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La Brigada Del Páramo

La Brigada Del Páramo

Status: En proceso
Genre:Mafia / Aventura Urbana / Amor-odio / Fantasía épica / Mundo mágico / Polos opuestos enfrentados
Popularitas:1.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Bryan x khop

La banda del sur, un grupo criminal que somete a los habitantes de una región abandonada por el estado, hace de las suyas creyéndose los amos de este mundo.
sin embargo, ¡aparecieron un grupo de militares intentando liberar estas tierras! Desafiando la autoridad de la banda del sur comenzando una dualidad.
Máximo un chico común y normal, queda atrapado en medio de estas dos organizaciones, cayendo victima de la guerra por el control territorial. el deberá escoger con cuidado cada decisión que tome.

¿como Maximo resolverá su situación, podrá sobrevivir?

en este mundo, quien tome el poder controlara las vidas de los demás. Máximo es uno entre cien de los que intenta mejorar su vida, se vale usar todo tipo de estrategias para tener poder en este mundo.

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capitulo 3. reunión de los altos mandos

CAPITULO 3

En lo más alto de las montañas, donde el cielo se pierde en un mar interminable de nubes y el viento susurra secretos olvidados, yace Colonia, un lugar envuelto en una quietud que pesa sobre los hombros. La región, elevada como un altar solitario, respira un frío que se clava en los huesos, transformando cada respiro en un vaho helado que desaparece en el aire denso. Cada mañana, la vegetación despierta cubierta de rocío, como si las mismas hojas lloraran en silencio por lo que nunca podrán decir. Las nieblas, lejos de ser simples visitantes, parecen hermanas que han jurado proteger algo que los ojos humanos nunca alcanzarán a comprender.

Colonia no muestra su rostro con facilidad. La luz del sol, tímida y esquiva, apenas se atreve a atravesar el espeso velo de nubes que se cierne sobre la región, dejando a los habitantes bajo un cielo gris que parece presionar sobre sus cabezas. Pero cuando el sol se atreve a abrir un pequeño agujero entre las nubes, la escena es casi irreal: montañas gigantes que se alzan como guardianes de un mundo perdido, valles que susurran antiguos relatos, y un horizonte que parece contener la respiración del universo entero.

Sin embargo, esta tierra no es para los débiles. El páramo que rodea el pueblo es un vasto mar de roca y tierra, donde cada paso parece desafiar a los que se atreven a caminarlo. Pero en el corazón de este reino de frialdad y niebla, el pueblo de Colonia resplandece como una chispa en la oscuridad. Sus calles, abrazadas por una calidez acogedora, parecen desafiar la austeridad de su entorno, y sus habitantes, serenos pero con miradas profundas, llevan consigo una fortaleza que solo se forja cuando la vida misma exige resistencia.

Colonia no es simplemente un lugar; es un misterio en carne y hueso. Un espacio donde lo visible es solo una capa que cubre lo esencial, y donde las nieblas no solo ocultan la tierra, sino también los secretos de una grandeza que nunca se revela del todo. Es un reino suspendido entre lo real y lo mítico, donde cada ráfaga de viento y cada sombra parecen susurrar historias que solo el silencio se atreve a escuchar.

En el páramo eterno, donde el frío mordía la piel con la fuerza de un animal salvaje y el silencio se apoderaba de todo, se alzaba una mansión tallada de la misma roca que sustentaba las montañas. En su interior, en una sala espaciosa y solemne, la tensión era tan densa que ni el viento se atrevía a romperla.

En el lado derecho de la sala, tres figuras se erguían como estatuas vivientes, exhalando una autoridad inquebrantable. Miguel, cuarto comandante de los Demonios del Páramo, mantenía su postura rígida, como si su cuerpo estuviera hecho de acero. Las cicatrices que surcaban su rostro parecían narrar historias silenciadas de guerra y traición, cada una más profunda que la anterior. A su lado, Elestren, el tercer comandante, observaba en silencio, sus ojos destilando una frialdad calculadora, como un cazador que estudia a su presa antes de lanzarse al ataque. Junto a ellos, Leonardo, el segundo comandante, no necesitaba pronunciar palabra alguna; su sola mirada bastaba para hacer que cualquier hombre, por más valiente que fuera, se sintiera pequeño ante su presencia.

En el lado izquierdo, tres sombras igual de imponentes se enfrentaban a sus contrapartes con una quietud que desbordaba tensión. Oliver y Raphael, ambos de la cuarta comandancia de la Brigada del Páramo, intercambiaban miradas cargadas de un entendimiento profundo, como si sus almas hubieran estado entrelazadas durante años de batallas compartidas. Elias, el tercer comandante, se destacaba entre ellos, su rostro impasible ocultando una mente afilada como el filo de un cuchillo, capaz de cortar incluso el aire más denso de la sala.

En el centro, como el eje de un engranaje que movía toda la maquinaria, estaba Jasper. Sentado en una silla que no era solo un asiento, sino un trono que parecía absorber la luz a su alrededor, Jasper dominaba la escena con una calma que no pertenecía a este mundo. Su mirada barría la sala, como si pudiera ver más allá de las paredes, y en sus ojos se reflejaban las decisiones que tejían el destino del páramo, tan pesadas que la sala parecía vibrar con ellas. Jasper, comandante supremo de los Demonios del Páramo y la Brigada del Páramo, era el punto de convergencia de ambas organizaciones, pero incluso él sabía que su poder no era absoluto. En algún rincón oscuro más allá de la sala, una sombra se extendía más lejos que cualquier otra, y aunque su nombre nadie lo pronunciara, su presencia se sentía en cada rincón de la habitación.

