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El Imperio De La Mafia

El Imperio De La Mafia

Status: En proceso
Genre:Mafia / Traiciones y engaños / Amor en la guerra / Familias enemistadas
Popularitas:6.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Giise Flor

Pia es vendida por sus padres al clan enemigo para salvar sus vidas. Podrá ser felíz en su nuevo hogar?

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Capítulo 1

Italia, época actual.

Las colinas toscanas parecían dormir bajo el sol de la tarde, como si no supieran —o prefirieran ignorar— los negocios turbios que se tejían entre las sombras de sus caminos serpenteantes del pueblo. Allí, en una imponente villa rodeada de cipreses y muros antiguos, se gestaba una tregua… a costa de una vida.

Leonardo De Santi se encontraba de pie frente a los amplios ventanales de su despacho, con las manos cruzadas a la espalda y la mandíbula apretada. Su silueta imponente se recortaba contra la última luz del día, proyectando una sombra alargada sobre el suelo de mármol. Medía un metro noventa y su cuerpo, entrenado con disciplina militar, combinaba fuerza y elegancia. Sus hombros anchos y espalda recta hablaban de una autoridad que no necesitaba gritar para hacerse sentir.

Llevaba una camisa blanca, perfectamente planchada, que dejaba entrever los músculos tensos de sus brazos. El primer botón desabrochado revelaba apenas una cadena de oro fino, discreta, pero valiosa. Su cabello rubio, cortado al ras como el de un soldado, brillaba con reflejos dorados bajo el sol del atardecer. Tenía un rostro anguloso, con pómulos marcados, nariz recta y una barba de un par de días que le daba un aire salvaje y atractivo al mismo tiempo. Pero eran sus ojos lo que más imponía: celestes, helados, como si pudieran atravesar a cualquiera con una sola mirada. No parpadeaban. Observaban el jardín con la misma frialdad con la que juzgaba el mundo.

Por fuera parecía tranquilo, casi estatua, pero en su interior hervía una tormenta contenida. La impaciencia lo carcomía. Su mente, siempre en control, iba más rápido que sus emociones. Era un hombre acostumbrado a mandar, a tenerlo todo bajo su dominio, y odiaba esperar. A primera vista, Leonardo podía parecer solo un líder más de la mafia, pero bastaba compartir unos minutos con él para entender que no era como los otros. Calculador, implacable, pero también capaz de un extraño tipo de lealtad hacia quienes lograban cruzar la muralla de su desconfianza. Y esa era una hazaña que pocos conseguían.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó Francesco, su primo y consejero más leal, sentado en el sillón frente al escritorio. Tenía unos años menos que Leonardo, el mismo temple firme, pero con una mirada más cálida y pensativa.

—Tan seguro como de que Enzo Moretti se me arrodilló esta mañana para evitar la muerte —respondió Leonardo, sin girarse—. Este es el precio de su traición, y lo va a pagar. Con sangre… o con carne.

Francesco no respondió enseguida. Sabía que discutir con Leonardo era como hablarle a una estatua de mármol: no se movía, no cambiaba, no retrocedía. Pero aun así, a veces lo intentaba.

—Es su hija, Leo.

—Y yo iba a volarle la cabeza esta semana. ¿No te parece que salió ganando?

El silencio volvió a instalarse en el despacho, denso y pesado. Francesco desvió la mirada hacia una de las fotografías enmarcadas sobre la repisa: los dos, de niños, corriendo por la finca de su abuelo, antes de que la mafia les reclamara la vida. Él y Leonardo eran más hermanos que primos, unidos por años de lealtad, sangre derramada y secretos compartidos.

Mientras tanto, a kilómetros de allí, un auto negro avanzaba por una carretera secundaria. En el asiento trasero, Pia Moretti miraba por la ventanilla con la mandíbula tensa. Sus ojos verdes, tan intensos como las hojas nuevas de primavera, no parpadeaban. Su cabello pelirrojo caía en ondas rebeldes sobre sus hombros, sin domar, como ella.

—No entiendo cómo tenés la cara para venir sentado conmigo —le dijo, sin mirarlo, a Enzo, su padre, que iba a su lado.

Él no contestó. Sabía que cualquier palabra que dijera sería triturada por el resentimiento de su hija. Aun así, intentó hablar:

—Es por tu seguridad, Pia.

—¡Mi seguridad! —explotó, girándose bruscamente—. ¿Me estás vendiendo a un asesino para que no te mate, y decís que es por mi seguridad?

El chofer tensó las manos al volante. El silencio se hizo incómodo.

—No va a hacerte daño —insistió Enzo—. Leonardo… prometió que iba a cuidarte.

—¿Y vos le creés? ¿A él?

—Es un hombre de palabra.

Pia se rio sin alegría. Quería gritar, romper la ventanilla, saltar en medio de la carretera. Pero sabía que no tenía a dónde huir. Su padre la había condenado.

Cuando llegaron a la villa De Santi, dos hombres armados los esperaban junto a la entrada. Uno de ellos, alto, de cabello castaño y gesto serio, abrió la puerta para que bajara. Era Vittorio, uno de los guardaespaldas de Leonardo. Nadie le había explicado nada, solo que debía proteger a la chica con su vida. No preguntó. En ese mundo, las preguntas sobraban.

Pia bajó con la cabeza en alto, el mentón firme y los ojos encendidos. Si iba a ser entregada como una maldita oveja al matadero, lo haría con dignidad. Enzo bajó detrás, visiblemente nervioso. Vittorio los guió por los pasillos de mármol, cruzando estatuas, alfombras orientales y cuadros antiguos. Pia no dijo una sola palabra, pero su mirada registraba todo. No olvidaría ni un solo rostro.

