La noche juntos

Andrés

Que bueno que no estés dormido aún- dice pícaramente.

Nunca había visto ese lado de Liz, siempre la he visto como una niña, como una hermana pequeña, pero me estoy cuestionando todo y no solo por verla con esa sexy lencería que lleva puesta que hace que mis deseos sexuales se despierten, si no que desde hace un tiempo he sentido cosas por Liz, supongo que es la convivencia.

Eso espero...

-Puedo dormir contigo?- me saca de mis pensamientos acercándose a mi lentamente.

-Liz... estás borracha y no sabes lo que dices- la detengo cuando está a punto de tocarme con su cuerpo.

-Borracha si estoy, pero se lo que digo y quiero dormir contigo, ¿eres mi esposo o no?- mientras lo decía sus ojos nunca dejaron de mirar a los míos.

-Liz... - dije algo nervioso sin dejar de retenerla, ella río a carcajada haciéndome confundir.

-Quiero dormir contigo, en la forma más literal que existe- me señaló la cama con sus ojos, la solté y brinco a la cama dejándome un espacio, no pude evitar reír, aunque por un instante pensé que se refería a otra cosa.

-Andrés tengo sueño, ven!- me suplico, me recosté junto a ella, mirando sus ojos que se cerraban por el sueño no pude evitar una pequeña sonrisa que me salió, me siento muy bien junto a ella algo que nunca había sentido. Liz abrió sus ojos que estaban húmedos como queriendo llorar.

-Lo siento- dice su voz se quebró un poco, pero ¿porque?. -Es mi culpa que no estés con ella... Pero te prometo que en cuanto logres tener una solución para divorciarnos, me iré tranquilamente- su mano acaricia mi mejilla suavemente, y me lanza una sonrisa mientras me ve con esos ojitos húmedos de lágrimas.

-¿Porque dices todo esto ahora?- espero una lagrima de ella para limpiarla y hacer el mismo gesto que ella me está haciendo, pero veo como retiene muy fuerte esas lágrimas.

-Porque... - su voz se volvió a quebrar -Porque no te molesto... Porque a pesar de que te obligaron a casarte conmigo me tienes un gran cariño y me cuidas, cuando deberías no se odiarme- lo último que dice lo dice mas calmada y su voz ya no suena quebrada, su mano ya no está en mi mejilla si no en mi brazo. Esto de alguna manera tiene que hacerme sentir bien porque me esta prometiendo que seguirá con el acuerdo que teníamos esto tiene que hacerme sentir calmado o seguro pero no es si como me siento, no me siento calmado ni seguro.

-Jamás te odiaría, eres la persona más especial que he conocido y prometo que hasta que tu me des la oportunidad te cuidare, no por este favor que me estas haciendo, es porque te quiero- la abrace y la jale hasta mi, pegando su cuerpo con el mío, le di un beso en la frente y su brazo rodeo mi torso y así nos quedamos hasta dormirnos.

....

Liz

Mis ojos pesan me cuesta mucho abrir los ojos y la luz que entra por la ventana no ayuda en nada, me siento en la cama y me restrugo los ojos para  despertarme, me doy cuenta que no estoy en mi cuarto si no en la de Andrés

-¿Que hago aquí? - me pregunto levantándome y veo mi ropa, que ropa digo la lencería que me regalo Rosa.

-¿Que paso anoche? - me tapó los ojos asustada.

-Buenos días Liz! - entra a su habitación recién salido de la ducha.

-¡Andrés!- me tapó con las sábanas.

-¿Que paso?, ¿no recuerdas nada? - me pregunta riéndose. Claro que recuerdo no me crean tan borracha solo que... Estoy muy avergonzada como pude vestirme así y meterme en su cama o haber dicho todo eso.

-Claro que lo recuerdo- le dije debajo de las sábanas para que no notará lo roja que me he puesto, me levante con la sabana aun tapándome todo para irme a mi cuarto pero sin querer tropiezo con su mesa de noche.

-Aaay!- exclame del dolor, Andrés se reía de mi, de mi torpeza más que todo.

-No te rías y ayúdame- le pedí furiosa.

-Esta bien! - se acercó a mi y me tomó de la mano por encima de las sábanas y me llevó a mi cuarto, me tire en la cama muy avergonzada no quería salir no puedo verlo a la cara después de todo lo que hice ayer.

-Liz!! El desayuno está listo- me grito Andrés desde la cocina.

-No tengo hambre!- le devolví el grito.

-Si no sales en dos minutos entró a tu cuarto- esta vez  lo escuche detrás de la puerta de mi cuarto, estoy segura que si no salgo el entrará.

-ok ok ya voy- me rendí, salí y llegué al comedor donde esta el desayuno listo y lista para pasar más vergüenza, me senté en la mesa que esta sola y llega Andrés con una jarra de jugo, se sienta junto a mi y me sirve un poco, quiero decir muchas cosas pero no quiero arruinarlo, no aparte de lo que hice ayer.

-Liz come se va a enfriar y no te gusta fría- me dice mientras le da una mordida a la arepa.

-Andrés lo siento no debí beber de esa manera ayer y hacer todo eso de verdad lo siento- dije sin verlo pero con la mirada al frente, voltee mi mirada a sus ojos.

-No tienes porque hacer de cuenta que no paso, es un poco incómodo- finalice, el tomo el vaso y tomo un sorbo de jugo.

-No hago como si no paso, estoy muy consiente de lo que dijiste anoche y me alegra que hayas sido sincera conmigo a pesar de que fue el vino la que hizo que seas de esa manera, Liz te quiero y lo que dije anoche lo cumpliré te cuidare hasta que me lo permitas- finalizó.

-Es lindo lo que dices pero mis disculpas no son por lo que dije, si no por lo que hice- subí mis hombros, Andrés se le escapó una risa eso hizo que me molestara de esta burlando, me levanta furiosa de la silla -Lo digo en serio no te burles- me iba a ir a mi cuarto pero siento que me toma por el brazo.

-No me burló por eso, si no por tu cara que esta roja, además no tengo nada que disculparte- me abraza dejándome inmóvil a cualquier movimiento que pueda hacer para huir. Al menos ahora estoy menos avergonzada, me hizo sentarme otra vez y empecé a desayunar.

-Lavas los platos Liz- me dice mientras se levanta de la mesa.

-Tramposo te toca a ti- le reclame entre risa.

-¿No eres mi esposa? - dice con algo de picardía en su tono de voz, recuerdo que eso lo dije anoche para dormir con el y mi cara se puso roja de nuevo, pero trate de hacerme la desentendida para que no lo notará, salió de la cocina y siguió hasta su cuarto pero antes de entrar se giro hacia mi y me dijo- Se que te acuerdas- me guiño el ojo y entró a su cuarto dejándome completamente roja de vergüenza.

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