Capítulo 16: La Razón De Su Obsesión*

La princesa Elizabeth, en la novela ella no tiene un papel importante en la historia, prácticamente era un simple personaje extra que moriría a los 12 años, gracias a su hermano Marcelo.

Ellos nacieron de la misma mujer, ya que las leyes de la corona no permitían que el Emperador tuviera concubinas o alguna relación fuera de su matrimonio, esto era para conservar de manera muy estricta el linaje de la familia Cothllit, pues los Emperadores tendrían que responder a el nuevo hijo o hija que haya nacido fuera de su matrimonio.

Elizabeth es la única hija del Emperador Felipe y de la Emperatriz Sasha, ella a pesar de los rumores que decían sobre su aventura con otro hombre a pesar de ser la Emperatriz, ella siempre le fue fiel a su esposo, el era frío, ambicioso y manipulador, aún con todo eso ella lo amaba con toda su alma y con ello dió a luz a los príncipes de la corona, Sasha cuidaba muy bien de su hijo Marcelo y de Elizabeth que apenas era una bebé recién nacida.

Pero el Emperador no quería tener hijas ya que el las veía como simples objetos de placer y para gastar dinero, así que el más que nadie quería deshacerse de ella, la Emperatriz al saberlo quiso huir del palacio con sus hijos, pero el Emperador la atrapó, ella pedía piedad por la vida de sus hijos, el se rió de ella y le cortó la cabeza todo esto enfrente de un Marcelo de 3 añitos quien sostenía a su hermana Elizabeth en sus brazos y lloraba por su madre...

El Emperador solo se rió de el, le quitó de los brazos a Elizabeth pera después decirle:

- Bueno hijo es una pena que tú madre ya no esté ella era muy obediente, lo mejor sería deshacerme de tu hermana, pero ahora que la veo bien es muy linda y puede que en un futuro me sea útil - *El Emperador sonreía ante la mirada llena de terror de Marcelo*

- Padre por favor dame a mi hermanita - * Decía Marcelo tirado en el piso mientras sus pequeñas manos se manchaban de la sangre de su madre*

El Emperador Felipe le dió a Elizabeth a una sirvienta, para luego acercarse a Marcelo, tomarlo del cabello jalandolo con mucha fuerza lo que hacía que el pequeño Marcelo hiciera una mueca de dolor.

- Si quieres que te dé a tu hermana primero tendrás que matarme, pero eres débil así que no podrás con ello - *Dijo por último tirando a su hijo a otro lado*

- Guardias quiero que se lleven a mi hijo a su habitación, no le den de comer por 3 días haber si así aprenden a qué no es bueno estar en mi contra - *Dijo para después marcharse dejando a todos en ese sitio*

Durante años Marcelo y Elizabeth vivían de esa manera hasta que finalmente todo termino o por lo menos fue el final del sufrimiento de Elizabeth, quien murió feliz por su muerte, mientras Marcelo se culpaba por no salvar a su querida hermana, por lo que siempre se aisló de todo el mundo.

Pero así como muchos se pierden en la oscuridad, una suave luz lo hizo volver a vivir y a sentir, es persona fue Angélica la cual conoció cuando el tenía 17 años, ella a pesar de todo lo que hablaban de el, le mostró la bondad y amabilidad que había en ella, por supuesto el quien nunca sintió el amor de su padre y el de su madre quien le fue arrebatada a tan corta edad, le fue imposible no enamorarse de aquella mujer, así que se había propuesto conquistar su corazón para sentir el amor que se le fue negado.

Durante mucho tiempo Marcelo seguía a Angélica en silencio por lo que sabía que ella amaba a Leonard, el no podía aceptar que la persona que amaba estaba interesada en otro por lo que espero pacientemente a que se diera el mejor momento para acercarse a ella, después que el siendo ahora Emperador logro ver llorar a Angélica, durante días se acercó a ella con la supuesta intención de ser “amigos”, por lo que ella en un momento de máxima debilidad acepto, al principio todo era tranquilo, pero después de unos días, Angélica no supo el porque lo hizo pero terminó en la cama del Emperador Marcelo en esa noche se entregó por voluntad a ese hombre así que en cuanto pudo salió corriendo de aquella habitación pues estaba dispuesta a no volver a verlo nunca más, pero Marcelo tenía en mente que ella se alejaría de el, así que espero pacientemente para reclamar lo que era suyo, pues tenía en su poder la ley de sangre, que a diferencia de su padre que no reclamo a Liam como su hijo, el lo haría con Angélica y aunque ella no quisiera casarse con el, estaría obligada a hacerlo si es que llevaba en su vientre a el futuro heredero de la familia Imperial.

Todos jugaban un papel importante en la historia, pero en el momento en el que la escritora Monserrat reencarnó en el cuerpo de Angélica, todo cambio completamente, tenía una amistad con quién sería su futuro esposo y ahora evitó la muerte de aquella princesa.

- Vamos con más fuerza señorita - *Decía la doncella de Angélica quien gritaba emocionada*

Angélica desde hace un par de años que comenzó a pelear con la espada, ella era muy buena y sobre todo ágil lo que la hacía una adversaria muy difícil de vencer, todo esto lo veía Liam, el cuál la miraba sorprendido pero también aterrado.

El había comenzado a vivir en la mansión del Duque, quien le dió permiso de entrenar con la condición de al terminar su entrenamiento de futuro cabello del Ducado Leinot, el tendría que cuidar de Angélica, lo cual el acepto pues le emocionaba cuidar a la persona que lo salvó

Pero ahora que la veía parecía que no necesitaría guardias, ella era un monstruo con esa arma y ni hablar de sus puños los cuales debía de dar golpes suaves para no dejar inconsciente a las demás personas que entrenaban con ellos.

- Wow, creo que será mejor no entrenar señorita Angélica ya que sabe defenderse por si misma - *Dijo Liam muy desanimado*

- Hey no estés triste, se que soy muy buena con esto, pero no siempre podré cuidarme sola, por eso creo que será una gran alegría que tú fueras mi guardian - *Ángelica le sonreía muy feliz*