DIME QUE VOLVISTE

Abrí los ojos lentamente pensando en que todo fue una pesadilla, ¡pero no! de echo estaba en el hospital y ellos estaban en mi habitación, me quedé anonadada al ver como ellos se demostraban amor frente a mi, ella era muy guapa a pesar de estar en una silla de ruedas.

-

-***Querido te dije que no era buena idea venir, este país no me gusta, además ni bien llegamos ya tenemos problemas, pero insististe en invertir en MACARTUR LIVE. -dijo ella con angustia-.

-Mi ángel, no te preocupes fue sólo un mal entendido, pronto volveremos a casa. -respondió el besándole las manos-.

No pude evitar sentir un dolor punzante ente en mi pecho, pronto volví a derramar gruesas gotas de lágrimas, ellos se dieron cuenta y voltearon a verme.

-Señorita que bueno que haya despertado, lamento haberle causado una gran confusión, dada la situación no me presenté, soy Edduard Shuarkson y está bella dama es mi prometida, Daliza Count.

-Hola querida, mucho gusto en conocerte veo que confundiste a mi prometido con tu difunto novio, debe ser doloroso para ti.

Yo me sentí fuera de lugar, aún no podía creer que no fuera mi Jonna, dada la situación no podía hacer otro drama muy avergonzada respondí.

-Me disculpo, yo...yo... te confundí.

-Descuida, al parecer eres Bella Macartur la encargada de llevarnos a su Compañía, tómese su tiempo ya llamé al presidente informando la situación ya debe estar en camino.

De pronto James entró como un loco, y se dirigió directamente hacia mi, ignorando a los presentes.

-Bella cariño ¿estas bien? ¿duele algo, que pasó?.

-Yo sólo tuve una pequeña descompensación, no es nada James.

-Me imagino que Ud. es el presidente de MACARTUR LIVE, un placer conocerlo soy Edduard Shuarkson, lamento conocernos en esta penosa situación.

James dió la vuelta para verlo, y quedó totalmente consternado.

-Tu..tú deberías estará muerto. -con voz temblorosa-.

-Con una sonrisa el respondió-.

-:veo que usted también me confunde si no me equivoco con ese misterioso Jonna ¿verdad?. No pensé encontrarme en tal situación.

-Así es señores, es nuestra primera ves en su País y por favor suplico no vuelvan a llamar de esa manera a mi prometido, entiendo que ustedes tienen un penoso pasado pero asimílenlo no es su amado Jonna. ¡Ahh! y perdón por no presentarme, soy Daliza Count heredera de "HOTENLER", estamos aquí por negocios no para presenciar asuntos personales.

-Jajaja perdón por las escenas, como podría compararlo con un mendigo, usted es inalcanzable y con estilo. - en tono sarcástico-. Querida no es Jonna déjalo descansar en paz de una vez por todas.

-Entiendo y me disculpo Señor Edduard

ahora quiero irme a casa, el olor a hospital me enferma.

-Querida quédate un poco mas a descansar, estas muy pálida.

-¡No! yo me largo.

James quiso detenerme a toda costa pero lo ignoré, salí a toda prisa muy decepcionada, esos sólo me miraron aún consternados.

Tomé un taxi y me fui a casa a desahogarme, ya que esa escena me afectó muchísimo. Pasé varias horas llorando en mi habitación mientras que James rompía mi teléfono con sus llamadas al cual ignoraba por completo. Pronto cayó la noche, él vino a ver como estaba.

- Bella cariño abre la puerta, la reunión fue un éxito firmamos el contrato no te preocupes por nada... Entiendo que te afectó ver el parecido, pero amor el no es Jonna, tienes que superarlo.

-¡Lárgate! déjame en paz. -grité histérica-.

Pronto oí los pasos de James alejarse en silencio.

Lloré tanto hasta quedarme dormida. Al día siguiente me desperté al borde de la cama, el cuerpo me dolía mucho, pasé a ducharme y luego a vestirme. Tomé lo que fuera del armario, no estaba con ánimos para elegir prendas ostentosas además no había nada nuevo ahí asi que cogí unos jeans, y algunos accesorios. Me miré al espejo y tenía unas grandes ojeras que disimulé con maquillaje y gafas oscuras.

Tomé un ligero desayuno y me dirigí a la compañía, pocos minutos después llegué, los empleados me saludaron con una respetuosa reverencia, con un hola muy frío respondí y me apresuré a subir al ascensor, marqué el piso 60 que daba a la oficina de James, ni bien llegué me aproximé a la oficina, estuve a punto de entrar cuando una conversación misteriosa me detuvo.

-Quiero que lo investigues, es imposible que haya sobrevivido.

Me quedé helada, no era tonta imaginé que se trataba de alguien importante, la curiosidad me invadió, tenía que averiguar de quien se trataba. La voz de James me produjo terror, parecía la de un despiadado villano. Me armé de valor y toqué como si nada hubiera pasado.

-toc toc... ¿se puede?

Él colgó el teléfono muy aprisa.

-Bella cariño adelante, tenía una llamada de un socio pero ya terminé. ¿A qué se debe tu visita?.

-James vine a disculparme por lo de ayer, yo estaba muy afectada lo siento no quise herirte.

-Descuida amor, te comprendo sabes que te amo, y soportaría todo por ti.

Se acercó lentamente hacia mi intentando besarme así que me moví al otro extremo.

-James veo que estas ocupado te dejo, tengo un asunto por revolver, nos vemos.

Salí muy aprisa, estaba completamente distraída cuando de pronto choqué con un pecho duro y a consecuencia mi cartera de mano cayó al piso, muy adolorida procedí a recoger a toda prisa, cuando de pronto mis manos chocaron con una mano velluda. Me apresuré a levantar la mirada y era el guapo director Edduard quien se detuvo muy apresurado a recoger mi cartera. Nuestras miradas se encontraron a profundidad, hubo unos minutos de silencio mientras nos contemplábamos el uno al otro.

-Ohhh señorita Bella, gusto en verla de nuevo. ¿cómo se encuentra?.- preguntó mientras me alcanzaba la cartera.

-Director buen día, estoy bien gracias, disculpa por chocalo.

- Descuida.

Me levanté muy a prisa para huir de su presencia, estaba a punto de fugarme cuando el él me detuvo.

-Si no es molestia me gustaría que me recomiende un lugar para desayunar, salí a prisa y no tuve tiempo.

💭¡Santo Cielo! porque a mi. pensé en mis adentros.

-De aquí a tres cuadras hay una excelente fuente de soda, una ves ahí voltee 10 pasos a la izquierda y listo, bueno yo me retiro.

Estaba a punto de dar un paso cuando el me volvió a detener.

-No se moleste, pero ¿podría acompañarme?

No tuve más remedio, dije que si, mostrando una gran sonrisa de Wasón, ¡caray! nunca en mi vida había tenido que fingir de esa manera.

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