La luna

Darío

Sus ojos color miel me quedé atrapado en esos ojos, verla tan inocente y hermosa me hizo sentir una sensación que jamás había sentido, de tener muchas ideas en mi cabeza todas dejaron de existir y en lo único que pensé fue en ella. No pude contenerme y la besé quise sentir sus labios color rosa claro.

La sentí, sentí la piel de sus labios, percibí el aroma que desprendía, su respiración, con el rose de su piel sentí que estábamos conectandos.

Empecé a quitarle suavemente el vestido, sintiendo la suave piel de su espalda, ella me separó con sus dos manos, aún con su dorso desnudo la mire a los ojos y ella a mí, lleve mi mano a su cara la acaricie mientras ella me seguía observando, la volví a besar, haciendo que ella me correspondiera, empezamos a caminar hacia el sillón que hay en la terraza, la luz de la luna, las estrellas y nosotros dos era un momento perfecto.

Empecé a bajar su vestido lentamente, mientras tocaba su piel desnuda, desabroche su sostén y me que de observando la corbatura de sus pechos, lleve mi mano derecha a una mientras la seguía besando.

-          Darío no estoy segura, es mi primera vez.

Me separe de ella lentamente.

-          Lo siento

-          No estoy segura, pero quiero hacerlo.

No se si era mi lujuria, o el cariño pero volví a besarla, ella empezó a desabrochar mi camisa, de manera lenta mientras la seguía besando y quitándome el pantalón los dos terminamos completamente desnudos, la recosté suavemente en el sillón acariciando cada parte de su cuerpo, haciendo que ella soltara pequeños gemidos y que arqueara su espalda, empecé abrir lentamente sus piernas mientras acomodaba mi amigo en su entrada, ella estaba lista, lentamente fui penetrándola, no quería lastimarla, ella hizo un gesto de dolor. La besé mientras ella se acostumbra a mi, después de unos minutos empecé a moverme lentamente haciendo que ella gimiera y dijera mi nombre su rostro de dolor desapareció y empezó a disfrutarlo lentamente, estuvimos así por un raro hasta que los dos llegamos al clímax, estuvimos así casi toda la noche hasta que ella se quedó dormida sobre mi.

Me levante me cambie y le puse una manta sobre su cuerpo desnudo, la cargue y la lleve a su cama, la acosté delicadamente y la deje durmiendo. Regrese a la terraza, junte sus cosas y lo llevé a su cuarto.

Me fui a mi cuarto me di un baño y empecé a pensar en ella, mi mente estaba hecha un caos, mientras caían las gotas de agua en mi cuerpo sentía una sensación que nunca había sentido.

Alexandra sentía que la amaba y me imaginaba con ella pero a Samantha se estaba metiendo en mi cabeza y cada vez que intentaba pensar en Ale se me venía a la mente Samantha y no podía sacarla, demonios creo que me estoy enamorando de ella. Pero estaba seguro que quería Alexandra.

Samantha.

Desperté en mi cuarto desnuda en medio de las sabanas, miré a mi alrededor me senté abracé mis piernas y empecé a llorar, permití que Darío tuviera mi primera vez, sabiendo que el no me quiere, que tiene a otra en su corazón. Pero la tonta fui yo, deje de llorar me levante fui al baño abrí la regadera y mientras corrían las gotas de agua en mi cuerpo volví a llorar, mis lagrimas se derramaban junto con el agua de la regadera.

Termine de bañarme, me puse una bata y salí, y justo estaba Darío esperándome, lo mire agache mi vista el se levantó tomo mis manos y me habló.

-          Lo lamento

-          La tonta fui yo, yo se que tu no me quieres fuiste muy claro y aun así deje que pasara esto –  agache mi cabeza volví a derramar mis lágrimas. El se acercó a mi tomo mi barbilla me miró a los ojos limpio mis lágrimas y me beso.

-          Te dije que me gustabas, y no sé qué me has hecho porque no te puedo sacar de mi cabeza, quiero estar junto de ti y no sé porque.

-          No juegues conmigo se que amas Alexandra y solo me dices esto para que no me sienta mal – volvió a besarme.

-          Te estoy diciendo la verdad no se que me diste pero no te saco de la cabeza.

-          Y Alexandra

-          Ese es el problema que no te puedo sacar de la cabeza pero a ella estoy seguro que la amo. – lo mire con decepción, me hice un lado me dirigí al armario tomé un vestido, unas medias negras, un saco.

-          Sal tengo que vestirme, el tiempo que este aquí trataré de evitarte, no te molestare, y no te preocupes no voy a decir nada a la corte, quédate con la grabadora y los documentos. – el se quedó parando viéndome. – que esperas me voy a cambiar.

-          ¿Qué te pasa?

-          Me quiero cambiar.

