La hacienda

Empaque la ropa necesaria, mis cosas personales, y algunos documentos, aunque no lo vi tan necesario llevarme todas las cosas porque podía regresar todos los días, solo tenía que ir a dormir a donde me dijeran, pero de todos modos me llevé algunas cosas, al quedarme sin teléfono no sabía como me comunicaría con el abogado, la verdad no supe que hacer pero si el no me buscaba iría a ver al fiscal o buscaría la forma de comunicar que no sabía en dónde se estaba quedando Darío, así que me senté en uno de los sillones a esperar, cuando escuche como tocaban la puerta, me levante y me dirigí abrir, pensé que era el abogado pero lo que vi no me lo esperaba. Violeta estaba furiosa.

-          ¿ que haces aquí?

-          Eres una trepadora por que demonios tuviste que presentarte en el juicio.

-          Lárgate – la mire con desagrado

-          Samantha Estoy cansada de ti, cuando será el día que desaparezcas de mi vida.

-          Violeta lárgate – conteste un poco intimidada e irritada.

-          Te metes con mi novio y juro que are que papá te desherede, el es mío.

-          Darío también es tuyo, pensé que era de Alexandra, por que todas vienen a reclamarme, lárgate, estoy esperando al abogado.

-          Eres una – no la deje continuar.

-          Una que lárgate violeta esta es mi casa y así como tu me corriste de la casa de papá yo puedo correrte  de mi casa.

No la deje que me contestara y le cerré la puerta en la cara, a pesar de que Violeta es mi hermana no la tolero siempre me ha tratado mal dice que no merezco ser parte de la familia y lo que más me duele es que mi padre le da todo y la apoya en todo mientras que a mi solo me deja aun lado, para poder estudiar tuve que conseguir una beca.

Volvieron a tocar la puerta abrí y ahora si era el abogado.

-          Señorita Altamirano perdón no me acorde que le quitaron su teléfono – estiro su mano y me mostró una caja – tomé este será su teléfono

-          Claro que no, no puedo aceptarlo, yo puedo comprarme otro.

-          Señorita tómelo y vámonos solo falta una hora para que se presente en el nuevo domicilio.

Me dirigí a mi sala tomé la maleta y salí junto con el, me dirigí a mi coche.

-          Señorita yo la llevo.

-          No por que tengo que llevar el auto, mañana lo voy a ocupar y no puedo estar sin el.

Asintió con la cabeza me subí lo encendí y empecé a seguirlo, no salimos de la ciudad pero si estaba alejado de ella, llegamos a una hacienda las puertas de la gran casa se abrieron, empezamos adentrarnos los jardines eran hermosos, el pasillo que llevaba a la casa estaba cubierta de árboles por Dios la casa era hermosa llegamos el abogado bajo y yo detrás de él, un empleado me pidió las llaves de mi carro para que se lo llevara a estacionar, baje mi maleta y le entregue las llaves.

Un empleado me pidió la maleta se la di y empecé a seguir al abogado, estaba tan embobada por el hermoso lugar.

-          El señor Darío y los abogados del juzgado no tardan en llegar, la señora Antonia le mostrará su recamara en cuanto deje sus cosas regrese para que pueda hablar con ellos

Asentí con la cabeza y empecé a seguir a la señora, era una señora muy bonita a pesar de su edad, ella tenía un traje negro, con unos zapatos de tacón bajito su cabello se le notaban algunas canas pero con su peinado se bien muy bien, en sus manos lleva un bastón.

Me llevo a un cuarto muy espacioso, tenia cortinas blancas, una cama muy grande, sillones, un escritorio y un cuadro de una pareja que se encontraba en la parte superior del escritorio.

-          Este será su cuarto, espero que su estancia sea de su agrado cualquier cosa puede pedírmelo yo estaré a sus ordenes, puede ir a cualquier parte de la casa pero el cuarto del señor Darío y su despacho está prohibido entrar. – escuche todo pero mi curiosidad me ganó y terminé por preguntar quien era la pareja que estaba en el cuadro.

-          Disculpe seré entrometida y me disculpo pero quien es la pareja que esta en el cuadro – ella me miro y me contesto.

-          En el pasado está era la hacienda del señor Stefan, en todos los cuartos hay una foto de los dos, el es el señor Stefan y ella es su esposa la señora Ana.

