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Los Que Imitan

Los Que Imitan

Status: En proceso
Genre:Terror / Apocalipsis
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: jose yepez

En un mundo donde la posición del ser humano en el planeta se ve amenazada por intrusos desconocidos que intentan ocupar su lugar, este diario que acabas de encontrar contiene en el las voces de aquellos que no quieren quedar en el olvido

NovelToon tiene autorización de jose yepez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

23/04/2026

Hoy les escribe Emily.

Hoy Joel me prestó el diario.

Caminamos mucho. Más de lo que debería haber caminado con el estómago vacío y las piernas entumecidas por el frío, pero uno aprende a ignorar el cuerpo cuando el instinto de supervivencia manda. El paisaje era el mismo de siempre: árboles partidos por la mitad como si una fuerza invisible los hubiera arrancado del suelo, autos oxidados, casas derrumbadas que parecían haber envejecido cien años en unas pocas semanas. A veces me parece que la tierra misma está enferma.

Encontramos una casa con paredes intactas. Eso, en estos días, es casi un milagro. Una estructura completa, con techo y ventanas —algunas rotas, sí, pero aún en pie. Nos sentimos seguros por unas horas. Un pequeño respiro dentro del caos.

Le conté a Joel sobre el lugar donde crecí, con un columpio que colgaba de un árbol de cerezo. Me escuchó en silencio, pero sé que entendió. No hacía falta que respondiera. Su forma de asentir, de quedarse quieto, de mirarme con esos ojos que parecen haberlo visto todo, era más que suficiente. Fue como hablar con alguien que realmente está ahí, no solo sobreviviendo, sino presente.

La casa que encontramos era como un fantasma de normalidad. Había marcos con fotografías aún colgadas en las paredes, aunque el vidrio estaba roto y las imágenes descoloridas por el sol. Una familia sonriente: padre, madre, dos niños y un perro. Me quedé mirando sus rostros durante mucho tiempo, preguntándome qué les habría pasado, si habrían logrado escapar juntos o si habrían sido separados por el caos. Me pregunté si alguien los sigue recordando. Si queda alguien con sus nombres en la memoria.

Joel exploró cada habitación metódicamente, buscando suministros. Es cuidadoso, como si esperara que cada puerta o armario ocultara una amenaza. Encontró algunas latas de comida en la alacena y un botiquín con vendas y desinfectante en el baño. Su rostro se iluminó como si hubiera descubierto un tesoro, y supongo que así era. En este mundo, una lata de frijoles es oro.

Mientras él buscaba, yo me senté en el sofá cubierto de polvo y cerré los ojos. Me dejé llevar por el olor a madera vieja, por el crujido del techo, por el silencio que no era del todo silencio. Por un momento, fingí que era mi casa, que estaba esperando a que mi madre me llamara para cenar, que mi hermano bajaría en cualquier momento quejándose de la tarea.

Tuve que hacer un esfuerzo para no dejarme arrastrar por las lágrimas. No quería que Joel me viera así. Pero ese momento breve, ese paréntesis en el horror, me recordó que sigo siendo humana. Que no todo se ha roto dentro de mí.

Joel se sentó junto a mí cuando terminó su búsqueda. No habló, solo me acompañó en ese silencio que se había vuelto cómodo entre nosotros. Entonces comencé a hablarle de mi infancia en Minnesota, de los veranos jugando junto al lago, de los inviernos construyendo fortalezas de nieve con Ethan.

Le conté sobre el columpio que mi padre había colgado del cerezo cuando yo tenía seis años. Cómo florecía en primavera y parecía que me columpiaba entre nubes rosadas. Cómo el aroma dulce de las flores me hacía sentir que todo era posible. No he vuelto a ver un cerezo desde entonces. Tal vez ya no existan. O tal vez solo están escondidos, esperando a que alguien vuelva a mirar.

Joel no dijo nada, pero vi cómo se relajaban sus hombros, cómo su mirada perdía algo de esa dureza constante. Creo que mis recuerdos le dieron un respiro, un momento para olvidar el dolor de su costado y el peso de este mundo roto. Y eso, en medio de tanto silencio, vale más que cualquier medicina.

Mientras él preparaba el fuego con trozos de madera seca que encontramos en el patio, me levanté y recorrí la casa en silencio. En el piso de arriba había una habitación infantil con un móvil colgando del techo, cubierto de polvo. Aún giraba ligeramente con el viento que se colaba por una ventana rota. Sobre la cama, una manta con dibujos de estrellas. Me acerqué y la toqué. Estaba fría.

Cuando se oscureció, encendimos una pequeña vela que encontramos en un cajón. Su luz temblorosa proyectaba nuestras sombras en la pared, agrandadas y distorsionadas. Dos supervivientes en un mundo de sombras. Joel dijo que parecía una obra de teatro de monstruos, pero con actores reales. Me reí. Fue corto, seco, pero sincero.

Me pregunto si este será uno de esos momentos que recordaré, si llegamos a un lugar donde se pueda recordar sin miedo. Un lugar donde el pasado no sea solo una trampa emocional. Por ahora, solo me aferro a la calidez del fuego, al murmullo del viento afuera y al sonido tenue de su respiración mientras duerme.

Esta casa, este momento, esta noche...

Quizás no sea paz.

Pero se siente muy cerca.

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Eloi Martinez
Tu forma de escribir te envuelve en ese escenario , seguiré leyendo.
♡お前のペンデハ♡
🤩¡Tu novela me tiene enganchada! No puedo esperar para leer lo que sucede después.
Đông đã về
Tu historia es mágica, los detalles y la trama me hacen querer más🧚‍♀️
Koichi Zenigata
Impactante capítulo
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