Un matrimonio entre amigos. ¿Qué podría salir mal?
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Capítulo 10 - La Boda
El día de la boda amaneció con un cielo despejado y una brisa suave que mecía las flores del jardín. Valerie se despertó sintiéndose extrañamente calmada. No había mariposas en el estómago ni nervios de novia. Solo una resignación serena ante lo inevitable.
-Es el día más importante de su vida, señorita- dijo Margaret mientras preparaba el baño.
-Es un día importante para nuestras familias- corrigió Valerie. -Para mí, es simplemente el día en que cambio de apellido.
Margaret la miró preocupada pero no dijo nada más.
Elizabeth llegó temprano para ayudar con los preparativos. Había estado extrañamente callada desde la cena de reencuentro.
-¿Estás bien, Liz?- preguntó Valerie mientras Margaret le arreglaba el cabello.
-Debería preguntarte eso a ti- respondió Elizabeth. -Te vas a casar en unas horas y actúas como si fueras a una reunión de negocios.
-Porque esencialmente eso es lo que es- Valerie se encogió de hombros. -Sebastián fue muy claro sobre sus expectativas. Este es un matrimonio de conveniencia, nada más.
-Pero ustedes fueron los mejores amigos...
-Esa era otra vida, Liz. Esa Valerie que rogaba por la amistad de Sebastián ya no existe.
Elizabeth vio algo en los ojos de su amiga que la preocupó. No era solo aceptación; era como si Valerie hubiera construido muros alrededor de su corazón.
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En la mansión Cross, Sebastián se vestía con la ayuda de sus sirvientes. Se veía impecable en su traje de boda, pero había una tensión en sus hombros que no había estado ahí en años.
-¿Nervioso, hijo?- preguntó Lord Cross al entrar.
-¿Por qué estaría nervioso? Es solo una ceremonia- respondió Sebastián.
-Vas a casarte con una mujer hermosa de una familia excelente. Algunos hombres considerarían eso motivo de celebración.
Sebastián no respondió. No sabía por qué la conversación de anoche con Valerie lo había dejado tan... insatisfecho. Había conseguido exactamente lo que quería: un acuerdo claro y sin complicaciones emocionales. Entonces, ¿por qué se sentía tan molesto?
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La ceremonia se realizó en la capilla familiar de los Grey. El lugar estaba decorado con flores blancas y doradas, y los invitados más importantes del reino habían asistido. Era exactamente el tipo de boda que se esperaba de dos familias poderosas.
Cuando Valerie apareció al final del pasillo del brazo de su padre, Sebastián sintió que se le cortaba la respiración. Se veía absolutamente radiante en su vestido de seda blanca, con el cabello arreglado elegantemente y una tiara que había pertenecido a su abuela. Pero lo que más lo impactó fueron sus ojos: completamente serenos, sin rastro de la emoción que había esperado ver.
Valerie caminó hacia el altar con la gracia de una reina. Cuando llegó junto a Sebastián, le dirigió una sonrisa cortés pero distante, como si fuera un conocido casual en lugar del hombre con quien estaba a punto de casarse.
El sacerdote comenzó la ceremonia con las palabras tradicionales sobre el amor, la devoción y la unión de dos almas. Valerie mantuvo su expresión serena durante todo el proceso, respondiendo en los momentos apropiados con voz clara y firme.
Cuando llegó el momento de los votos, ambos recitaron las palabras tradicionales sin emoción particular, como si estuvieran leyendo un contrato comercial.
-¿Aceptas a Sebastián Cross como tu esposo, para amarlo y respetarlo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?
-Sí, acepto- respondió Valerie sin vacilar.
-¿Aceptas a Valerie Grey como tu esposa, para amarla y respetarla en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?
Sebastián dudó por una fracción de segundo, mirando los ojos serenos de Valerie. -Sí, acepto.
Cuando llegó el momento de intercambiar anillos, sus manos se tocaron brevemente. Sebastián notó que las de ella estaban perfectamente firmes, sin el más mínimo temblor.
-Puede besar a la novia- declaró el sacerdote.
Sebastián se acercó a Valerie, y por un momento sus ojos se encontraron realmente por primera vez en años. Sebastián se inclinó y le dio un beso breve en los labios, más una formalidad que un gesto de afecto.
Los invitados aplaudieron, y oficialmente se convirtieron en marido y mujer.
Durante la recepción, se comportaron como la pareja perfecta. Bailaron el vals tradicional, sonrieron para los retratos familiares, y recibieron felicitaciones con cortesía impecable. Para los observadores externos, parecían la pareja ideal.
Pero Elizabeth, que los conocía mejor que nadie, podía ver la actuación. Era como ver a dos actores talentosos interpretando roles en una obra de teatro.
Cuando finalmente terminó la recepción y era hora de retirarse a su nueva residencia, Valerie se despidió de sus padres con compostura. No hubo lágrimas ni emociones dramáticas.
-¿Estás lista?- preguntó Sebastián, ofreciéndole su brazo.
-Por supuesto- respondió Valerie, tomando su brazo con la misma formalidad que había mantenido todo el día.
Mientras se dirigían hacia su carro, Elizabeth los observó partir con el corazón encogido. Había algo profundamente triste en ver a dos personas que una vez habían sido tan cercanas tratándose como perfectos extraños.
-¿Crees que serán felices?- le preguntó Lady Grey a Lady Cross mientras veían partir el carruaje.
-Aprenderán a serlo- respondió Lady Cross. -El amor a veces viene después del matrimonio.
Pero Elizabeth, que había visto la mirada fría en los ojos de ambos, no estaba tan segura. Tenía la horrible sensación de que habían presenciado el comienzo de algo que podría ser más parecido a una guerra fría que a un matrimonio.