Besos amargos: Un matrimonio sin amor, un corazón sin libertad.
Emily hija del ceo más importante de Washington, es obligada por su padre, quién siempre la obliga a hacer lo que el quiere a casarse con Liam, heredero de la gran prestigiosa y adinerada familia Johnson.
Liam heredero de la gran familia Johnson. Desde niño ha crecido bajo las sombras de su frío padre quién solo se preocupa por el poder y la riqueza, inculcandole que lo más importante es el poder y las riquezas.
Sin embargo, todo eso cambiará cuando conozca a Emily.
¿Qué pasará cuando ambos contraigan matrimonio?
¿Se lograrán enamorar? ¿ o cada quién tomará caminos diferentes?
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Capítulo 9: La tensión
Al terminar de ver la película, las chicas decidieron irse cada una a sus respectivas casas. Emily se despidió de Amanda y Arthur, y se fue con Lina e Isabella.
Después de que las chicas se fueron, Amanda y Arthur se quedaron solos en la casa. Cuando se quedaron solos, la atmósfera en la casa cambió. Arthur y Amanda se miraron con una mezcla de tensión y resentimiento.
—¿No te pudiste quedar en un hotel?— dijo Amanda, su voz llena de frustración.
Arthur se encogió de hombros. —No fue mi decisión, tu padre quiso que me quedara contigo.
Amanda frunció el ceño. —No es necesario, tengo 17 años, puedo cuidarme sola.
Arthur se puso serio. —Amanda, no comiences.
—¿Qué? —preguntó Amanda, con una sonrisa sarcástica—. ¿No quieres hablar sobre lo que realmente pasa?
—No tengo ganas de discutir contigo —dijo Arthur, su voz firme.
Amanda se cruzó de brazos. —Quiero saber por qué sigues actuando como si todo estuviera bien. Cuando sabes que no lo está.
Arthur suspiró. —Amanda, ya hemos hablado de esto. No hay nada más que hablar.
—Mantente alejado de mí —dijo Amanda, su voz baja y amenazante.
Amanda se dio la vuelta y se fue a su habitación, cerrando la puerta con fuerza. Arthur se quedó solo en la sala, sintiendo el peso de su culpa y la pérdida de la relación con Amanda.
Se sentó en el sofá, mirando la oscuridad que se cernía sobre la casa. La tensión entre ellos era palpable, y Arthur no sabía cómo resolverla.
Se levantó y se dirigió a la cocina, buscando algo que hacer para distraerse. Pero no podía sacar de su mente la imagen de Amanda, su rostro lleno de resentimiento y dolor.
¿Qué había pasado entre ellos? ¿Por qué Amanda lo rechazaba de esa manera?
Arthur se sintió confundido y solo, sin saber cómo recuperar la conexión que una vez habían tenido.
La noche se estiraba ante él, llena de preguntas y dudas. ¿Qué pasaría mañana? ¿Cómo podrían convivir en la misma casa sin hablar?
La oscuridad parecía cerrarse sobre él, y Arthur se sintió perdido en un mar de incertidumbre.
Arthur se quedó en la cocina, mirando la oscuridad a través de la ventana. La noche parecía reflejar su estado de ánimo: oscuro y confuso.
Recordó la conversación con Amanda en la sala. Ella había dicho que no quería hablar sobre lo que realmente pasaba. Arthur sabía que ese "algo" se refería a lo que había pasado entre ellos.
Se sintió culpable por lo que había hecho. Sabía que había lastimado a Amanda y que ella aún no lo había perdonado.
De repente, escuchó un ruido en el pasillo. Se levantó y se acercó a la puerta de la cocina.
Era Amanda, de pie en la oscuridad, mirándolo con ojos tristes.
—Necesito un vaso de agua —dijo, su voz suave.
Arthur se hizo a un lado, permitiéndole pasar. Amanda se dirigió al fregadero y llenó un vaso de agua.
—Gracias —dijo, sin mirarlo.
Arthur se sintió incómodo. La tensión entre ellos era palpable.
—Buenas noches —dijo, intentando romper el silencio.
Amanda se dio la vuelta y se fue sin responder.
Arthur se quedó solo en la cocina, sintiendo la distancia entre ellos.
¿Qué pasaría mañana? ¿Podrían Amanda y él encontrar una manera de convivir sin tensiones?