No Hay Lugar Para El Arrepentimiento

Clair pensó seriamente en responder, era un tema sensible y no quería volver a herir a su señora.

-El joven se pasa todo el día en la habitación, solo sale cuando necesita algo, justo como hoy… También sale cuando llega el señor Samael y suelen cenar juntos.

-Ellos… ¿Comparten habitación?

Dafne preguntó esto con sus ojos llenos de lágrimas.

-Si

-Entiendo, perdón por quitarte tú tiempo, ya puedes volver.

Las dos se despidieron y ella lloró con nostalgia mientras miraba hacia afuera.

Los días siguieron como si nada y ella continuó con su rutina, hasta que deseó salir del lugar.

-Clair ¿Puedo ir contigo cuando hagas las compras?

Ella dudó y avisó a Samael esperando su aprobación, él las dejó ir con la condición de llevar escolta, aún temía que ella escapara, mientras hacían compras ella se sintió feliz de salir por fin, compró muchos ingredientes y golosinas, mientras se dirigía hacia el auto escuchó un pequeño llanto que llamó su atención, ella corrió hacia el lugar dando la impresión que se estaba escapando, los escoltas que la acompañaban la siguieron a toda prisa y al verla de pie junto a una caja la tomaron del brazo tratando de arrastrarla.

-¡Esperen, no trataba de escapar!

Ella forcejeó pero ellos no le entendían hasta que Clair llegó y al ver la situación lo comprendió todo y ordenó que la soltaran. Dafne se acercó a la caja y encontró los cadáveres de unos gatos recién nacidos, ella los movió y uno de ellos chilló y al ver que uno seguía con vida ella lo tomó con sus manos y con los ojos llenos de lágrimas miró a Clair.

-Hay que llevarlo a un doctor.

Después de llevarlo al veterinario y que todo resultara bien, ella llevó al pequeño gato hasta su casa y durmió con él a su lado.

Con el gato haciéndole compañía, sus días se hicieron más agradables, su teléfono se llenó de fotos del pequeño gato que la había reconocido como su humana, su habitación se llenó de cosas para el gato, ella le estaba dando todo el amor que podía.

Cierto día mientras tomaba el té en el jardín, el gato correteaba libremente, ella vio al joven de cabello rosado que caminaba a lo lejos con un rostro melancólico, ella no pudo evitar observarlo, él pequeño gato corrió hasta donde él estaba, él joven se agachó mientras lo acariciaba sonriente. Ella al verlo sintió un ataque de ira y caminó hasta donde él estaba con paso firme.

-Suéltalo.

Le habló con frialdad mientras lo miraba, el joven la miró con un rostro apenado y se puso de pie.

-Disculpa no sabía que era tuyo.

-Pues ya lo sabes, espero no vuelvas a tocarlo. Sé que estás acostumbrado a tomar las cosas de los demás pero no te voy a permitir que vuelvas a tocar a mi gato.

En el rostro del joven se formó una expresión de dolor, ella estaba tan enojada y sintió satisfacción al verlo de esa forma. Después de darle una mirada filosa, tomó al gato entre sus brazos y se marchó.

Clair vio todo lo ocurrido y suspiró ante la situación, pero sintió alivio que las cosas no llegaran a mayores, sin embargo esa noche mientras Dafne estaba en su habitación jugando con el gato, Samael irrumpió en su habitación con un rostro enojado. Ella al verlo saltó del susto y se puso de pie.

-¿Qué haces aquí?

Samael no le contestó sino que caminó directo hacia al gato y lo agarró, Dafne se asustó y trató de quitárselo.

-¡Devuélvemelo!.

-¿Por esta cosa insignificante hiciste que él pusiera esa clase de rostro?

Ella estaba confundida, pero pensó que seguramente él joven se había quejado con él.

-¿Qué? ¿Te puso quejas? Mira, solo le dije que no tocara mis cosas ¿Está mal eso?

Él la miró y notó su rostro asustado y lleno de rencor.

-Es solo un gato ¿Qué hay de malo que él lo toque?

-Que es mío y no me gusta que lo toque.

Él se acercó a ella y agarró su rostro con una mano mientras la apretaba con fuerza.

-Incluso si él llegase a desear la ropa que traes puesta, nunca puedes decirle que no ¿Entendiste?

Luego la empujó haciéndola caer al suelo, ella lloró silenciosamente, no quería que él volviera a escuchar su llanto, en vista que ella no respondió él salió de la habitación con el gato dejándola a ella inmersa en la oscuridad.

Al día siguiente escuchó que alguien tocaba la puerta de su habitación, al abrir y ver aquel joven sosteniendo el gato con un rostro enrojecido por haber llorado ella sonrió con sarcasmo.

-Toma, nunca quise que esto pasara, tampoco sé cómo se enteró… Juro que no fui yo quien le dijo.

Ella vio cómo su cuerpo temblaba y pudo notar unas marcas de besos en el cuello, él al ver que ella lo observaba se sintió avergonzado.

-Puedes quedártelo.

-¿Eh?

Él quedó sorprendido, de verdad esperaba que ella lo recibiera porque se notaba lo mucho que quería al gato.

Ella empezó a sacar muchas cosas de la habitación, él solo observa sorprendido.

-Todas estas cosas puedes llevarlas, las compré para el gato. Supongo que ahora todas deben ir a tu habitación.

-No, yo solo vine a traerlo de vuelta, el pequeño no paró de llorar toda la noche, estaba asustado.

Ella miró al pequeño gato que la miraba atentamente.

-Supongo que ya no es mi problema, ahora el gato te pertenece.

Después de decir esto, ella cerró la puerta y se metió en su cama mientras lloraba. Quería pasar todo el día encerrada, pero luego fue sacada de su habitación por las empleadas así que ella solo caminó hacia el invernadero donde se acostó y lloró durante todo el día sin siquiera probar un bocado de comida.