Capítulo 20

Había pasado una semana más y Adria se encontraba mucho mejor para poder viajar. Habían decidido en ir directamente al ducado de Lyon en Randen, puesto que por la situación de Adria, Marcus había dejado mucho tiempo de lado su trabajo y este empezaba a acumularse.

- Padre, te voy a extrañar muchísimo - Adria abrazó a su padre para despedirse de él.

- Yo también te extrañaré mucho hija, será difícil estar en casa sin ti a mi lado.- El padre de Adria estaba bastante triste, pues, su única hija se iría lejos con su nuevo esposo.

- Suegro, usted bien sabe que es bienvenido a nuestro hogar en cualquier momento que usted decida ir. - dijo Marcus- además Adria no estará sola, la Nana Dolores va a venir con nosotros.

- Gracias Marcus, pero no quiero incomodar a los recién casados. Además, tienen bastante trabajo por hacer, no es justo que yo les quite más de su preciado tiempo. Es mejor que ustedes vayan y posteriormente yo puedo ir a darles una vuelta en unos meses. Adria, solamente no olvides escribirme.

- Claro que no papá, te escribiré cada semana.

Adria, Marcus y la Nana Dolores se subieron a su carruaje para comenzar su viaje. Después de su última experiencia en la carretera, no querían arriesgarse a ser asaltados o atacados en el camino, así que decidieron contratar 15 guardias que los llevaran a salvo hasta el ducado de Lyon. El viaje sería largo, duraría alrededor de 4 días de la capital, ya que por el embarazo del Adria tenían que hacer constantes paradas para descansar.

A la mitad del camino encontraron una pequeña posada, no era la gran cosa, pero podrían descansar durante la noche y dormir en una cama finalmente.

Adria estaba muy cansada, pero tenía la necesidad de querer estar con su marido. Así que por primera vez en semanas fue a ponerse un camisón de noche bastante revelador para que su esposo la viera, después de tomar un baño claro.

Marcus aún no la veía, pues estaba sentado en la cama del lado contrario al pequeño baño, estaba quitándose su camisa cuando de pronto sintió unas pequeñas manos que hacían un delicioso masaje en sus hombros.

- No sabía que ya habías terminado de tomar tu baño.

- He terminado, y creo, señor mío, que es hora de que tome el suyo. Te ayudará a descansar - dijo dulcemente Adria, mientras besaba los músculos adoloridos de Marcus de la espalda por tantas horas de viaje.

- Tienes razón, ya regreso.- Marcus se levantó de la cama y al voltear, vio a Adria con ropa bastante reveladora. Pensó que necesitaría un buen baño de agua fría, pues al ver a su esposa con tan poca ropa, su hombría inmediatamente despertó.

Marcus se metió a bañar, había una pequeña tina en el baño de la posada, el agua era tibia y ayudaba a relajar sus músculos. Cerró sus ojos por un momento. Adria entró sin ropa al pequeño baño, y se metió a la bañera junto con Marcus.

- ¿Adria amor, estás segura? Yo puedo esperar más si es necesario, tal vez aún no estás lista.

- Siempre quieres esperar más y yo siempre te digo que estoy segura. Te necesito Marcus.- Y con esto último Adria beso los dulces labios de su esposo, sus cuerpos desnudos se acercaron como si fueran uno solo. La urgencia se sentía en ambos. Sus besos comenzaron a ser más voraces.

Marcus al ver que no cabían bien en la bañera, tomó a Adria de la cadera y se levantó con ella mientras la seguía besando, iba a llevarla a la cama para hacerla suya por segunda vez.

Cuando llegaron a la habitación, Marcus depositó a su esposa en la cama, y se quedó observándola un momento, no había tenido antes la oportunidad de observar su esbelto cuerpo como cincelado en marfil, sus pechos pequeños y perfectos, su cadera redondeada. Toda ella era una belleza. Suspiró profundamente y se agachó para besar los labios de su hermosa esposa, sus manos comenzaron a cubrir el largo de sus piernas. Su boca empezó a vagar por el exquisito y delgado cuello de Adria y bajando y bajando hasta sus pechos.

El sabor del cuerpo de Adria era embriagador y su aroma dulce lo volvía loco, jamás podría cansarse de estar así con ella. Piel con piel, la sensación era deliciosa, mucho más que su primera vez juntos. Ahora, siendo marido y mujer, él podía reclamarla para él completamente.

Sus labios siguieron bajando más abajo, pasó por sus costillas y luego por su vientre, ese vientre que tenía albergada la vida que Marcus jamás pensó que podría amar tanto. Podía oír los gemidos de Adria, excitada por su toque y por sus besos.

Marcus ya no podía y no quería demorar el momento de poseer a su mujer, así que, él se acomodó entre las piernas de la chica y entró en ella. Adria dio un gemido de placer que lo volvió loco y comenzó el vaivén de sus cuerpos. Cada estocada que Marcus hacía, los llevaba al paraíso y de vuelta a la tierra.

- Te amo - le confesó Adria en medio del acto.

- Yo también te amo Adria. - con la confesión, Marcus reclamó los labios de la chica.

Sus cuerpos cada vez más húmedos de sudor sentían cada roce, cada movimiento, cada beso y cada caricia con el máximo de sus sentidos hasta que el éxtasis los envolvió completamente en una explosión de placer.

Adria y Marcus felices, después de entregarse completamente el uno al otro, durmieron abrazados hasta la mañana siguiente.

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