El origen de estas dos fuerzas era una historia tejida con sangre y gloria. Los Demonios del Páramo, los fundadores, eran los arquitectos de este dominio implacable, hombres y mujeres cuya lealtad al páramo era tan feroz como el viento que azotaba sus cimas. La Brigada del Páramo, por su parte, era la extensión de esa herencia, un crisol donde veteranos y novatos se entrelazaban, cada uno luchando por ganarse un lugar bajo la mirada constante de los fundadores.

El propósito de aquella reunión era un misterio incluso para los presentes. La atmósfera estaba cargada de poder, una tensión palpable que parecía agobiar cada rincón de la sala. No se oía ni el más leve susurro fuera de las palabras que resonaban, reverberando como ecos de algo mucho más grande, algo que se extendía más allá de ellos. Lo que estaba en juego no era solo el control del páramo, sino el delicado equilibrio de un mundo donde la nieve y el acero parecían ser las únicas constantes.

Jasper inclinó la cabeza apenas, y con un gesto tan sutil que casi parecía parte del aire, dio inicio a una discusión que quedaría grabada en la memoria de todos los presentes. Fuera de la mansión, el páramo se mantenía en silencio, cubierto por la niebla densa, como si la misma tierra se negara a revelar los secretos que se trataban dentro de esas paredes. Sin embargo, había algo que no dejaba lugar a dudas: el destino del páramo cambiaría irrevocablemente cuando esas puertas se abrieran de nuevo.

La atmósfera en la sala se espeso aún más cuando Jasper entrelazó sus dedos, apoyando los codos sobre la mesa central. Se inclinó hacia adelante con la calma imperturbable de un depredador que se prepara para lanzar el golpe definitivo.

—La situación en el norte se ha deteriorado —su voz profunda flotó en el aire, resonando contra las paredes como un trueno distante—. Los movimientos en las cumbres sugieren que alguien se atreve a desafiar nuestro dominio.

Miguel fue el primero en reaccionar, su tono directo, casi desbordante de agresividad:

—Con todo el respeto, Jasper, ningún enemigo puede igualar nuestra fuerza. Los Demonios del Páramo han gobernado estas tierras desde que la primera piedra fue colocada en esta mansión.

Leonardo, siempre más cauteloso en su enfoque, alzó una ceja, como si estuviera evaluando cada palabra que debía pronunciar. Cuando habló, fue con un tono medido, pero cargado de una firmeza estratégica:

—Eso puede ser cierto, pero subestimar al enemigo es el primer paso hacia la derrota. Si han llegado tan lejos como para mover tropas en el norte, es porque creen tener algo que nosotros no tenemos.

En el lado opuesto, Elias, el representante de la Brigada, permaneció inmóvil, sus brazos cruzados, su mirada fija en Jasper con una intensidad que cortaba el aire.

—¿Qué sabemos de ellos? ¿Es una amenaza externa, o es alguien que ha crecido dentro de nuestras propias filas? —preguntó, su voz baja pero firme, como un filo afilado.

Jasper los dejó hablar, su rostro inexpresivo, hasta que el murmullo se transformó en un zumbido insoportable, como el viento golpeando una pared sin salida. Entonces, con un movimiento lento pero calculado, alzó una mano. El silencio descendió sobre la sala, denso y pesado, como una niebla que lo cubría todo.

—No es una amenaza común —dijo Jasper, su voz tan fría que parecía provenir de las mismas cumbres heladas del páramo—. Y no es externa. Es un eco de nuestro propio pasado, algo que creímos enterrado hace mucho tiempo.

La tensión se hizo tan densa que casi podía tocarse. Incluso Elestren, conocido por su temple inquebrantable, pareció vacilar por un instante. La quietud de su cuerpo se rompió por un tic nervioso, una fracción de duda que jamás mostraba.

—¿Te refieres a…? —intentó preguntar, pero Jasper lo interrumpió con una mirada que helaba más que el viento que golpeaba las paredes de la mansión.

—Sí, Elestren. Aquellos que una vez caminaron con nosotros. Los mismos que decidieron dar la espalda a nuestra causa.

Un silencio pesado se apoderó de la sala, como si el aire mismo hubiera dejado de moverse. Los traidores. La palabra golpeó como un tambor de guerra, retumbando en las mentes de todos los presentes. Años atrás, cuando los Demonios del Páramo aún se afianzaban como la fuerza dominante, un grupo de los suyos había desertado, descontentos con las decisiones de Jasper. Se les creyó muertos, perdidos en las montañas o devorados por la brutalidad del páramo. Pero ahora, como una sombra que nunca desaparece, parecía que habían sobrevivido. No solo eso: habían regresado.

Oliver, que hasta ese momento se había mantenido callado, rompió el silencio con una voz cargada de incredulidad y determinación, como si las palabras que pronunciaba fueran un peso que le costaba liberar:

—Si han vuelto, significa que quieren más que venganza. Quieren nuestra caída.

Jasper asintió lentamente, su mirada fija en cada uno de los comandantes, perforándolos con una intensidad que dejaba en claro que no estaba interesado en dudas.

—Esto no es una simple rebelión. Es una guerra. Y la única pregunta que importa ahora es: ¿están listos para enfrentarlos, o seremos recordados como los hombres que perdieron el páramo?

El silencio en la sala se volvió aún más denso, no por respeto, sino por el peso de las palabras. Fuera de la mansión, el viento comenzó a aullar, como si la naturaleza misma tuviera voz propia, sabiendo que algo se estaba desatando. Algo que cambiaría el páramo para siempre.

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Phone Oppo
Me enganchó, más capítulos bendiciones
Bryan x Koph: puedes seguirnos para no perderte ni un capítulo/Ok/
total 1 replies
Hebe
💕¡Estoy enamorada de tu historia! Los giros inesperados me mantuvieron intrigada hasta el final.
Madie 66
Me gustó, los personajes son fascinantes
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