Sin Reglas
Mis padres estaban sentados frente a mí, esa típica mirada de frustración y cansancio que no me era nueva. Yo estaba en el centro de su sala de estar, sentada con los brazos cruzados, mirando el techo, como si me fuera a interesar lo que tenían que decirme. ¿Y qué podía ser tan grave ahora? Después de haber sido expulsada de todas las escuelas del país por mis travesuras, ¿qué otra opción les quedaba? Claro, siempre habían sido más preocupados por sus negocios que por mi vida. Así que, ¿por qué no seguir ignorándome?
Pero esta vez no era lo mismo. Algo en sus caras me decía que estaban decididos.
Mi madre, con su cabello perfectamente peinado y su mirada fría, fue la primera en hablar.
—París, ya no podemos más. Hemos intentado todo. Todas las escuelas, los consejeros, las terapias... —su voz era fría, distante, como siempre. —Pero ya no. Ya no sabemos qué hacer contigo. Así que hemos decidido... —se detuvo un momento, como si las palabras le costaran.
Mi padre intervino, su tono era aún más autoritario que el de ella, y lo conocía bien. Era como si pensara que con darme órdenes podría cambiar algo.
—Tu abuelo, el director de la escuela militar, ha aceptado que te envíen allá. Esto se acaba, París. Ya no vas a seguir haciendo lo que te plazca.
De inmediato, mi estómago se revolvió. La escuela militar... ¡Eso sí que era el colmo! ¡¿Cómo se atrevían?!
—¡Ustedes no pueden mandar en mi vida! ¡Solo son mis padres, pero ni siquiera se comportan como tal! —grité, levantándome de golpe. Mis padres me miraban en silencio, como si lo que estaba diciendo no les importara. Pero en sus ojos vi algo: una mezcla de desesperación y alivio.
Mi madre dejó escapar un suspiro, pero fue mi padre quien respondió con esa calma que siempre me desquiciaba.
—Eres menor de edad. Y se hace lo que nosotros digamos. —su voz era firme, implacable, como si no hubiese cabida para una discusión.
—¡No! ¡No me voy! —grité, mis manos apretándose en puños. La rabia me quemaba por dentro.
Pero mi padre ya había tomado la decisión, y al parecer, mis berrinches no iban a cambiar nada.
Mi madre levantó su teléfono móvil y marcó un número sin decir una palabra más. Unos segundos después, escuché la voz de un hombre al otro lado de la línea. Mi abuelo.
—He hablado con tu abuelo, París —dijo mi madre, con una sonrisa helada. —Tu futuro está decidido. Este no es un juego. Ahora te vas a la escuela militar.
Y entonces, mi mundo dio un giro. La desesperación me hizo dar un paso hacia atrás, pero lo que más me molestaba no era que estuvieran decidiendo por mí. Lo que me dolía era que, una vez más, mi vida parecía no importarles lo suficiente como para hacer algo diferente. Solo querían que me callara y cumpliera con lo que les pareciera adecuado.
Mi mente comenzó a imaginarme en ese horrible lugar. Una escuela militar. Un campo de disciplina y reglas estrictas. Y lo peor, tener que estar allí con... ¡mi abuelo!
—¡No voy! ¡Ni loca! —grité, saliendo disparada hacia la puerta. Pero mi padre me detuvo antes de que pudiera escapar.
—Vas a ir, París. Y no vas a discutir más. —me miró con esa mirada que dejaba claro que no había marcha atrás.
Me giré hacia ellos, desbordada por la rabia y la impotencia, pero la decisión estaba tomada. Mi vida había dejado de ser mía hace mucho, y esta vez, no podía evitar lo que venía.
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Updated 28 Episodes
Comments
Yanet Cristina Vilugron Salazar
interesante
2025-01-29
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