La Villana Desea Su Venganza, Y También Al Villano

Para el día siguiente, se escuchó un grito de horror en dirección en donde duerme Jazmín, y al poco tiempo, nuevamente se volvió a escuchar otro aún más fuerte.

Resulta, que Jazmín, luego de tomar la pócima mágica que le entregó su madre en la noche de ayer, su cabello rubio y lindo se volvió negro como el carbón.

Horrorizada, ella lanzó un grito, el cual hizo que su madre llegara a la habitación y también lanzara otro grito.

Desesperada, Martha con el shampoo intento quitar ese color de cabello de la cabeza de su hija, pero sus esfuerzos fueron en vano, lo que significa, que ese color es permanente como mismo dijeron quien le entregó aquellas dos pócimas mágicas. Tal parece que ella se equivocó de poción.

Esperanzada, ella sale de la habitación de su hija a dónde se queda Verónica y allí le exige que le entregué la poción.

—Dame la botella que te di ayer — pregunta ella impaciente, pues en dos horas los duques Duarte llegarán al orfanato, y no tiene tiempo que perder.

Verónica al escuchar aquello, sonríe para sí misma, ya que parece que hoy se va a divertir mucho.

—Madame, anoche mismo tome la poción, tal cual usted me lo dijo— dice ella con una voz infantil, la cual hizo que Martha se ponga pálida.

La mujer sintió cómo su mundo se le vino encima, y casi le dio un soponcio. Verónica a su lado la sujeta un poco, pues la mujer se sintió mal por lo dicho por aquella niña.

Martha al sentir a Verónica cerca, la apartó de mala gana, y salió de la habitación furiosa, tal parece que va a tener que usar una peluca para cubrir ese color en el cabello de su hija.

De manera rápida, Martha fue a caballo a la tienda de pelucas más cercana, la cual por la hora estaba recién abierta.

Ella rápidamente compró lo que deseaba, y luego salió de allí como mismo llegó.

Cuando se regreso al orfanato, los duques estaban recién llegando, y ella para no ser vista, entró por la puerta trasera del lugar, y se fue a la habitación de su hija, para prepararla.

Ella de forma ágil le colocó la peluca y luego de eso, la vistió con la misma ropa que usan los demás niños, para aparentar lástimas.

Es obvio que Jazmín ya tiene conocimiento del plan de su madre y está feliz.

Aquella mujer rápidamente casi arrastró a Jazmín hasta la sala de estar, en dónde por su orden, estaban todos los niños reunidos, todos estaban formando una fila.

Martha coloco a jazmín en la tercera fila, para cuándo los duques llegaron a la sala, vieron a un grupo de niños, y a una mujer rubia.

Martha al verlos entrar, fue a recibirlo con una sonrisa.

—Sean bienvenidos duques Duarte — dice ella y ambos duques con la vista ven en dirección a los niños y es ahí donde ven a una niña con el cabello rojo como el del duque Duarte.

Aquellas dos personas al ver a la niña la llamaron al frente, para asi verificar si es o no su hija, y ella de manera tímida empezó a caminar, pero cuando iba a llegar al frente, alguien sin querer le metió el pie y terminó cayendo al suelo, y la peluca salió volando de su cabeza, revelando así su cabellera negra, la muchacha solo empezó a llorar, ya que otra cosa no podía hacer.

Los duques, al ver semejante cosa, estaban sin habla, pero más muda estaba Martha, pues el telón se le cayó en la cara y en pleno acto.

¿Por qué pasó tal cosa?

Resulta, que Verónica al saber del plan de la bruja mayor, y tras sabotear dicho plan, ella todo el tiempo se mantuvo pendiente con lo que estaba pasando.

Por eso, en cuanto vio las intenciones de aquella mujer, lo primero que hizo tras desayunar bien, fue esconderse en una columna de ahí, y cuando vio que aquella brujita iba a pasar al frente, ella con ayuda de magia hizo que unos de esos niños le meta el pie, y fue así como Jazmín terminó en el suelo, con la peluca fuera de su cabeza.

Ella al ver eso se divierte mucho, y más se va a divertir cuando haga el segundo acto.

*Con los demás*

—¿Qué diantres significa esto cuidadora Martha?—pregunta el duque Duarte con ira. Su esposa a su lado estaba llorando, pues esa mujer quiso engañar a ambos padres.

Martha no sabe qué decir y menos que hacer, ella desea que la tierra se abra y se la trague, pues la vergüenza que siente en esos momentos es grande.

