Galia se había despertado en una habitación diferente a la habitual, se levantó un poco aturdida debido al ambiente diferente, pronto buscó con su mirada a su madre por todas partes, ahí no había nadie, esto le resultó extraño, ya que en todos los momentos que recuerda de su vida, al abrir sus ojos, su madre había estado a su lado.
Quería ir a verla desesperadamente, así que intentó salir de la habitación, cuando no pudo hacerlo, ya que la habitación se encontraba bajó llave, llamó a puerta
- Galia: Casia, Casia.
Galia repitió ese nombré varias veces sin respuesta alguna, Casia era la sirvienta que siempre la atendía y era muy raro que no estuviera.
Galia tenía un poco más de ocho años, era una niña muy inteligente en las palabras de su madre, en realidad era así y aún más de lo que su madre pensaba, por más que su madre nunca le dijo exactamente por qué ella siendo una princesa no hacía las cosas que se suponía debía hacer y el porqué nunca vio a su padre, ella misma se encargó de hacer su investigación, haciendo preguntas inocentes a las sirvientas e investigando en libros que había en la biblioteca de su madre, así es cómo Galia entendió cuál era su posición y situación.
Un mal presentimiento la invadió cuando recordó el estado en el que vio a su madre la noche anterior, la idea de que a su madre le hubiera pasado lo peor la desesperó, después de todo Galia seguía siendo una niña de ocho años.
Las lágrimas brotaron de sus ojos incesantemente, rodando por sus bonitas mejillas hasta mojarlas completamente, el no tener al lado a nadie que le dijera que estaba pasando era peor, ese sentimiento de soledad la aterraba, en medio de sus sollozos Galia escucho unos paso al otro lado de la habitación, eso la asustó, que sería aquello ya que ella se encontraba frente a la puerta y por ahí nadie había ingresado, tal vez había alguien a quien ella no había visto, pero porque no respondió cuando ella había hablado.
Galia levanto la cabeza y pregunto.
Galia: ¿Quién es, quién se atreve a entrar a la habitación de una princesa sin su permiso?
No recibió respuesta y no logró ver a nadie, así que realizó la misma pregunta. Está vez, si logró ver algo.
De la esquina más obscura de la habitación, la figura de un hombre de cabellos largo y alto se dejaba ver, no lograba ver su rostro, el cuerpo de Galia tembló de miedo al pensar que pudiera ser un asesino, pero si la quisiera matar no hubiera esperado hasta que ella se despertará, ¿sería ese hombre tal vez su padre el Rey?, sabía que él tenía cabello largo y su contextura era similar a las que recordaba ver en los retratos Reales, no acertó en nada de lo que ella imaginó.
Grande fue su sorpresa cuando el hombre se dejó ver iluminado por la luz de la habitación.
Sus pupilas se dilataron al ver el largo cabello color negro del cual era portador el intruso, ¿y qué había con su cara? Galia no conocía a muchas personas pero sin duda no podía imaginarse a alguien más hermoso que él, pero claro lo que más llamó su atención fue su cabello y ojos de color negro.
Ella estaba consciente de que su color de cabello no era algo que alguien más tuviera en el reino, y ese hombre no tan solo tenía el cabello sino también los ojos de ese color.
Él hombre se paro a unos metros de ella y la observó en silencio la niña volvió a preguntar.
- Galia: ¿Tú... tú quien eres, que haces aquí?
A pesar de que su voz era temblorosa, sus ojos miraban fijamente al desconocido, finalmente el hombre habló.
-hola pequeña, no tengas miedo, no estoy aquí para hacerte algo malo...
Galia lo miro incrédula pero a pesar de todo, la voz del hombre le transmitía tranquilidad.
-Galia: Si no estás aquí para hacerme daño, ¿qué haces aquí, como entraste?
Cuestionó de igual forma la pequeña.
- Galia: Y todavía no me has dicho quien eres, mi madre no te perdonará si sabe que estás aquí sin su permiso.
Él la miró por un instante y le pregunto.
- ¿Puedo acercarme? Estoy aquí para decirte algo importante.
Galia no sabía que hacer, pero ella buscaba respuesta y ese hombre algo tenía para decirle, tal vez no fuera nada relevante, pero de todas formas era mejor que nada.
- Galia: Puedes.
El intruso se acercó despacio y se arrodilló para estar más a la altura de la niña.
-Que es lo que tienes que decir.
Pregunto con determinación.
-Sé que la princesa es alguien muy inteligente y capaz de comprender muchas cosas, seguro se pregunta porque está aquí sola, no es algo que a mí me gustaría decirle... pero he tomado la responsabilidad de darle estás noticias... princesa su madre falleció en la noche...
- Galia: ¡qué es lo que acaba de decir, mentiras, mentiras...!
Galia comenzó a llorar desconsoladamente, y al no recibir una negativa por parte del hombre, comenzó a creer, ella no quería aceptarlo pero en el fondo lo sentía.
Entonces un sentimiento que no conocí se apoderó de ella, levanto la cabeza con la cara empapada en lágrimas y pregunto al hombre.
- Galia: mi abuelo, mi abuelo, ¡dónde está, el Duque Fontine es mi abuelo dónde está el me dirá la verdad dónde está!
La cara del hombre se llenó de tristeza al ver a la niña en ese estado y lo que pudo decir fue.
- Lo siento princesa pero esa es la verdad, no soy alguien que conozca pero si le sirve de consuelo puede llorar todo lo que quiera en mis brazos.
