Es la historia de Nico, el hijo de Anna y Enzo, aunque no es necesario leer la anterior para comprender esta.
Nicolas Parisi un CEO que no creía firmemente en el amor, concentrado en su trabajo, un día se fijó demás en su secretaria, una joven con una belleza inigualable que él empezó a desear.
Cada vez era más las veces que él se perdía en sus pensamientos al pensar en Helena, su secretaria, una chica con noble apariencia y que aparentaba inocencia, él empezó a sentirse más atraído por ella.
Helena empezó a invadir sus pensamientos con más persistencia, lo que hizo que el interés de él fuera aún mayor. ¿Podrá Nicolas conquistar a Helena?
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Diez
Ambos estuvieron durmiendo por unas horas y cuando él despertó y la sintió todavía sobre su pecho, le pareció que era un sueño. Levantó una de sus manos y la llevó hasta su pelo, tocarlo había superado sus expectativas, se sentía mejor de lo que lo había imaginado, ella se removió por el tacto y él decidió dejar de hacerlo para que no se despertara. Estuvo otro rato solo llenándose de su olor, hasta que sintió que ella intentaba levantarse muy despacio, quizás pensando que él todavía estaba dormido.
- ¿ A donde vas Helena?- le dijo y ella brincó del susto.
- No quería despertarlo señor Parisi - él sintió una punzada en el pecho cuando la escuchó decirle señor Parisi - creo que es hora de que me vaya.
- ¿Tan mal duermo que ya quieres escaparte? - la interrogó.
- No es eso, es que esta es su cama y no está bien que yo esté aquí, yo soy su empleada- respondió ella avergonzada.
- Pero nosotros tenemos que hablar Helena.¿O no lo recuerdas?- le dijo mientras pasaba un dedo por su brazo.
- ¿ Pero tiene que ser en su cama?- trató de levantarse ella otra vez.
- Da igual donde sea si terminas en mis brazos- ella ya no contestó, pero su cara se tiñó de rojo intenso.
Él la separó de su pecho, se sentó en la cama, acomodó las almohadas en el cabecero y se recostó.
- Ven, recuéstate aquí- dijo señalando su pecho y abriendo sus pies para que ella se pusiera en medio- así estaremos más cómodos. - ella lo miró insegura- confía en mí, no te haré nada, solamente que tenemos que hablar.
- Pero¿ Por qué no lo dejamos para otro día?- trató ella de convencerlo.
- Helena, no puedo seguir alargando esta conversación o me voy a volver loco, tengo que decirte lo que me pasa y saber que piensas tú de eso.
- Bien- fue todo lo que ella dijo antes de recostarse sobre él como le había pedido y él pasara sus brazos a su alrededor.
Él expiró fuerte y comenzó a hablar.
- Helena, yo, esto que quiero decirte puedo hacerlo en ocho idiomas distintos- recordó lo que le dijo Sergio y sonrió- Hacer un plano para retratártelo, demostrártelo científicamente, puedo hacerlo de mil maneras, pero en realidad no se que decirte, las palabras que relaciono en mi cerebro, no salen de mi boca cuando se trata de ti. Tú me vuelves tonto y aunque lo quiero, no lo puedo evitar.- él hablaba tan rápido que pensó que quizás ella no lo iba a entender.
- Señor Parisi, no se a donde quiere llegar con esta conversación. - dijo con temor.
- Quiero llegar a la parte donde te digo que me tienes loco, que me gustas tanto que no duermo,que cuando tú no estás cerca no respiro como se debe, que no como y no nada pensando en ti. Que te necesito a mi lado. - terminó de confesar.
- Señor- le dijo ella, separándose de su pecho para sentarse de frente a él- lo siento pero no, yo lo menos que quiero en mi vida, es ser la amante de mi jefe, incluso si mi trabajo depende de ello, ahora sí, ya es mejor que me vaya. - y trató de levantarse.
- Espera, espera, de donde sacaste que yo quiero que seas mi amante, no es eso lo que te pido, yo te pido que seas mi mujer.
- Pero usted tiene novia, o lo que sea.
- ¿Que novia?¿ De donde sacaste eso?- él la miró extrañado.
- La señorita Harrison. - le aclaró la duda.
- Ella no es mi novia, y hace un tiempo nuestros encuentros no llegan a nada por tu culpa.
- No necesito tanta información y no quiero ser la culpable de nada.- ella se sintió mal con su respuesta, no quería saber de su vida íntima con aquella mujer.
- Helena, de verdad, te juro que eres tú la mujer que me gusta y estoy dispuesto a demostrártelo. - él intentó que la chica entendiera que quería una relación verdadera con ella, pero parecía que no le iba a salir fácil.
- Hágalo, ahora me voy.- le dijo levantándose rápido para no darle tiempo a él de atraparla.
- Espera, espera, no te vayas ¿No me vas a contestar nada?- le dijo alcanzando su mano y obligándola a quedarse junto a él.
- ¿ Que quiere escuchar señor Parisi, que usted también me gusta? Pues usted me gusta, ya lo escuchó, pero también le dije que yo no voy a ser su amante.
- Y no lo serás Helena, te lo juro, no te vayas, quiero besarte, y tener tu olor pegado a mí y por favor no me digas señor Parisi, dime Nico.
- Usted es mi jefe, le guste o no.
- Y te juro que si no fuera porque necesito verte a cada momento te echaba del trabajo, para que no tengas más prejuicios conmigo. - ella lo miró asombrada- Helena, de verdad me gustas, y no quiero que seas mi amante, quiero que seas mi novia o mi pareja o mi mujer o lo que tú quieras, ponle el nombre que más te guste, ya me dijiste que sientes lo mismo que yo, entonces¿ Porqué no me das una oportunidad?
- Porque tengo miedo.- le confesó ella con la voz cortada.
- Ya somos dos, yo también tengo miedo, toda mi vida he tenido las cosas según mi previsión, nada se ha salido de mi control, nunca, hasta que te vi, y te juro que traté de desviar mi mirada, y hacer como que no existías, pero no resultó. - el hombre ya no sabía que decirle para que ella comprendiera que no quería jugar con ella, que ella era más que una amante.
- No se que decirle, yo no quiero salir lastimada de esto.
- Y yo no puedo prometerte que no te lastimaré, solo que intentaré no hacerlo. Por favor, dame una oportunidad- la duda se reflejó en los ojos de ella - ¿Puedo besarte ahora? Déjame besarte, necesito hacerlo- ella lo miró un momento y vio en sus ojos un brillo que nunca había notado, asintió y al instante sus labios se unieron en una danza que parecía habían bailado toda la vida.
Ella se moría de miedo, sabía que se estaba equivocando, cada célula de su cuerpo lo sabía, pero también lo necesitaba, y ya lo tenía decidido, al final ella recogería sus lágrimas y se marcharía, pero mientras llegaba el final se iba a dar la oportunidad de quererlo.
Él la fue empujando poco a poco hasta que volvieron a la cama, y allí estaba ella, debajo del cuerpo del hombre más sexy que había visto en su vida, siendo devorada por su boca.
- Señor- dijo y tragó saliva- Parisi, deténgase por favor. No quiero tener sexo, no ahora por lo menos.
Él se detuvo sin bajarse de arriba de ella.
- No te preocupes, no lo haremos, pero eso no me va a impedir que pruebe cada poro de tu cuerpo. Déjame enseñarte que sexo es más de lo que tú imaginas. ¿ Puedo?- ella tragó grueso y asintió y él comenzó a dejar pequeños besos húmedos por la piel descubierta de ella, a la vez que poco a poco iba deshaciéndose de la ropa que la cubría.
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