Capítulo 4

Lizandra

El maestro Tirion se fue y nunca volvió, estoy sola con todo este trabajo por hacer.

"Prueba la magia" (eso es Rose, mi loba, hablando dentro de mi cabeza).

"No puedo, Rose, ¿y si alguien me ve haciéndolo?" respondí, también dentro de mi cabeza.

"No tengas miedo, niña, inténtalo."

"Está bien, pero prepárate para correr si es necesario."

Pasé los dedos por encima de las plántulas y se separaron solas, alineándose en la bandeja de madera. Tomé la bandeja y fui al lecho de flores preparado. Me agaché y moví de nuevo los dedos.

Las plántulas salieron de la bandeja, se alinearon y cada una entró en un pequeño agujero que ya estaba preparado. Después de que todas estuvieran en su lugar, dejé la bandeja en el suelo y presioné suavemente la tierra alrededor de sus raíces. No necesitaba hacer esto, pero en caso de que el maestro Tirion o cualquier otra persona llegara, era mejor que me vieran haciendo algo.

Sonreí levemente al admirar el trabajo realizado. Clavé una estaca con el nombre de la especie plantada para poder identificar lo que ya habíamos plantado. Tomé la bandeja y volví a la otra bandeja de plántulas. Estaba acostumbrada a usar magia en el huerto, y las frutas se estaban volviendo más hermosas y crecían rápidamente, pero nadie lo sabía.

Saqué las nuevas plántulas, en la bandeja, al exterior, cuando llegó el maestro Tirion.

"Desapareciste, qué bueno que regresaste." dije, pero realmente tenía curiosidad por saber a dónde había ido.

"Necesitaba entregar un mensaje, pero ahora que estoy aquí, noto que ya has completado un lecho de flores. Eres rápida, niña, eso es excelente. Continuaré trabajando en esto y voy a instalar las tuberías de riego, estaré más adelante, pero podrás verme. Si necesitas algo, solo llámame."

"Está bien, maestro, seguiré entonces." Lo vi alejarse con una sonrisa en su rostro.

Me dirigí hacia el lecho de flores, esperé a que tomara unas tuberías y se alejara, me agaché con la bandeja, miré alrededor y moví los dedos de nuevo, las plántulas regresaron a su lugar. Terminé de cubrir las raíces y fui a buscar más plántulas.

No sé de dónde viene esta magia, pero es genial con las plantas.

Así que pasé toda la tarde separando y plantando plántulas, divirtiéndome mucho. Al final del día, casi todos los lechos de flores estaban listos. Se estaba oscureciendo y finalmente el maestro Tirion regresó, parecía complacido con los lechos de flores, fue a la esquina exterior del invernadero para abrir una válvula e inmediatamente comenzó a rociar pequeñas cantidades de agua, humedeciendo los lechos de flores sin inundarlos.

"Gran trabajo, niña, ahora puedes irte a casa, vuelve mañana a las 8 en punto." dijo el maestro Tirion, feliz.

En ese momento, me tensé, temerosa. No sabía qué me esperaba en casa, ya que me había ido sin decirle a nadie y había estado fuera todo el día. Seguramente, mi madre tendría un montón de tareas para mí.

"Pero maestro, mi madre no lo permitirá, ella me necesita para ayudarla con la costura." le expliqué mi situación.

Me miró con esa expresión serena, como si no existiera ningún problema.

"No te preocupes, niña, descansa y no olvides comer. Cuando tu madre se entere de que fue el Alfa quien te envió, se calmará." Habló como si fuera tan sencillo.

Me fui, preocupada por el encuentro que tendría con ella, es muy probable que recibiera una paliza.

Llegué a casa y afortunadamente no vi a mi madre, me duché, me puse un vestido viejo y busqué algo para comer. Incluso me sorprendí al llegar a la cocina porque en la mesa había un plato tapado y una nota:

"No sé a qué hora volveré, come, necesitas alimentarte para tu nuevo trabajo. C."

¡Guau!

¿¡Mi madre diciéndome que coma?!

Era verdaderamente una gran sorpresa. Aún más sorprendente fue que ella supiera que ahora tengo un trabajo fuera de casa, porque adentro, ya tenía de sobra.

Me desperté temprano por la mañana, salí por la ventana y me fui al bosque. Me quite el vestido, lo coloqué en un arbusto y dejé salir a Rose, necesita alimentarse. Ella corrió, y sentí como si casi estuviésemos volando. Cazó una liebre y se alimentó. Fue al lago cerca de la cascada, bebió agua, y yo volví a ser humana y me sumergí.

Flotaba, mirando la luna casi llena, alejándome, se acercaba el amanecer. Salí del lago, liberé a Rose de nuevo, quien estaba más que contenta, y nos fuimos. Llegamos al arbusto donde había dejado mi ropa, volví a mi cuerpo humano, me vestí y volví a casa.

Hice café y sorprendentemente, había pan en el armario, huevos, frutas y fiambres en la nevera. Puse la mesa, me senté, comí y salí.

No vi a mi madre, así que pensé que sería mejor poner los perecederos en la nevera y dejé el resto en la mesa para que ella desayunara.

Llegué al trabajo a las siete y media, pero el maestro Tirion ya estaba allí, admirando los lechos de flores. Cuando me vio, me dio una amplia sonrisa, casi una risa.

"¡Mira, niña, ha sucedido un milagro!"

Miré los lechos de flores, y todas las plántulas habían crecido, los lechos de flores que habían sido plantados antes de mí estaban listos para cosecharse, eran hortalizas.

"¡Qué maravilla, maestro! Debió ser el agua o quizás realmente fue un milagro!" fingí, no podía revelar que había usado magia.

"Sea lo que sea, muestra que el Alfa tomó la decisión correcta al traerte a trabajar en el jardín."

Logró hacerme aún más feliz, estaba eufórica, levanté los brazos y comencé a saltar y bailar, tomé las manos del maestro y lo hice bailar también, reíamos y girábamos como en un vals, celebrando la prosperidad, como si las plantas celebraran con nosotros también. Hasta que escuchamos una voz profunda, con un tono molesto,

"¿Puedo saber qué está pasando aquí?"

Nos volvimos para mirar, pero ya sabíamos quién era. Solo podía ser él, el grosero Alfa Derick. Por supuesto, paramos de bailar y la alegría se convirtió en seriedad en mi rostro, y dejé que el maestro respondiera la pregunta del hombre grosero.

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