Capitulo 7

Cuando llegaron a la casa de Ana, ambos estaban parados frente a la puerta. Chris, deseando tener la iniciativa, intentó abrazarla, pero la timidez le ganó y se despidieron sin contacto físico. Ana entró a su casa y Chris se marchó, sintiéndose decepcionado por no haber tenido la oportunidad de abrazarla, tenerla cerca, y expresar sus sentimientos hacia ella.

Mientras tanto, la vida de Ana parecía dividida en dos realidades opuestas. Fuera de casa, disfrutaba de un mundo alegre y especial en compañía de sus amigos, encontrando alegría en su presencia. Sin embargo, al regresar a casa, enfrentaba una realidad completamente diferente. Su madre constantemente buscaba discutir con ella y le culpaba por la partida de su padre cuando Ana tenía 12 años. A pesar de su amor por su madre, Ana sentía que la acusaban injustamente.

La única fuente de consuelo en esos momentos difíciles era su hermanita, quien le alegraba el día.Ana tenía sus propios problemas, pero guardaba silencio sobre ellos, sintiendo que nadie se preocupaba por sus luchas. Represaba su enojo y la necesidad de llorar, manteniendo sus problemas ocultos.

Tanto Chris como Ana compartían la tendencia a ocultar sus problemas, habiendo aprendido a vivir en un mundo aparte de la realidad. Cuando llegó el fin de semana, Chris decidió visitar a Ana. Al tocar la puerta, la madre de Ana le informó que la chica no estaba en casa. Chris pensó que la madre estaba mintiendo y le pidió desesperadamente ver a Ana, pero la madre insistió en que no estaba en casa y cerró la puerta.

Lo que Chris desconocía era que Ana había tenido una fuerte discusión con su madre minutos antes y había salido de casa llorando. Alarmado por la reacción de la madre, Chris intentó comunicarse con Ana por teléfono, pero no obtuvo respuesta. Decidió buscarla en los lugares que solían frecuentar juntos, como la plaza Villarreal y el parque, pero no logró encontrarla. Finalmente, recordó que Ana tenía un lugar favorito y tranquilo donde solía refugiarse. Era una pequeña cabaña en un campo que pertenecía a la familia de Ana. Sin dudarlo, Chris se dirigió hacia la cabaña siguiendo su intuición, y al entrar, escuchó sollozos, se encontró con un panorama desgarrador: Ana, con ojos enrojecidos y lágrimas en el rostro, alzó la mirada al escuchar que alguien había entrado Allí encontró a Ana, quien alzó la mirada al escuchar su llegada, revelando su angustia.

La mirada de Ana se cruzó con la de Chris en ese pequeño refugio, la cabaña en medio del campo. Sus ojos enrojecidos y su rostro empapado por las lágrimas eran un reflejo de la angustia que la había llevado a ese lugar. Chris, lleno de preocupación, se acercó lentamente a ella sin pronunciar palabra alguna, dejando que su presencia hablara por sí misma. Ana, por su parte, le dio la bienvenida con un gesto silencioso, un gesto que hablaba de la confianza que tenía en él, la confianza que le permitía mostrar su vulnerabilidad.

El silencio entre ellos se prolongó durante unos momentos, como si las palabras fueran insuficientes para expresar lo que sentían. Chris finalmente se sentó a su lado, respetando su espacio, pero dejando en claro que estaba allí para apoyarla en lo que necesitara.