Para Galia en efecto, ese era un desconocido, pero la desolación que sentí en ese momento era más grande que la desconfianza, así que no dudo y corrió hacia el hombre que de rodillas la recibió, pareciera que en ese momento Galia pudo liberar todo lo que sentía, decir que lloró lo suficiente cómo para quedarse sin lágrimas no era exagerado, pero en los brazos del hombre Galia se sentía segura, cómo en los de su madre.
Ella lloró hasta quedarse nuevamente sin fuerzas y dormirse en los brazos del extraño.
El hombre la acomodó en la cama, con la mayor delicadeza posible para no despertarla, observó a la Princesa y mientras acariciaba su mejilla empapada por las lágrimas, en la habitación se pudo escuchar lo que él susurró.
- Maldita, y maldita raza humana, sus pecados los haré pagar.
Después de esto se dirigió hacia la esquina de donde había salido, y cómo si nunca hubiera estado ahí se desvaneció en la obscuridad.
Ahora que ya no había una Reina, Lilia tomó total control de todos los palacios, la primera acción que tomó fue echar a los sirvientes de Alicia, lo siguiente fue sacar a Galia del palacio de la Reina y mandarla a uno de los palacios más alejados, el llamado Palacio de Hierro, cómo su rústico nombre lo indica, así era, rústico, un palacio construido con el fin de albergar soldados del Reino o soldados que vinieran con comitivas extranjeras, no era para nada un lugar para una Princesa.
No había muchos sirvientes que conocieran a la llamada princesa maldita, esto debido a que Alicia no confiaba en nadie y evitó siempre exponer a su hija, incluso en su palacio los que la conocían fueron echados.
Aunque Lilia quisiera hacer de las suyas, aún no podía actuar abiertamente, así que asignó dos sirvientas para que se encargaran de la princesa y la llevarán al que sería su nuevo palacio.
Galia que se había dormido, fue despertada por la interrupción de dos desconocidas en su habitación, las mujeres vestidas de mucamas abrieron de par en par las puertas y una de ellas habló.
-Princesa necesitamos que se levante en este momento, esté ya no será su palacio debe ir a otro lugar.
Galia con los ojos rojos por haber llorado miró a las mujeres, esperaba que las extrañas le dijeran otra cosa y que lo que le dijo el hombre tan solo hubiera sido un sueño, pero lo único que volvieron a decir fue que sé apurara.
Esa no era para nada la forma de tratar a una princesa, pero no había mucho que Galia pudiera hacer en esa situación y se limitó a seguir a las mucamas.
Ella no conocía más que el palacio de su madre la Reina y el patio del mismo, las sirvientas la sacaron por un costado y la llevaron muy lejos de ahí hasta dar con un palacio de un color grisáceo muy diferente a lo que ella conocía y a lo que pudo observar en su camino hacia este, el lugar parecía más bien abandonado.
- Es aquí.
Dijo la sirvienta que anteriormente había hablado, dos guardias ubicados en la puerta las abrieron. Galia siguió a las mucamas que entraron primero.
Las mucamas la llevaron al interior del lúgubre palacio, mientras murmuraban entre ellas.
- ¿es repugnante cierto?, nunca ví algo así, ella es cómo una calamidad.
- si, debe ser cierto todo lo que se dice de ella.
-su madre falleció y vela ahí como si nada hubiera pasado, cómo una bestia sin sentimientos.
Las mucamas hablaron sin reparos frente a la niña, Galia sabía que hablaban de ella y ya sabiendo de la muerte de su madre, por más que quisiera no podía llorar, sus lágrimas a esas personas no se las mostraría.
Al llegar frente a una puerta la mucama señalo.
- está será su habitación princesa a partir de hoy le serviremos, entre.
Una vez Galia estuvo en la habitación, las mucamas se fueron sin más explicaciones.
Todo lo que Galia esperaba ahora era ver a su abuelo, necesitaba respuestas y él era el único capaz de dárselas.
Todo el mundo pensó que el Rey no sé presento al funeral de la Reina debido a la conocida disputa en torno a la princesa, pero estaban muy alejadas sus suposiciones, en realidad el Rey después de enterarse del fallecimiento de Alicia se encerró en su oficina, y bebió todo lo que ahí había, y siguió pidiendo más bebidas hasta perder el conocimiento, esto claro, era algo que tan solo los sirvientes más cercanos al Rey sabían.
El funeral de Alicia debió de ser el funeral más rápido de una Reina del qué se tenga conocimiento, en parte por no tener la debida atención del Rey y en parte porque él Duque Fontine, su padre así lo pidió.
El Duque debía ser una de las personas más desgraciadas del Reino, acaban de perder a su hija y ni siquiera podía llorarla adecuadamente, en la cabeza del Duque había una sola cosa, su nieta.
Ni siquiera podía imaginar en qué estado se encontraría, y se sentía culpable por dejarla sola, pero no tenía otra opción a la princesa no se le permitió la asistencia al funeral, tampoco él quería que ella viviera esa terrible situación.
Irónicamente, el Duque cometía el mismo error del que su hija le había hablado. El tratar de esconder a Galia del mundo, no era precisamente una decisión acertada.
El Duque debía buscar a esa persona antes de poder ir a ver a su nieta, ya habían pasado tres días desde el funeral, las ansias se apoderaban de él, pero por fin la encontró y se dirigió a ver a su nieta, más él Duque no tenía idea de lo que había pasado en su ausencia.
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Comments
Eleonor Baker
ah no y osea dejaría encerrada y sin poder despedirse de su mamá está bien cool
2023-10-21
0
Eleonor Baker
dárselas*
2023-10-21
0
Eleonor Baker
ufff eso sí la trauma más
2023-10-21
0