raro pues el Duque siempre se muestra feliz y sonriente ante Angélica, pero ante el emperador se puede notar que lo repudia sin más.

-Por supuesto, no tengo ningún inconveniente en que ella salga a caminar, solo ten cuidado pequeña, en el jardín hay muchas rosas llenas de espinas - *Sonrisa forzada*

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Empecé a cambiar por un sendero el cuál estaba rodeado por rosas, flores, margaritas, tulipanes y todo tipo de bellas flores, cuando era escritora me encantaban las flores, esos aromas tan relajantes y suaves me hacían sentir tan bien por ello fue que escribí muchas flores en la novela.

Detengo mi caminar al ver las flores más encantadoras de toda mi vida, parecía como un arcoiris con los colores más suaves hubieran caído encima de una rosa blanca y justo en su centro se encontraba una pequeña gema, la cual se crea con el paso de los años ya que ellas no florecen hasta pasar 5 años.

Intenta alcanzar una de esas flores pero no alcanzaba ninguna, hasta que alguien más toma esa rosa y la mira con mucha curiosidad.

- Tenga una pequeña señorita, una rosa hermosa como usted - *Se arrodilla a ella*

- Oh gracias - *Sonrojada*

Monserrat mentiría si dijera que ese joven chico era bastante lindo, tenía unos 12 años, su cabello parecía que estaba rodeado de oro puro, sus ojos parecían unos hermosos rubíes que te hacían acelerar el corazón, él era el príncipe heredero, el hombre que en un futuro será igual o peor que su padre y acabaría con mi vida...

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