En un futuro cercano, un grupo de humanos descubre que la realidad que conocen es una simulación creada por una civilización alienígena avanzada. A medida que luchan por romper con esta ilusión, se enfrentarán a horrores inimaginables, revelaciones sorprendentes y dilemas morales que pondrán a prueba su humanidad. El amor florecerá en medio del caos, mientras todos ellos luchan por su libertad.
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Capítulo 4: Hacia lo Desconocido
Ethan y Lena se encontraban en la penumbra del laboratorio, el brillo de las pantallas iluminando sus rostros tensos. La imagen de David, atrapado y vulnerable, seguía grabada en la mente de Ethan. Sabía que no podían perder más tiempo. Con un último vistazo a la pantalla, se giró hacia Lena, quien parecía tan decidida como él.
—Necesitamos un plan rápido —dijo Ethan, su voz firme a pesar de la ansiedad que sentía.
—Sí, pero primero debemos averiguar qué más hay en este lugar —respondió Lena, su mirada fija en el pasillo que se extendía ante ellos—. Si los extraterrestres están aquí, debemos estar preparados para lo que podamos encontrar.
Con un asentimiento, Ethan se acercó a la puerta que daba al pasillo. La tensión en el aire era palpable, y cada paso que daban resonaba en su mente como un eco de advertencia. Mientras avanzaban, el silencio era abrumador, interrumpido solo por el suave zumbido de las máquinas que parecían observarlos.
De repente, un sonido sutil, como un susurro, les hizo detenerse. Ethan se giró hacia Lena, quien le hizo un gesto para que se mantuvieran en silencio. Con cautela, se acercaron a una puerta entreabierta. Al asomarse, vieron una sala llena de equipos extraños y pantallas que mostraban datos en un idioma que no podían entender.
—Esto es… increíble —murmuró Ethan, asombrado por la tecnología alienígena que los rodeaba.
—Y aterrador —respondió Lena, su voz apenas un susurro—. Debemos tener cuidado. No sabemos qué tipo de experimentos están llevando a cabo aquí.
Decididos a seguir adelante, se adentraron en la sala. Las pantallas mostraban imágenes de humanos en situaciones extrañas, conectados a máquinas que parecían extraer información de sus mentes. Ethan sintió un escalofrío recorrer su espalda al darse cuenta de que esos eran sus semejantes, sujetos de experimentos.
—¿Qué están haciendo? —preguntó Lena, su voz temblando de incredulidad.
—No lo sé, pero parece que están estudiando nuestra naturaleza —respondió Ethan, sintiendo que la rabia comenzaba a burbujear en su interior—. No podemos permitir que esto continúe.
Mientras exploraban, encontraron un archivo que contenía información sobre los experimentos. Las palabras "control mental", "alteración de la percepción" y "manipulación emocional" saltaban a la vista. Ethan sintió que su estómago se revolvía. ¿Qué tipo de monstruos eran estos extraterrestres?
—Debemos llevar esto de vuelta al grupo —dijo Lena, su voz llena de determinación—. Necesitamos pruebas de lo que están haciendo.
De repente, un sonido metálico resonó en el pasillo. Ethan y Lena se miraron, el miedo reflejado en sus ojos. Sin pensarlo, se escondieron detrás de una de las máquinas. Un grupo de extraterrestres, altos y delgados, entró en la sala, hablando en un idioma gutural que les erizó la piel.
—¿Qué hacemos? —susurró Ethan, sintiendo que el pánico comenzaba a apoderarse de él.
—Esperemos a que se vayan —respondió Lena, su respiración entrecortada—. No podemos ser descubiertos.
Los extraterrestres comenzaron a revisar los equipos, y Ethan sintió que el tiempo se detenía. Cada segundo que pasaba era una eternidad. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, los extraterrestres se marcharon, dejando la sala en un silencio inquietante.
—Ahora es nuestro momento —dijo Lena, saliendo de su escondite—. Vamos a buscar a David.
Con el corazón latiendo con fuerza, se dirigieron hacia la sala donde habían visto a David. Al llegar, encontraron la puerta cerrada, pero había un panel de control al lado. Ethan se acercó, recordando las enseñanzas de Lena.
—Déjame intentar —dijo, sintiendo la presión del momento. Con manos temblorosas, comenzó a trabajar en el panel. La pantalla parpadeó y, tras unos momentos de tensión, la puerta se abrió con un suave clic.
Al entrar, encontraron a David, atado a una silla, con una expresión de agotamiento en su rostro. Ethan sintió una mezcla de alivio y preocupación al verlo.
—¡David! —exclamó Lena, corriendo hacia él.
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó David, su voz débil pero llena de sorpresa—. No debieron venir.
—No podíamos dejarte —respondió Ethan, desatando las ataduras de David—. Encontramos información sobre lo que están haciendo aquí. Tienen planes horribles.
David se incorporó lentamente, su mirada fija en Ethan y Lena.
—¿Qué descubriste? —preguntó, su voz ahora más fuerte.
—Están experimentando con humanos para entender nuestra naturaleza —dijo Ethan, sintiendo que la rabia volvía a surgir—. No podemos permitir que esto continúe.
David asintió, su expresión grave.
—Debemos salir de aquí y alertar al resto del equipo. Pero necesitamos un plan. Si nos descubren, no tendremos otra oportunidad.
Mientras discutían su próximo movimiento, un sonido de alarma resonó en el laboratorio. Las luces comenzaron a parpadear, y una voz robótica anunció que había una brecha de seguridad.
—¡Rápido! —gritó David—. ¡Debemos irnos ahora!
Ethan, Lena y David se apresuraron hacia la salida, pero el camino estaba bloqueado por un grupo de extraterrestres que se acercaban rápidamente. La adrenalina corría por las venas de Ethan mientras buscaba una forma de escapar.
—¡Por aquí! —gritó Lena, señalando una puerta lateral.
Corrieron hacia la puerta, pero antes de que pudieran abrirla, los extraterrestres los alcanzaron. Ethan sintió que su corazón se detenía. ¿Era este el final?
Pero en ese momento, David, con una determinación renovada, se lanzó hacia los extraterrestres, distrayéndolos lo suficiente para que Ethan y Lena pudieran escapar.
—¡Vayan! —gritó David mientras lo sujetaban—. ¡No miren atrás!
Ethan y Lena se detuvieron un instante, pero la urgencia del momento los empujó a seguir adelante. Corrieron por los pasillos oscuros, el eco de sus pasos resonando en sus oídos.
Finalmente, encontraron una salida. Al salir al aire libre, la luz del sol les dio la bienvenida, pero la realidad de lo que habían dejado atrás pesaba sobre ellos.
—No podemos dejar que David se quede —dijo Ethan, su voz llena de desesperación.
—Lo sé —respondió Lena, su mirada fija en el horizonte—.