Se fue y me dejó sola, me acerque al cuadro y seguí observándolo no puede evitar mirarlos los dos se veían muy bien y solo por qué es un cuadro pero juraría que se podía ver lo felices que estaban, el señor Stefan era un hombre sumamente atractivo, sus ojos eran color grises y en ellos irradiaban una aura especial, la señora Ana era muy hermosa tenía un cuerpo muy esbelto y con el vestido rosa que tenía se veía perfecta con su cabello largo negro y su maquillaje que tenía se veía hermosa, nunca había visto una foto así. Los dos se veían muy bien juntos.

Seguí observando cuando el sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos.

-          Disculpe pero los abogados y el señor Darío acaban de entrar por las puertas de la hacienda no tardan en llegar al la casa tiene que bajar rápido.

Salí lo más rápido posible y junto con el abogado me dirigí a la entrada de la casa, observe como llegaban las patrullas de los policías y en medio de ellas una camioneta negra, los policías bajaban de ellas y detrás de él Darío bajaba esposado tenía puesto la misma ropa con la que se presentó en el juzgado, el me miro y me hizo una leve sonrisa, empezó a caminar hacia nosotros.

El junto con dos guardias empezaron a subir las escaleras y antes de entrar le quitaron las esposas y le colocaron un aparato de rastreo en su pie, el abogado y yo solo observamos a detalle lo que estaba pasando. Entramos.

-          Abogado del juzgado – señores las indicaciones son las siguientes, usted señorita podrá salir e ir a cualquier parte de la ciudad o del estado pero no puede salir de ellos, y mucho menos del país, tiene que regresar todos los días hasta que termine el proceso, - se dirigió a un guardia – el es Michel el será su guardia al que tienen que registrar su entrada y será el que custodio al señor Darío- asentí con la cabeza, después se dirigió a Darío – usted ya sabe su condición tubo mucha suerte que lo dejaran salir del penal, y si no quiere regresar tiene que mantenerse en esta casa supongo que su abogado eligió está hacienda porque es grande pero no puede salir de ella el aparato de rastreo que le colocaron ha establecido que no puede salir de ella son 1,000,000 metros cuadrados en cuanto salga de ella el aparato dará una señal a la policía de inteligencia y de inmediato será detenido y llevado otra vez al penal. En cuanto sea revisado todos los aparatos sales notificará. Me despido.

Todos salieron dejándonos solos el abogado, el guardia, Darío y yo ,el guardia se presentó.

-          Soy el agente franco Guerra, seré tu sombra Darío.

-          Abogado – señor Darío también tiene que quedarse en esta casa y tiene que estar junto de su cuarto. Seguiremos trabajando para arreglar pronto su situación. – el lo miro y empezó alejarse de nosotros, el guardia lo siguió y la señora Antonia lo estaba esperando en las escaleras. – señorita ahora que estamos solos quiero que me diga que hay en su computadora y en su teléfono – lo mire y entendí lo que quería decir.

-          Licenciado podemos hablar en un lugar más privado, lo que pasa que estado de pie mucho tiempo y ya me cansé – el asintió con la cabeza y me condujo a una sala grande y espaciosa por Dios esta casa era extremadamente hermosa y lujosa, tome asiento en un sillón – es cierto el señor Darío me contó de algunos atentados, tráfico de droga y uno que otro asesinato pero es real en mi computadora y teléfono no hay nada, solo tenía esa grabación, lo que si van a encontrar es la investigación que hice de el para poder realizar la entrevista, pero nada de lo que lo acusan.

-          Donde esta la grabadora y los documentos de esa entrevista.

-          La señora Alexandra los tiene ella fue a mi casa me amenazó y me los quito, no se si ella lo pueda usar a su favor.

-          No lo ara, ella ama al señor Darío.

-          Lo dudo – en me miro extrañada y pregunto la razón – si lo amara no lo hubiera dejado solo en este problema.

-          Señorita hay cosas que usted no entiende, y es mejor que lo deje así, me despido en cuanto tenga algo se lo comunicare. – se levantó y me entendió su mano para despedirse – me retiro que tenga bonita tarde señorita Altamirano.

-          Dígame Sami, e igual que tenga bonita tarde licenciado. – el me sonrió

-          Mi nombre es Casiel – sentí con la cabeza y el se fue.

 

 

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Comments

Irma Noriega

Irma Noriega

autora regalamos un maratón 🙏 🥺

2022-10-22

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