Te Necesito Conmigo

No ¡Definitivamente él no tenía que ser el conquistado! ¡Su secretaria era la que tenía que ser conquistada no él!

Su secretaria no le gustaba, bueno físicamente le atraía y sí le gustaba el cuerpazo que se traía pero no sentimentalmente, no señor, nada de sentimientos de por medio.

-¿Cómo vas con la organización de la salida al campo con el equipo de trabajo?

-Muy bien señor, todo ya está listo. ¿Puedo saber con el propósito con que lo hace? - interrogó curiosa mientras escaneaba la reciente combinación del traje número 8.

-Para conocernos mejor como equipo - se encogió de hombros para hacer creíble su excusa.

-Está más de 5 años con los mismos, señor, creo que es algo imposible de que no los conozcas. Alonso Aguilar trabajo hasta con su padre - informo.

-¿Quién? - pregunto Alexander al no conocer tal nombre. Isabella lanzo una carcajada.

-Ahora sí le creo cuando dice que es para conocerse mejor - la presencia de la señora Clara los hizo girar su cabeza al sentirse observados.

-La cena ya está lista - anuncio con una pequeña sonrisa desconocida para Alexander y no solo para él, también para Isabella

-Ahora vamos Clara - respondió Alexander y la señora se alejó - Ochos trajes son demasiados Isabella, gracias. Ahora vamos a cenar - Isabella asintió y colgó el último traje en el placar de su jefe y lo empezó a seguir por detrás, mirando con atención la ancha espalda de su jefe.

Ella como al igual que él, se había puesto ropa cómoda de casa. Llegaron a la cocina después de lavarse las manos y tomaron asientos en unos taburetes junto con Clara. La anciana había puesto los platos de ambos uno en frente de otro, con la intención de que ambos se miraran de frente. Su instinto de mujer experimentada no le engañaba y sabía que desde estos dos se habían conocido siempre hubo cierta conexión.

-Esto esta riquísimo Clara, muchas gracias - agradeció Isabella dando el primer bocado de pan de carne - Tú esposo debió de disfrutar de tus comidas.

-Lo hizo, siempre me lo hizo saber querida - le sonrió agradecida - Dime Isabella ¿Aún no tienes pareja? - Alexander al escuchar la pregunta automáticamente levanto su mirada hacía su apuesta secretaria.

-No he tenido en un largo tiempo a nadie. Pero ahora mi amiga me organizo una "Cita a ciegas" así que conoceré a un hombre - le contó y por un instinto miro a su jefe, quien con la mirada perdida no dejaba de mirarla.

-Espero y tengas suerte querida. ¿Tú quieres casarte? - siguió de curiosa Clara mientras de reojo miraba a su jefecito.

-Por supuesto ¿Qué mujer no querría eso? - tomo un sorbo largo de jugo de naranja - Tener una persona a tú lado que ames y esa persona te amé igual o más, tener hijos, mimarlos, tener nietos malcriarlos, es una experiencia que yo quiero tener - confesó con una sincera sonrisa mirando sonriente un punto fijo.

- ¿Es eso lo que quieres? - pregunto Alexander sorprendiendo a la azabache - ¿Esa es entonces la verdadera razón por la que necesitas renunciar?

-Sí, quiero encontrar a alguien que quiera compartir su vida a mi lado, que me ame y yo igual, casarme, tener hijos y que mis hijos tengan nietos - le respondió tranquila e informal por primera vez.

Ambos se miraron fijamente a los ojos, sintiendo a la vez como algo en su vientre revoloteaba, sus piernas empezaron a perder firmeza y sus manos sin razón alguna empezaron a sudar. Sus ojos no se desviaban, ambos solo querían mirarse por un rato más.

Los dos, Isabella como Alexander era unos tercos y orgullosos como para empezar a darse cuenta de sus sentimientos por el otro.

Desviaron sus miradas segundo después terminando de cenar como si nada.

