Dulce una mujer que nunca quiso ser madre pero que la vida le dio un cambio de 80 60 grados encontrándose con Amy una niña huérfana que le robó el
Corazón de inmediato a tal punto de quererla como su hija cambiándole su mundo entero un amor que surgió entre ellas para Amy dulce es su mamá y para dulce Amy es su hija pero su felicidad se verá afectada por la llegada del papá de Amy Máximo un alfa despiadado que no le importa lo que tenga que hacer para encontrar a su hija sin importar a quien tenga que lastimar en el proceso un hombre que lo único que le importa es encontrar a su hija sin importar ensuciarse las manos en el proceso.
¿Que pasará cuando las encontré ?
—Yo soy el padre de Amy dame a mi hija
—Eso jamás Amy es mi hija y nunca te la daré
La hija del alfa es mía
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(Se que en el título dice hijo pero es niña aunque diga el hijo del alfa es mío trata de una niña )
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Desbloqueado recuerdos
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DULCE
—Ya al llegar al departamento, me llevé una sorpresa al encontrar a mi madre sentada en la sala. Genial… ahora tengo que aguantarla.
CRISTINA
—Dulce, ¿cómo es posible que todo el mundo esté enterado de que vas a adoptar a esa bebé, menos tus padres? Y sinceramente, no creo que seas capaz de cuidar a esa niña. Dulce, por Dios, ¡apenas te mantienes viva tú! Terminaste la universidad y ni siquiera te has dignado a ir a trabajar en la empresa. ¿Así crees que eres capaz de cuidar a un bebé, cuando no puedes ni mantener una rutina?
Te hemos dado todo, y así nos pagas, ni siquiera nos avisas de tus planes. Eres demasiado irresponsable como para criar a una bebé. A ti lo único que te importa es salir de fiesta cada fin de semana. Ni siquiera querías ir a la universidad; solo fuiste porque te obligamos. ¿Y crees que así podrás cuidar a una niña? Tener un hijo es sacrificio, es tiempo, es amor.
—¿En serio se preguntan por qué nunca los hago parte de mis planes? Les recuerdo que sí quería ir a la universidad, y sí quería estudiar enfermería. Pero ustedes no estaban de acuerdo. Según ustedes, eso no era una carrera digna de alguien de “mi nivel”. Me obligaron a estudiar publicidad para cuidar de su empresa y su dichoso legado.
Me faltó valor para defender lo que yo quería… pero esta vez no será así. Voy a adoptar a esta pequeña que me hizo entender que la vida es mucho más que fiestas o títulos. Esta niña llegó para mostrarme el camino, y estén o no de acuerdo, lo voy a recorrer.
Y tú, mamá, por favor… eres la menos indicada para hablar de dar amor y tiempo a los hijos. Es hipócrita de tu parte decir eso, porque te recuerdo que quien me crió, quien estuvo conmigo desde que era una bebé, quien me consolaba cuando lloraba o no podía dormir, quien jugaba conmigo… nunca fuiste tú. Fue mi nana.
Tú nunca estuviste. Siempre preferiste salir al club con tus amigas, vivir de viaje, y ahora vienes a darme lecciones.
Si eso era todo lo que viniste a decirme, por favor… vete ya.
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Sin más palabras, mi madre se levantó. Pero antes de salir, me lanzó una mirada asesina.
Estoy que hiervo del coraje. Esa discusión despertó tantos recuerdos de mi infancia… una ola de dolor y amargura me golpeó de golpe. Del enojo pasé a la tristeza. Me fui a mi habitación, puse a Amy en su moisés y me dejé caer al suelo, llorando sin consuelo.
Esa conversación desbloqueó recuerdos que pensé haber olvidado. Siempre dije que nunca tendría hijos… no por mi estilo de vida, eso vino después. Mi miedo era otro: tener un hijo y ser como mi madre. No saber dar amor.
Mi mamá nunca fue una madre preocupada por sus hijos. Se preocupaba más por ella que por cualquiera de nosotros. A veces llegué a pensar que no era su hija. Mi nana me dio más amor y cariño que mi propia madre, que solo sabía rechazarme.
Fueron muchas las noches que lloré sin dormir, preguntándome por qué mi madre era así. ¿Por qué no era como la de mis amigas? Cuando Lucy se embarazó, su madre fue la primera en apoyarla, en estar a su lado.
Y yo pensaba: si fuera yo la embarazada, mi madre me abofetearía, me correría de la casa, me obligaría a abortar o me mandaría al extranjero… cualquier cosa para evitar el escándalo. Todo… menos quedarse conmigo.
Tuve mi etapa rebelde, buscando llamar su atención. ¿Y qué conseguí? Que me compraran un departamento para no tener que “soportarme” en casa.
Después de mudarme aquí, hace ya cinco años, esta es la tercera vez que mi madre me visita. Y cuando lo hace, es para reclamarme algo.
Puedo contar con los dedos las veces que me ha invitado a su casa… ni siquiera en fiestas familiares, porque siempre están de viaje.
Jamás he pasado una Navidad con ellos. Desde pequeña, se iban de viaje o a cenas con sus amigos. Y como siempre, me dejaban con los empleados… con mi nana. Sé que ella se quedaba para no dejarme tan sola.
Ellos hicieron todo lo posible para que cada momento material fuera especial… pero el amor real, ese me lo dio mi nana. Más que mis propios padres.
Mis padres solo sabían llenarme de regalos… y quitarme lo que más amaba.
Aún recuerdo como si fuera ayer el día que mi madre despidió a mi nana. Fue el día que les dije que no quería estudiar publicidad, sino enfermería. Mi nana me apoyó y me defendió. No sé qué tanto hablaron, pero escuché claramente cuando mi madre le dijo que recogiera sus cosas, que estaba despedida.
Ella la corrió… sin importarle mis lágrimas ni mis ruegos. Corrió a la mujer que me crió, que me dio el amor que ella nunca me supo dar.
Antes de irse, mi nana me dijo algo que nunca olvidé:
“Mi niña, abre los ojos. La verdad está cerca.”
Después de eso, no pasó ni un mes y ya me habían comprado el departamento. No puse mucha objeción… no quería seguir viviendo bajo el mismo techo que la mujer que me dio la vida. Era irme a estudiar publicidad o quedarme y verla todos los días. Elegí irme.
Busqué a mi nana por mucho tiempo, sin respuestas. Sin darme cuenta, ya era un mar de lágrimas… todo por dejarme llevar por los recuerdos.
Me levanté al escuchar a Amy llorar. La tomé del moisés y la abracé fuerte. Contemplé su carita… y ella la mía. Me da paz… y sé que yo también se la doy, porque dejó de llorar apenas me vio.
—Te juro, mi amor, que voy a dar lo mejor de mí para que estés bien. Eres lo mejor que tengo en esta vida. Nadie nos va a separar. Te lo prometo. Siempre voy a estar a tu lado.
Nos acostamos en la cama y le empecé a cantar. Ella sonrió… y me dejó completamente enamorada.
Ya ha pasado una semana desde que Amy está conmigo. Y muchas cosas también han pasado.
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