Luego de una decepción amorosa Lila viaja a Londres buscando la contención de su padre pero en el camino encuentra algo más que solo amor y contención familia. Una nueva historia da comienzo en medio de toda su crisis sentimental.
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capítulo 22
La tarde avanzaba con calma, derramando una luz dorada sobre la ciudad mientras los rayos del sol se filtraban a través de las cortinas del hotel. Lila aún tenía el cuerpo tibio de las emociones vividas. La despedida de Vladímir había sido breve pero cargada de significado: un beso en la entrada, una última caricia en la mejilla, y un susurro grave que aún resonaba en su memoria.
—Hasta luego, princesa...
Lila cerró la puerta suavemente, con una sonrisa boba dibujada en los labios. Se apoyó en ella por un instante, dejando escapar un suspiro largo, mientras su corazón latía con un ritmo sereno, distinto, nuevo. Lo que había sentido con él no era una ilusión pasajera. No se trataba solo de deseo. Era otra cosa… más profunda.
Acomodó su bata, se soltó el cabello y caminó descalza hasta el ventanal. Afuera, la ciudad parecía ajena a la tormenta que se había calmado dentro de ella.
Justo en ese momento, se oyó un golpeteo suave en la puerta. Lila no necesitó adivinar quién era.
—Adelante, Carla. Está abierto —dijo con tono casual mientras se sentaba en el sofá.
Su amiga entró con dos cafés en mano, un bollo de pan en la boca y una sonrisa burlona en los labios.
—¿Tarde de confesiones y carbohidratos? —preguntó con voz cantarina.
Lila rio.
—Solo si prometes no burlarte.
—Prometer, no prometo nada —dijo Carla dejándose caer a su lado y entregándole una de las tazas—. Pero sí juro que estoy lista para escucharlo *todo*.
Lila la miró de reojo, con una mezcla de complicidad y timidez. Luego, tomó un sorbo del café y exhaló.
—Fue... mágico.
—Ajá… sabía que ibas a empezar así. Sigue, pecadora —Carla se acomodó con las piernas cruzadas y expresión hambrienta de chisme.
—Te juro que fue diferente a todo lo que había vivido antes. No fue solo fuego —aunque hubo, y mucho—, fue delicado… paciente… intenso. Es como si Vladímir supiera leerme, como si me conociera desde antes.
Carla sonrió, enternecida, y dejó la taza sobre la mesa.
—Amiga… ¿te das cuenta cómo te brillan los ojos cuando hablas de él?
Lila se tapó el rostro con ambas manos.
—¡No me hagas esto!
—Te lo hago, te lo tengo que hacer. Se nota, Lila. Te gusta de verdad.
Ella bajó lentamente las manos y confesó, con un hilo de voz:
—Sí… me gusta. Mucho.
Carla dio una pequeña palmada y exclamó:
—¡Por fin! Después de tanto tormento con tu ex, ya era hora de que alguien te devolviera el alma al cuerpo… y al corazón.
—Sí… eso hizo. No sé si esto se va a transformar en algo más, no quiero apresurarme, pero... me siento viva. Y eso me basta.
Carla asintió, emocionada.
—Eso es lo importante, amiga. Que te sientas bien. Te lo mereces más que nadie.
Ambas compartieron un momento de silencio, saboreando sus cafés y las emociones a flor de piel. Luego, Lila giró la cabeza con una sonrisa ladina.
—Ahora tú. Cuéntame... ¿qué pasa con mi hermano?
Carla frunció el ceño con exagerada confusión.
—¿Qué pasa con qué?
—Carla...
—¿Qué? ¡No tengo idea de lo que estás insinuando! —bromeó llevándose la mano al pecho.
Lila soltó una risita.
—Te vi, Carla. En el almuerzo... y en el bar. Esa forma en la que se miraban, los bailes, el tono en el que le hablabas… te conozco, no me puedes mentir.
Carla suspiró y se dejó caer hacia atrás, como si estuviera rindiéndose ante la evidencia.
—Está bien, está bien. Lo admito. Tu hermano es... fuego.
—Ajá.
—Es atractivo, atento, seguro, y tiene una sonrisa que podría derretir el Ártico —confesó Carla, alzando las cejas.
—¿Y?
—Y... sabe cómo tratar a una mujer. La noche que pasamos juntos fue espectacular. No solo físicamente. Me sentí... cuidada. Valorada. No sé cómo explicarlo.
Lila asintió, entendiendo más de lo que decía.
—Pero…
—¡Exacto! —Carla la señaló con una sonrisa resignada—. Pero. No creo que esto avance mucho más allá. Dimitri es muy... correcto. Muy estructurado. Es el tipo de hombre que piensa en el futuro, en estabilidad, en todo eso. Yo soy más... fuego de artificio. Me gusta vivir el momento, improvisar, y no sé si podría cambiar para estar con alguien como él.
Lila bajó la mirada, pensativa. Luego la miró con dulzura.
—Te entiendo. Solo… sé clara con él. Dimitri no es alguien que juegue. Y aunque me encantaría que estuvieran juntos, no quiero que ninguno de los dos salga lastimado.
Carla se puso seria por primera vez en la charla.
—Lo sé. Y te lo prometo. No le voy a mentir ni a hacerle ilusiones. Si algo pasa, será porque los dos queremos lo mismo. Y si no… bueno, que quede como un recuerdo hermoso. Como una noche perfecta.
—Eso me basta —dijo Lila sonriendo—. Y si las cosas cambian, ya sabes que voy a estar del lado de la verdad… no de uno o del otro.
Carla la abrazó con fuerza.
—Te adoro, ¿lo sabías?
—Lo sé, lo sé. Y yo a ti. A pesar de tus locuras —bromeó Lila.
Ambas soltaron una risa que resonó en la habitación como una melodía de libertad. Estaban sanando. Caminando hacia nuevas versiones de sí mismas. Con errores, con dudas, pero también con nuevas esperanzas.
La tarde se esfumaba lentamente mientras ellas compartían recuerdos, planes y algunas risas más. Y aunque no sabían lo que el futuro les deparaba, sí tenían claro algo: pase lo que pase, se tendrían la una a la otra.
Y eso, en un mundo tan caótico, ya era una victoria.
dañó a su familia por un desliz que ni siquiera fue seguro.
Su madre se merecía eso por dañar todo.
Pero Lila no
Básicamente ellos dañaron la relación de sus hijos.
TODO.
Ella traicionó a su familia, y luego hizo escoger a sus hijos, más que nada el hecho de que el otro se enteró de la peor forma, no fue capaz de nada.
le segunda el padre al no ser fuerte y dejarla a tiempo, que dañó a sus hijos.
y para colmo ella se descarga con su hermano que no tiene culpa, no es obligación querer hablar con su madre
Que fastidio cuando dices algo y no cumplen, yo me largaba de ahí 🙄🙄
dos hermanos y ahora con quién. dioooooos que dilema