Salió y volví a derramar mis lágrimas, me sentí utilizada, y mi corazón roto. Me cambié rápido tomé mis cosas quería salir lo más rápido posible de esa casa quería ir a mi departamento y derrumbarme en mi cama y no salir hasta la noche.

Al salir del cuarto el me estaba esperando.

-          ¿Qué te pasa?

-          Me tengo que ir – empecé a caminar hasta que el me tomo de mi brazo.

-          Samantha que te pasa por que te pusiste así.

-          Porque – empecé a llorar – porque me siento utilizada por ti, porque la culpa es mi, por dejar que este amor me supera y entregarme a ti – justo en ese momento entraron las  brujas en persona.

-          Alexandra – que hiciste Darío – se acercó a nosotros – te acostaste con ella, cuando ayer me pediste que me casara contigo -violeta nos vio a todos muy molesta.

-          Violeta – te costaste con mi novio, - iba a darme una cachetada, pero Darío la agarro de su mano y la miro de una manera muy fría.

-          Samantha – yo estorbo aquí, por que el es un idiota se los regalo, y tu violeta acabas de escuchar que se va a casar con ella, bueno puedes convertirse en su amante, y usted señora para el solo fui un acostón se va a casar con usted, así que déjeme en paz.

Empecé alejarme y con cada paso que daba sentía que mi corazón se rompía, terminé de bajar las escaleras, Antonia me hablaba pero no le hice caso salí espere por el auto, me subí empecé a manejar y me fui.

Llegue a mi departamento, me fui a mi cama y me deje caer llore como nunca sentí que alma se quebraba, el se va a casar y yo tontamente me entregue a el.

Darío

Un acostón no pensé en ella como un simple acostón es real lo que siento por ella pero también es real que Alexandra no la e dejado de querer, solo tengo que aclarar mi mente y sentimientos.

-          Violeta- te acostaste con ella, ¿Por qué Darío, porque me haces esto? Tu sabes que yo te amo

Salí de mis pensamientos y empecé a reírme.

-          Jajajajaja tu crees que soy idiota, me amas y durante el tiempo que estuve en el penal te acostaste con quien se te paraba en frente. – ella me miro sorprendida – no quiero saber de ti y no sé te ocurra pararte otra vez por aquí, ni buscarme. – me dirigí Alexandra- y tu vamos hablar.

La dejamos y nos dirigimos al despacho.

-          Tu perro guardián donde esta.

-          No lo se y no me importa.

Entramos me senté en el escritorio.

-          Alexandra – me quieres explicar por que demonios te acostaste con esa estúpida – se acercó a mi.

-          Porque me dio la gana por eso.

-          Eres un estúpido Darío, no me provoques por que te juro.

-          Me juras, me juras que, que más me puedes hacer.

-          Maldita sea Darío me ayer me dijiste que te querías casar conmigo y ahora me sales con esta estupidez

-          Maldita sea Alexandra no tenemos nada, te dije que cuando esto terminara nos casaríamos, y te fui sincero te dije que ella me gustaba y no sé porque se me esta metiendo en la cabeza y al paso que va terminara por sacarte a ti de mi corazón. – se acerco a mi y me iba a dar una cachetada, la teme de mi su mano.

-          Ayer me dijiste que estabas seguro de lo que sentías por mi, que paso.

-          Ya Alexandra, deja de hacerme un drama.

-          Drama – levanto la voz – Darío por mi estas apunto de librarte de una maldita condena en la que te pudrirías en la cárcel, no me provoques por que are que te quedes ahí. – me moleste y le contesté

-          Me quedé callado y acepte todo de lo que se me acusaba para que no te acusarán también a ti, acepte que me señalarán por el bien del maldito imperio, te protegí por que eres la madre de mis hijos y por que te amaba. Deje que la culpa recayera completamente en mi pero me conoces puedo ser muy paciente pero cuando me colman la paciencia puedo hacer cosas horribles y sabes que no me importa de quien se trate.

-          Soy la madre de tus hijos.

-          Y yo el padre de tus hijos y me dejaste solo cuando te necesite, y no pienses que me quede con los brazos cruzados todo ese tiempo que estuve encerrado. Ya me fastidiaste, lárgate.

-          Me voy a cobrar esta humillación.

-          Lárgate.

Me dejó en la mesa unos documentos y antes de salir me dijo muy molesta.

-          Alondra llega esta tarde vendrá a verte.

Azotó la puerta y se fue.

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Comments

Francisca Alcantara

Francisca Alcantara

Eso le pasó por tonta ahora tiene dos enemigas

2023-11-14

0

ana maria talbott

ana maria talbott

Darío a pesar de la edad es un inmaduro

2023-06-28

1

Irma Noriega

Irma Noriega

está súper buena cada capítulo es más interesante que el otro pobre Samantha q estúpido Darío ni el mismo sabe lo q quiere!!

2022-10-27

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