Alina se encuentra en una situación desesperada.
No solo perdió a su esposo debido a algún malentendido que incluso si ella lo quiere aclarar solo lo oscurece más, sino que sus amigos y madre le dan la espalda.
Con un niño en brazos y otro en el vientre, Alina debe enfrentar un sinnúmero de situaciones que harán su vida difícil.
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Sabes… ni siquiera sé quién eres
Mi vida pronto tomó una nueva rutina, en las mañanas iba al taller de Scarlett, mientras que en las tardes salía a recoger botellas de plástico con Andresito.
Había leído en internet que cada botella podía ser vendida por 1o 2 ctvos.
Como tenía tiempo y no tenía nada más que hacer, colocaba a mi bebé en su coche e iba a recoger botellas.
Después de todo, cualquier ingreso adicional no le caía nada mal a mis bolsillos. Además, podía promocionar la ropa de Scarlett, durante un par de meses más, ya cuando el vientre se me note no podía hacerlo.
También había enviado un par de hojas de vida, pero no había recibido ninguna llamada aún.
— El sol parece un poco brillante — susurré mientras me sentaba en un columpio de un parque que quedaba cerca del lugar en donde residía.
Saqué a mi hijo de su coche y empecé a balancearme junto a él.
— Alina, ¿eres tú? — cuestionó una voz haciendo que saliera de mis pensamientos.
Cuando mire quién era la persona que me estaba hablando, me sentí un poco confundida debido a que no podía ubicarla, tal vez era una antigua compañera de la universidad con la que no había cruzado demasiadas palabras.
— Hola — la saludé de manera educada.
La mujer delante de mis ojos era alta, de ojos color verdes y cuerpo esbelto.
Cada una de las prendas que estaba usando denotaban su estatus social.
Después de todo, la universidad que estaba estudiando era explícita para niños ricos.
Aquella mujer frunció la nariz mientras señalaba la bolsa de plástico que estaba a lado del coche de mi bebé.
La cual estaba repleta de botellas de plástico.
— Así que es cierto que Alejandro se divorció de ti — sentenció con una sonrisa que hizo que mis defensas subieran — Incluso ahora te dedicas a recoger basura.
De todas maneras, ¿quién era esta tipa?
No sabía cómo responder su comentario. Parecía que sus intenciones al acercarse a mí no eran tan buenas. Por lo que fruncí el ceño mientras me levantaba del columpio con la intención de irme.
— Nunca supe que vio en ti Alejandro. Pero, que bueno que abrió los ojos. Ahora parece que estás en dónde perteneces. Con la basura — añadió.
Me mordí los labios tratando de contener el enojo que crecía en mis venas.
Había decidido ignorar sus comentarios y seguir mi camino.
No quería gastar mi energía con alguien como ella.
Pero, parecía que ella no estaba de acuerdo con mis planes.
— Lástima que tu hijo te tenga como madre, al final será tratado como un bastardo debido a que su madre es una zo…
Esto ya no lo pude soportar.
Yo podía soportar, que me ofendiera, que me insultara.
Pero, no podía soportar que una desconocida se meta a insultar a mi hijo.
Sonreí de la manera más dulce que pude mientras dejaba a mi hijo en su coche. Luego, sin previo aviso y sin preámbulo alguno, le di una bofetada a esta mujer que había aparecido ante mis ojos con la intención de humillarme.
Quizás era una de las tantas mujeres que andaban atrás de Alejandro.
— Antes de decir algo de mi hijo, lávate la boca, lástima me da que alguien como tú siga respirando. En vez de perder el tiempo conmigo, deberías aprovechar y plantar un árbol. Sabes… ni siquiera sé quién eres.
— Tú…
Antes de que ella dijera algo, la interrumpí.
— Si tanto te gusta Alejandro porque no vas y lo buscas.
Ella me miró con los ojos llenos de rabia, su mano aún se encontraba en su mejilla.
Sabía que la violencia no era la respuesta, pero no pude contenerme.
— Esto no se va a quedar así, haré de tu vida un infierno.
Sonreí ante sus palabras.
— Ya lo es. Así que no será nada nuevo — solté.
Me mordí el labio mientras me alejaba de ese lugar.
¿Y que si recogía botellas de la basura?
No le estaba haciendo daño a nadie para sentirme avergonzada.
— Vamos por un helado bebé — dije.
Antes de que pudiera llegar a la heladería, una mujer alta de aspecto algo intimidante se apareció delante de mí.
— Chica, te he estado buscando durante mucho tiempo — comentó.
Con algo de recelo la miré.
— Soy Dalilah, fotógrafa — dijo mientras me entregaba una tarjeta.
— Mucho gusto — la saludé con confusión.
— Quizás te parezca algo abrupta, pero desde que te vi en aquellas publicaciones de la boutique ScarLW no he dejado de pensar en ti. Tienes una figura espectacular y unos ojos hermosos. Sé que te puede parecer algo loco lo que te estoy diciendo. Pero, quiero que te conviertas en mi musa, ganarías bastante dinero…
Tsk.
Esto me olía a gato encerrado, no podía creer que mi suerte fuera tan buena.
No había comida gratis en el mundo.
— Lo siento, no estoy interesada.
— Pero, no has dejado que te termine de explicar — protestó.
Torcí los labios mientras tomaba a mi hijo en brazos, el cual le sonrió a aquella mujer e incluso le hizo de la mano.
Desde que había estado yendo al taller de Scarlett, Andresito se había vuelto más proactivo que antes.
Quizás porque todos lo miman.
— Musa de qué o que, fotos de que, no creo que sean de mi rostro — replique.
Después de todo, en el pasado alguien se me había acercado para decirme que si le podía vender fotos de mis pies e incluso me dijo que le vendiera mis medias y orina.
Si no fuera por Alejandro que había aparecido y había espantado a aquel pervertido, ni siquiera puedo imaginar lo que me hubiese pasado.
— Hago fotos de desnudo, pero son artística, no mostraré ninguna de tus partes si quieres…
No dejé que terminara de hablar.
— No estoy interesada, muchas gracias.
— Pero…
— Si sigue insistiendo llamaré a la policía — dije mientras sacaba mi celular.
Aquella mujer alzó las manos en señal de derrota.
— Si cambias de opinión, llámame.
Negué con la cabeza pensando en que si iba a esperar mi llamada debería hacerlo acostada porque no la iba a llamar.
Sin embargo, poco sabía que una semana después me iba a tragar mis palabras.
Hola, pequeña reina, gracias por leer, no te olvides de dejar un like o comentario, con amor, Erica.
pero cuando eso se rompe ya es imposible confiar.