Un soldado de un antiguo reino fue sometido a un experimento para transformarlo en un arma de destrucción masiva mediante alteración genética. Algo salió mal y despertó mil años después, en un mundo mágico lleno de bestias de fantasía. Desorientado, encuentra las ruinas de su reino y un nuevo campo de batalla entre civilizaciones desconocidas. Con habilidades sobrehumanas, debe descubrir su propósito en este nuevo y peligroso mundo.
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Capítulo 10: Intriga y Desafío
Zen se acercaba a la aldea humana de Marly con cautela. Desde su posición oculta entre los árboles, pudo observar la llegada de una caravana cargada con materiales preciosos y escoltada por varios guerreros. Los estandartes que ondeaban en la entrada de la aldea llevaban el emblema del reino de Marly, lo que le sorprendió. En su época, Marly era un pequeño reino en desarrollo, y ahora parecía haber expandido su territorio considerablemente.
Zen centró su atención en los materiales que la caravana estaba descargando. Reconoció de inmediato algunos de los metales y artefactos. Eran muy similares a los que había visto en el laboratorio donde fue transformado en la criatura que era ahora. *Estos materiales deben tener alguna conexión con mi pasado,* pensó, su curiosidad y determinación creciendo.
Desde su escondite, Zen logró escuchar a los guardias y aldeanos hablar sobre una expedición programada para el día siguiente a una antigua torre en ruinas. La caravana había regresado de la torre con estos materiales y planeaban volver para recolectar más. Con esta nueva información, Zen decidió regresar a su base y prepararse. Sabía que necesitaba estar listo para cualquier cosa, y que debía acercarse a la torre sin ser detectado. Se pasó el resto del día y la noche construyendo un disfraz con materiales del bosque y de la aldea orca, creando un camuflaje que le permitiría moverse más cerca de los humanos sin levantar sospechas.
Mientras Zen trabajaba en su disfraz, la perspectiva cambiaba a Elara, la maga que lideraba la expedición.
**Perspectiva de Elara**
Elara observaba la actividad en la aldea desde una posición elevada, su mente llena de preocupaciones y responsabilidades. Había sido enviada en esta misión por el Barón Reiyus, conocido también como el Caballero Dorado. Reiyus era un noble respetado y valiente, famoso por su habilidad para liderar y proteger el reino de Marly. Su misión era clara: recolectar materiales preciosos de la antigua torre en ruinas, materiales que eran vitales para el reino.
Elara, con su cabello largo y plateado que brillaba bajo el sol, se destacó no solo por su apariencia sino también por su habilidad en la magia defensiva y curativa. Sus ojos de un azul profundo reflejaban la sabiduría y el poder que había acumulado a lo largo de los años. Vestía una túnica azul oscuro adornada con runas doradas, que denotaban su alto rango y su dominio en las artes arcanas.
La expedición a la torre había sido ordenada por el Barón Reiyus debido a la importancia estratégica de los materiales que se encontraban allí. Los metales raros y los artefactos mágicos eran esenciales para fortalecer las defensas del reino y prepararse para posibles amenazas futuras. Elara entendía la gravedad de su misión y estaba decidida a cumplirla, a pesar de los peligros que acechaban en el camino.
**La Emboscada**
El día siguiente llegó, y la caravana partió hacia la torre en ruinas. Elara, montada en su caballo, lideraba el grupo de guerreros que la escoltaban. La atmósfera era tensa, y aunque el viaje comenzó sin incidentes, Elara no podía sacudirse la sensación de que algo andaba mal. Los materiales que habían recolectado el día anterior eran valiosos, y cualquier enemigo con conocimientos sobre ellos podría intentar interceptarlos.
Al llegar a la torre, el grupo comenzó a preparar el terreno para la recolección de más materiales. La torre, aunque en ruinas, aún albergaba un aura de poder antiguo, y sus pasillos oscuros y llenos de ecos de un pasado olvidado resultaban inquietantes. Mientras sus compañeros exploraban y recolectaban, Elara permaneció en guardia, vigilando los alrededores con atención.
De repente, la tranquilidad del lugar se vio rota por un grito de advertencia. Un grupo de orcos, goblins y un gigantesco ogro de color morado emergió del bosque, liderados por un hechicero goblin. La emboscada fue rápida y brutal. Los guerreros humanos se vieron superados por la fuerza y la cantidad de los atacantes. Elara, consciente del peligro inminente, comenzó a conjurar barreras mágicas para proteger a sus compañeros.
El combate fue feroz. Los orcos atacaban con una fuerza descomunal, mientras que los goblins, más pequeños pero ágiles, se infiltraban por los flancos, sembrando el caos entre los defensores humanos. El ogro, con su maza gigante, arremetía contra todo lo que se interponía en su camino, mientras el hechicero goblin lanzaba hechizos oscuros que debilitaban las defensas de los humanos.
Elara, con su magia, mantenía a raya a los atacantes, pero la presión era abrumadora. Los guerreros caían uno a uno, incapaces de resistir la embestida del enemigo. La maga luchaba por mantener su concentración, sus ojos brillaban con una luz azul intensa mientras lanzaba hechizos de protección y contraataque. Sin embargo, la cantidad de enemigos y su propia fatiga comenzaban a hacer mella en ella.
**La Llegada de Zen**
Zen llegó a la torre tarde, tras haber completado su disfraz y haber seguido el rastro de la caravana. Al acercarse, pudo ver la escena de caos y destrucción que se desarrollaba frente a la torre. Los cuerpos de los guerreros humanos yacían esparcidos por el campo de batalla, y los pocos que aún quedaban en pie estaban rodeados y al borde del colapso.
Elara, herida y exhausta, se encontraba en el centro del conflicto, su magia apenas manteniéndola a salvo de los ataques enemigos. Zen observó cómo el hechicero goblin preparaba un hechizo final, destinado a acabar con la maga y los últimos defensores humanos. La desesperación en el rostro de Elara era palpable mientras levantaba una mano temblorosa para conjurar un último escudo.
Con una mezcla de furia y determinación, Zen se preparó para intervenir. Sabía que su llegada no podía cambiar el destino de muchos de los guerreros caídos, pero aún podía salvar a Elara y obtener las respuestas que tanto buscaba. Se lanzó hacia el campo de batalla con un rugido potente, aunque contenido para no dañar a los humanos.
El hechicero goblin, sorprendido por la repentina aparición de Zen, detuvo su conjuro momentáneamente. El ogro, viendo la imponente figura de Zen, lanzó un rugido de desafío y se preparó para enfrentarlo. Los pocos goblins y orcos restantes vacilaron, inseguros ante la presencia de una criatura tan poderosa.
Elara, al ver a Zen, sintió una mezcla de alivio y temor. *¿Qué es esta criatura?* pensó, su mente agotada por la batalla. La aparición de Zen había cambiado el curso de los acontecimientos, pero su presencia también planteaba nuevas preguntas y preocupaciones. La maga se preguntaba si este nuevo y misterioso ser sería un aliado o una amenaza adicional en una situación ya desesperada.