-Gracias por todo Clara, ahora me iré a casa - anunció Isabella al haber terminado junto con Clara de lavar y secar los platos.

-Gracias por ayudarme querida – le sonrió Clara - Cuídate y ya nos estaremos viendo - dijo la anciana despidiéndose con besos en ambas mejillas de la azabache.

Isabella salió de la cocina cogiendo su bolso del taburete, pasando por la sala y deteniéndose frente a la puerta de salida.

Su jefe estaba apoyado de espaldas en la puerta.

-¿Señor...? - murmuro Isabella al verlo, ignorando por completo un revoloteo en su vientre.

- ¿Ya estás lista? - pregunto escaneándola de pies a cabeza, debías de ser un ciego para no escanearla con la mirada, su secretaria era verdaderamente apuesta, no, era sexy.

Y Alexander claramente lo sabía o no por nada los primeros meses que empezaron a trabajar juntos él había intentado conquistarla y llevársela a la cama, pero Isabella en todas esas ocasiones lo había rechazado y tal vez eso fue lo que llevó a Alexander a conservarla por varios años a su lado.

Claro que aún la miraba de reojo, le miraba su trasero y busto, sus esbeltas y firmes piernas, su rostro perfilado, su cabello azabache largo y sedoso, mentía si dijera que no deseaba tocarla, pasar libremente sus manos por cada rincón del cuerpo de su secretaria. La deseaba desde hace ya mucho tiempo, pero ahora a ese deseo se le había añadido algo más, algo que, aún él no lograba descifrar.

-Cuando... ¿Cuándo es la "Cita a ciegas"? - pregunto Alexander minutos de silencio después de haber puesto en marcha su coche.

Alexander se había ofrecido a llevarla en coche hasta su casa, con el pretexto de devolverle el favor, por lo que la última vez su secretaria había lidiado con él. Isabella había aceptado sin tantos rodeos, los primeros minutos fueron en completo silencio, Alexander quería sacarle información con respecto a su "Cita a Ciegas".

-¿Para qué lo pregunta señor? - con una ceja arqueada giro su cabeza y le respondió con otra pregunta.

-Es solo una simple pregunta, solo respóndeme - ordeno fingiendo desinterés con la mirada al frente, sin despegar sus ojos de la carretera, pero si sentía la mirada de la azabache sobre él.

-No lo sé. Y sí lo sabría señor, no se la diría porque es algo personal y no laboral - Alexander tensó su mandíbula desconforme, no dijo nada y ella tampoco haciendo que el silencio volviera a reinar.

Cinco minutos más y Alexander ya se estacionaba frente al edificio en donde se encontraba el departamento de su apuesta y sexy secretaria. Isabella sin saber que hacer primero, sí bajarse del coche y después despedirse de su jefe o si despedirse primero y después bajarse.

-Gracias señor por haberme acercado - dijo sentada aún en el asiento de copiloto, hecho un suspiro al no recibir respuesta y se bajó del coche. Alexander se encontraba serio, pensativo, se debatía en si hacer la locura que llevo pensando desde que había salido de su mansión.

Escucho los pasos de su sexy secretaria y volvió en sí, la azabache pasaba por enfrente de sus ojos ¿Ya se había bajado? A cada paso, Isabella se alejaba de él, cada vez más y más... у

Era ahora o nunca.

Bajo de su coche y cerró con fuerza la puerta, Alexander a paso largo se acercó al cuerpo de Isabella, estiro su mano y tomo la de la azabache con la suya haciéndole dar media vuelta, ganándose una expresión de sorpresa de su secretaria. Se miraron fijamente, los chocolates se derretían con el dorado fundido de Alexander, ambos labios entreabiertos esperando inconscientemente algo de parte del otro.

Alexander había tomado una decisión, no dejaría a Isabella Smith con otro hombre. Él gustaba de ella y no la dejaría ir.

-Cásate conmigo - soltó demandante.

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Espero que les guste este capítulo, estaré subiendo más capitulos si recibo su apoyo...