Leonardo los esperaba al pie de la escalera principal. Llevaba un traje negro, impecable. Cuando la vio, inclinó apenas la cabeza.

—Bienvenida a tu nuevo hogar, Pia.

Ella no respondió. Caminó hacia él, deteniéndose a un paso. Lo miró a los ojos, sin miedo.

—Tocame, y te arranco la lengua.

Francesco, que observaba desde un rincón, ahogó una sonrisa. Leonardo no se inmutó. Su rostro permaneció sereno, pero sus ojos brillaron con un destello oscuro.

—Eso no será necesario… si sabés comportarte.

Pia dio un paso hacia atrás, como si su sola presencia la contaminara.

—Mi comportamiento no es tu problema. Yo no elegí estar acá.

—Tu padre sí.

Los tres se giraron hacia Enzo, que parecía más viejo que hacía una hora. Tenía el rostro pálido y el sudor en la frente. Leonardo se acercó a él y le extendió la mano.

—El acuerdo está cumplido.

Enzo la estrechó con un leve temblor. Pia observó la escena como si viera a dos demonios cerrar un trato. Su padre ni siquiera se atrevía a mirarla.

—Andate —le dijo, con la voz baja pero cortante.

—Pia…

—¡Andate, te dije!

Enzo tragó saliva y se giró. Vittorio lo escoltó de vuelta al auto. Antes de subir, Enzo se atrevió a mirar hacia la entrada una última vez. Pia ya no estaba.

Leonardo la condujo hasta una habitación en el ala este de la villa. Era amplia, con una cama elegante, un balcón con vista al jardín y un baño privado. No era una celda… pero se sentía como una jaula.

—Tendrás todo lo que necesites —dijo él, antes de salir—. Pero no salgas sin permiso.

Ella no contestó. Cuando se quedó sola, cerró la puerta con fuerza y apoyó la frente contra la madera. No iba a llorar. No iba a darle ese gusto.

En el pasillo, Francesco se le acercó a Leonardo en voz baja.

—¿Estás seguro de que esto no va a explotarte en la cara?

—No. Pero si lo hace, al menos sabré que lo intenté.

—¿Intentaste qué?

Leonardo no respondió. Sus pensamientos eran un torbellino. La imagen de Pia lo había impactado más de lo que quería admitir. No se parecía a ninguna mujer que hubiese conocido. Tenía furia, orgullo, fuego en los ojos. No era una víctima sumisa. Era una especie de tempestad encerrada en un cuerpo hermoso.

Y él tenía la llave para hacerla explotar cuando fuese necesario.

Mientras tanto, Pia, sentada en el borde de la cama, observaba el balcón. Afuera, el sol empezaba a ocultarse tras los cipreses. Había sido entregada como un objeto. Pero no iba a dejarse dominar. Si creían que podían quebrarla, estaban muy equivocados.

1
Angy Macías
está bien esperaré ojalá no sea una historia olvidada con muchas apesar de que son geniales ya no las actualizan espero no sea el caso
Nancy Parraga
Es un amor verdadero, un amor sin prisa solo de ellos dos.
Autora te felicito eres una persona elocuente en tus escritos cada frase bien formulada y sutil al narrar estos capitulos
Nancy Parraga
Así es como se construyen las grandes parejas sin opresión sin rencores por ser puesto en el lugar equivocado, sin ser forzado a nada así es como se construye un amor bonito
Nancy Parraga
Que emotivo capitulo que bonito esa dulzura con la que has relatado es cap me llegó alma, esperemos que ellos ya puedan dar otro paso más y construyan algo que nadie pueda dañar
Nancy Parraga
Ya debe haber un comienzo para ellos Pero que no haya mentiras ni más enredo con lo de los padres de Pia el debe ser honesto con ella para que así puedan avanzar
Nancy Parraga
Ella está preocupada por el pero si orgullo no la deja ver qué es lo que siente por el
Nancy Parraga
Que madre más despreciable con una madre así para que enemigos
Nancy Parraga
ya está sintiendo or por Leonardo 🤭
Nancy Parraga
creo que el padre de pia tiene que ver en eso son demasiados ambiciosos y la madre no la quiere
Nancy Parraga
Más vale una verdad por dura que sea a una mentira piadosa, si el le hablara a ella por lo menos ella tuviera una forma diferente de pensar Pero el la ha maltratado y en Vittorio encontró paz esa persona que no le gritó que no la golpeó y el hizo las cosas mal Pero está arrepentido Pero tiene qie mostrar con hechos no solo con palabras
Nancy Parraga
Malditos infelices deberían estar 10 metro bajo tierra así no podrán hacer daño
Nancy Parraga
Ella ya está aceptando que se está enamorando de él, y el también debe de aceptar que cometió muchos errores
Martha Teresa Torres Castañeda
Excelente
Ismerai Montes Chavez
se justifica lo hace , la protegió de la porquería de padres que tiene. que se prenda la llamita /Heart/
Martha Teresa Torres Castañeda
guauuu me encanta soy cursi y me encantan los hombres recios enérgicos pero querendones vamos pía es tuyo
Omis Mendoza
por qué no le dices La verdad lo que son esos infelices que sé hacen llamar padres que no sé quieren ni ellos mismo
Martha Teresa Torres Castañeda
no puede ser yo quería que pía se enamorara de Leonardo
Omis Mendoza
que padres tan desgraciado pero más La maldita Vieja infeliz
Angy Macías
ojalá no tardes un año en publicar un capítulo 😊
Florcita: 2 años quizás 😆
total 1 replies
Angy Macías
Excelente ojalá no tardes un año en publicar un capítulo 😊
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