Capitulo 11

La conversación entre Mar y Ana dejó una sensación de inquietud en el aire. Ana expresó su percepción de que algo había sido inusual en la actitud de Mar. Ante esta observación, Mar, entre risas, preguntó a Ana sobre el significado de sus palabras.

Ana, tratando de restar importancia al asunto, respondió que simplemente le había parecido extraño pero que se alegraba por Mar, insinuando que quizás estaba conquistando a alguien. Ambas compartieron una risa cómplice.

Al concluir las clases, Mar y Tom optaron por irse juntos, lo que dejó a Ana en la incómoda situación de tener que acompañar a Chris en su camino de regreso a casa. En un intento por evitarlo, Ana aceleró el paso, dejando atrás a Chris. Sin embargo, Chris, decidido a abordar la situación, corrió tras ella hasta alcanzarla. Con tono desconcertado, Chris preguntó a Ana por qué no lo había esperado. Ana, visiblemente enojada, cuestionó la necesidad de hacerlo. Chris, intentando calmar la tensión, le pidió que hablaran para explicar lo sucedido ese día. Ana, sin embargo, sostuvo que no había nada que explicar, argumentando que su relación no tenía la suficiente relevancia como para justificar tales conversaciones.

La abrupta respuesta de Ana sorprendió a Chris, quien se esforzó por aclarar su intención de dialogar. Pero Ana, profundamente afectada por la aparente indiferencia de Chris, continuó caminando con la mirada baja, dejándolo atrás.

Desesperado, Chris gritó un intento de aclaración mientras perseguía a Ana, pero ella eligió ignorarlo y seguir su camino. Con el rabillo del ojo, Chris notó lágrimas escapando de los ojos de Ana, lo que lo hizo darse cuenta de que sus acciones estaban lastimándola profundamente. Comprendió que sus intenciones con ella tenían consecuencias que no había previsto.

Decidiendo dejar a Ana seguir su camino sola, Chris esperó pacientemente hasta que la vio entrar a su casa antes de dirigirse a la suya. Llegó a la casa de sus abuelos, con quienes compartía su hogar, y los saludó afectuosamente con un beso en la mejilla. Se dispuso a preparar la cena tanto para él como para sus abuelos, cumpliendo con sus responsabilidades familiares.

Luego de cenar, se ocupó de lavar los platos y de dejar la mesa en orden antes de retirarse a su habitación. En la privacidad de su cuarto, Chris se vio abrumado por un torbellino de emociones. Creía sinceramente que sus acciones herían a todos los que lo rodeaban y se sintió profundamente culpable por ello. La soledad de su habitación le dio espacio para dejar salir su frustración y tristeza.

Mientras tanto, Ana decidió no unirse a su madre y hermana para la cena. Permaneció en su habitación, tumbada en la cama, mirando fijamente el techo, con sus pensamientos centrados en las palabras y el comportamiento de Chris. Las lágrimas brotaron de sus ojos, y la tristeza la envolvió antes de que finalmente se quedara dormida.

La noche fue difícil para Chris. Lloró hasta altas horas de la madrugada, y la angustia lo llevó a recurrir a sus vicios como una vía de escape temporal. Entre los libros de literatura, encontró una caja escondida que guardaba cigarrillos, un encendedor y una navaja. Encendió un cigarrillo tras otro mientras jugaba con la navaja, perdiéndose en sus pensamientos y en el humo del tabaco. A medida que la cajetilla se vaciaba, Chris se dio cuenta de que las primeras luces del amanecer se asomaban por la ventana. Apagó su último cigarrillo y cerró las puertas de su balcón antes de acostarse exhausto.