NO SOY BUENA.

Subí a mi habitación, la noche fue media tranquila. Aún teniendo a sueño ligero al lado me sentía intranquila. Sobre todo cuándo en la madrugada me asomé por la ventana y vi fuera de mi casa ese auto rojo. El miedo me estaba invadiendo. Regresé a mi cama y esperé a que la luz del sol llegará. Apenas está tocó mi ventana me levanté y fui a bañarme. Después me arregle y llame a Jenny. Quería saber cómo va todo, si ya tiene fecha para la firma del contrato. Ella dijo hoy mismo por la tarde.

— Señorita el señor Benavides está organizando un desfile, seguro querrá incluir el nombre de la empresa Gutiérrez, y algunos de nuestros diseños. — Espero que eso no cause problemas para Diego. ¿Por qué me sigo preocupando por el? A mí que más me da. — Señorita. ¿Está segura de querer venderle al señor Benavides?

— Si.

— Pero pueden haber problemas si el señor Diego...

— Jeni no te preocupes por Diego. Yo le avisé que vendería mis acciones, lo que haga, y como se organice con sus socios ya no es mi problema.

— Está bien señorita.

— Dile al señor Benavides que estaré puntual en mi cita.

— Si señorita. Por favor no olvide recomendarme con el.

— No lo olvidaré. Adiós. — Colgué y salí. En el pasillo ví a Rodrigo con su traje esperándome.

— ¿Qué haces aquí?

— Mi compañero no ha llegado.

— ¿Piensas esperar a que llegue?

— Si.

— Bueno. Si eso quieres. — Baje al comedor y le pedí a Lupe que me sirviera el desayuno. También le pedí a Rodrigo que fuera a desayunar. Más tarde llame a mi abogado y le pedí que me ayudará a revisar minuciosamente el contrato. Esté me aclaró que todo está en orden y listo para firmar. Por cualquier cosa le pedí que fuera al restaurante dónde comeré con Benavides.

... Unas horas después llegó el momento de salir. Para mí sorpresa Rodrigo era quién me llevaría.

— ¿No llego tu compañero?

— Tuvo un asunto familiar. Le ruega lo disculpe.

— Da igual. — Subí al auto y le di la dirección del restaurante al que debía llegarme. Mientras el auto caminaba yo pensaba en lo que estaba haciendo, me iba a deshacer de algo muy preciado para mí, era un regalo del señor Fernando. Esperaba que el no se molestará conmigo por hacer ésto. Ojalá entienda mis razones para no querer tener tratos con su hijo.

El momento llego, baje del auto y entre al restaurante. Me tembló la mano para firmar el documento, pero logré hacerlo. Ahora no tengo ningún lazo a la familia Gutiérrez. Ojalá eso me diera un poco de felicidad.

— Melisa fue un placer hacer negocios contigo.

— Lo mismo digo. Y piense en Jeni cómo la asistente de quién deje a cargo. Ella es muy eficiente y responsable.

— Si tú la recomiendas claro que se quedará.

— Gracias. Le deseó suerte en éste nuevo negocio.

— Igualmente. — Le di los documentos y salí del restaurante. Ahora empieza una nueva vida para mi. Aunque todavía no se que hacer.

...Al día siguiente. Diego....

Mi padre llegó a la empresa de muy mal humor. Está furioso por culpa de Melisa, pensé que ella desaparecería de mi vida, pero sigue causando problemas.

— Padre no es mi culpa que ella decidiera vender sus acciones.

— Es completamente tu culpa, debiste hacer algo para que no las vendiera.

— ¿Qué podía hacer? Ella es una adulta. Toma sus propias decisiones.

— Te advierto que manejes bien está empresa. Ahora que ella no está es completamente tu responsabilidad. No quiero que vuelva a pasar lo de hace unos años.

— Padre no hables cómo si ella fuera indispensable.

— Ya veremos si no lo es. Ojalá puedas manejar bien esta empresa tú solo. — Mi padre sigue dudando de mis capacidades. Le demostraré qué yo puedo hacerme cargo perfectamente bien.

...Semanas después. Roberto....

Si las peleas entre Benavides y Diego continúan está empresa se volverá el mismo infierno. De hecho creó que ya lo es. Todos los empleados hablan de lo mismo. Si tan sólo Melisa estuviera nada de ésto pasaría.

— El señor Benavides se cree el socio mayoritario, ¿qué carajos le sucede?

— Diego cálmate. Es obvio que te quiere sacar de tus casillas. No le hagas caso.

— Está situación me tiene cansado. Si Melisa quería fastidiarme lo logro.

— Estoy seguro de que ella no quería ésto.

— Deja de defenderla. Me parece increíble que te pongas de su lado y no del mío.

— No estoy del lado de nadie, solo quiero que veas con claridad. Benavides tiene derecho a tomar algunos diseños. Está empresa también le pertenece.

— La colección esta completa para el desfile que haremos en una semana. No hay tiempo para cocer nuevos vestidos. Los diseñadores también están estresados con la petición.

— Quizás deberíamos conseguir nuevos diseñadores.

— Lo que Benavides pide es imposible. Los diseños de esta empresa se quedan aquí. Y punto. No vamos a ceder.

...... Melisa....

Esté sentimiento de soledad todavía no desaparece. ¿Por qué no podemos mandar en el corazón? ¿Por qué no existen las posiciones mágicas que terminan con los sentimientos? ¿Por qué nadie ha inventado la medicina que acabe con el mal de amores? Pasan y pasan las horas, los días, las semanas, ya casi se cumplen dos meses y el recuerdo de mi última discusión con Diego sigue presente en mi mente. Viene cada vez que quiero ir a buscarlo, viene cuándo intento trabajar en mi estudio, cuándo cómo, cuándo bebo una copa de vino, cuándo me baño, es imposible olvidar esa despedida tan triste que tuvimos.

¿Qué debería hacer? ¿Me voy de viaje? ¿Regreso a trabajar? ¿descanso en casa? ¿Qué hago?

— Señorita su comida está lista. ¿Pongo la mesa?

— No. Bueno si. Por favor pon dos lugares más. Hoy tengo invitados.

— Si señorita. — Espere unos minutos y luego baje. — ¿A qué hora llegan sus invitados?

— Ya están aquí. Por favor siéntate.

— ¿En el comedor?

— Si. En el comedor. Rodrigo tu también.

— No podría.

— Por favor. — Les pedí a ambos. — Lupe sabes que siempre logro lo que quiero. Siéntate.

— Si señorita.

— Rodrigo apúrate, muero de hambre. — El dudo un poco más pero luego accedió. Los tres cenamos, eso me hizo recordar las cenas con mis padres. Definitivamente no eran como está, esas estaban llenas de miedo por parte de mi madre y mía, en está lo que hay es nerviosismo. — Por favor no se sientan incómodos conmigo. Se que soy la que paga sus sueldos, pero la realidad es que soy cómo cualquier persona.

— ¿Entonces puedo comer con los dedos en lugar de usar tenedores? — Preguntó mi necio guardaespaldas.

— Si. Claro. — El dejó a un lado los cubiertos y tomo la carne con un poco de lechuga.

— Está muy rico. Aunque sabría mejor con un poco de salsa y tortillas. — Su cara y gestos me hicieron reír.

— La próxima vez Lupe compra tortillas.

— Si señorita. — Seguí el ejemplo de Rodrigo y también comí con los dedos en lugar de usar los cubiertos. Lupe hizo lo mismo. Diría que tuve una cena poco común, y muy agradable.