—Es claro que esta mujer tiene planes de engañarnos, ¿no ves lo que pretende hacer?— dice la duquesa Duarte, quien se siente desesperada por no encontrar a su pequeña hija.

El duque a su lado entró en cólera y desprendió una aura totalmente paralizante.

—Tengo noticias de que mi hija está en este orfanato, será mejor que me diga que pasó con ella, o usted pagará por su desaparición, es totalmente una burla de su parte, el querer engañar a dos personas que desean encontrar a su hija perdida — dice el duque y Marta comenzó a llorar.

—Duque Duarte, juro que no sé de lo que habla, no sé sobre el paradero de su hija— dice ella y el duque pone su mano en su espada, en señal de que acabará con esa mujer sin importar que ahí se encuentren niños.

Al ver eso, en ese momento Verónica salió de su escondite y habló con una voz inocente a los duques, pues si él duque elimina a esa mujer ahora, le quitará la diversión a la situación.

—Hola, ¿son ustedes sus majestades imperiales? Quiero dar gracias por las provisiones que mandan al orfanato, pues gracias a eso, mis amigos y yo podemos tener comida — dice la niña con una cara inocente y una sonrisa deslumbrante, la cual dejó enamorados a la pareja de duques, y a Martha y a su hija totalmente asustadas.

A los duques no le cabe duda, esa niña frente a ellos es su pequeña hija perdida, no solo lo saben por su color de cabellos, sino, que también ella es una copia idéntica de la duquesa, quien es una mujer bella y encantadora.

El corazón del duque Duarte se ablandó, y él se puso a la altura de la niña y la sostuvo en sus brazos y le dio muchos besos en la mejilla.

La duquesa también deseaba hacer lo mismo, pero su esposo se adelantó, es claro que ambos sintieron una conexión especial con aquella bella princesa.

—Hola, bella princesa, ¿cuál es tu nombre?—dice el duque con una voz mimosa.

Verónica actuó tímida, y sus mejillas se sonrojaron, y con una voz avergonzada dice.

—Mi nombre es Verónica— dice con voz de niña pequeña.

La duquesa no resistió un momento más y fue a ella y la abrazó fuerte, y sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero de felicidad.

La niña solo hizo darle palmadas a la mujer, y así intentar calmarla, ya que aquella mujer parecía como si se quedaría sin lágrimas.

Tras llorar, la mujer le dio una sonrisa a su hija.

Cómo toda niña curiosa que es, Verónica fingió no saber nada y solo preguntó.

—Tío guapo, ¿tus cabellos son iguales al mío, es una peluca como la de mi hermana Jazmín?— pregunta ella fingiendo ser inocente. Él duque al escuchar aquello, se empezó a reír y la duquesa también lo hizo.

Luego de reír el duque le responde a su hija

—Princesa, yo soy papá, y esta bella dama que está ahí, es tu mamá, ambos ahora somos tu familia y te hemos buscado desde el día que te perdimos— dice el hombre con sentimientos encontrados.

—¿Tener papás significa que ya no seré una huérfana como dice que soy la señora cuidadora?—pregunta Verónica con inocencia fingida.

Martha al escuchar eso, quiso hablar para justificarse, pero el duque no se lo permitió

—Creo que la cuidadora nos debe una explicación— dice el hombre con mala cara.

—El emperador debe de saber sobre este asunto — dice la duquesa para luego responder la pregunta de la niña.

—Claro, ahora eres la única princesa de la casa Duarte, nadie te puede llamar huérfana, y el que lo haga, conocerá quién es la familia Duarte— dice la mujer y Martha y su hija temblaron.

—Ya no tenemos nada que hacer aquí, nos tenemos que ir— dice el duque y Verónica sabe que si se va de ese lugar y deja a esos niños a su suerte con esa mujer, aquellos niños no la pasarán bien.

Por eso, ella le dice a su papá.

—Papá, ¿mis amigos pueden ir con nosotros? — pregunta ella y el duque no sabe qué decir, pues él solo vino a buscar a una sola niña.

—Princesa, solo tenemos una hija— dice él con pena.

—Sí mis amigos no van con nosotros, entonces no puedo ir con ustedes, pues ellos también son mi familia. Si desean, yo puedo trabajar con mi padre como lo sé hacer, tengo suerte en la venta de manzanas — dice ella con semblante serio y los duques se quedan sin habla