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Ardiente Tentación

Ardiente Tentación

Status: Terminada
Genre:Romance / Contratadas / Completas
Popularitas:1.1M
Nilai: 4.9
nombre de autor: Fernanda L. Aguilar

Briseida Llamas está casada con el amor de su vida... al menos eso piensa ella, pues el día que descubre la traición, es el día que ve su mundo caer a sus pies.
Puede dar media vuelta e irse sin más, pero un plan de venganza es lo que su fuerza de voluntad le pide lograr.

Damián Leiva, el hombre más rico de la ciudad, el hombre que siempre la hizo dudar, es quien se convertirá en su nuevo AS para jugar.

NovelToon tiene autorización de Fernanda L. Aguilar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 9: Viaje

Habían pasado cuatro días desde qué miré a Damián y pensé que la sensación de sus caricias desaparecería, pero era todo lo contrario. Es como si las anhelara tanto que solo se volvían más intensas. Quería volver a tener lo que me hizo sentir.

— ¿Briseida? —Me llamó Jenny, por lo que me giré despegando así la mirada de mi computadora.

— ¿Sí?

—Mike está al teléfono —Me lo mostró —Al parecer te ha estado marcando —susurró la última frase para que él no alcanzara a escucharla.

—Oh, gracias —Tomé el aparato de sus manos.

—Me retiro —se giró y se fue, así que lleve el teléfono a mi oído.

— ¿Hola? ¿Mike?

—Briseida, ¿Qué has estado haciendo? llevo marcándote desde hace tiempo y no me contestas —Exclamó con el coraje desbordante en sus palabras.

—Mi celular está en silencio —solté un suspiro —Estoy escribiendo y suelo ponerlo así, lo sabes.

— ¿Pero no lo tienes cerca para la que lo sientas vibrar?

—Mike, ¿necesitas algo? ¿O solo vamos a pelear por no contestar?

Soltó un suspiro sordo.

—Lo siento, si, te llamaba para algo importante. Tengo un viaje de negocios —guardo silencio.

—Bueno... que te vaya bien —Miré a Monet intentar alcanzar una de mis plantas, así que me levanté.

—Quiero que vengas conmigo.

Me detuve en seco, confundida.

— ¿Para qué?

—Para estar juntos.

— ¿Este es el viaje del que hablabas? —Puse mi planta en una repisa más alta.

—No, yo... yo quiero que confíes en mí y pensé que si venías conmigo ayudaría a qué no tengas malos pensamientos de mí fuera de casa.

Tomé oxígeno.

—No necesitamos llegar a eso.

Ya nunca confiaré en ti. No necesitas estar tan lejos para serme infiel. Lo sé.

—Bri… por favor —suplicó —Estoy poniendo lo máximo de mi ¬¬¬—guardo silencio por varios segundos que me hizo pensar que colgó — ¿Ya no me amas? —Murmuró al final, así que mis ojos rodaron mientras me sentaba de nuevo.

—Mike, no hagas eso.

—Entonces ven conmigo, dame esa oportunidad.

Cerré los ojos frustrada porque sabía que mi terquedad a no querer ir a parte de no quererlo cerca, era por si Damián me llamaba. Eso era estúpido de mi parte y me enojaba tener ese comportamiento por él, un hombre casado.

—De acuerdo —murmuré —Pero quiero mi habitación.

—Pe...

—Esa es mi condición, Mike.

Soltó un suspiro.

—Bien. Lo tomo.

— ¿Cuándo es?

—Salimos hoy en la noche.

¿Qué?

—Pero... ¿Cuándo volvemos?

—Son dos noches allá.

Tragué duro con la necesidad de retractarme, pero ¿para qué? ¿Para rogarle a Damián que mañana volviéramos a tener sexo?

Me mordí la lengua.

— ¿Entonces... te veo en casa en un rato para tomar el vuelo?  —Preguntó dudoso al mirar mi falta de una respuesta.

—Bien —murmuré.

—Bien —escuché la sonrisa en su voz.

Puse mi celular junto a la computadora sin importarme colgar. Miré la pantalla intentando descifrar lo que había escrito.

***

Una vez miré el mar y esperé que saltara un delfín. Él nunca saltó.

Una vez miré al cielo y esperé por una estrella fugaz. Ella nunca pasó

Una vez corrí demasiado rápido... para poder alcanzarte; pero no lo logré.

Una vez grité para que alguien viniera... alguien que se llevara el dolor; pero nadie apareció.

Una vez decidí mirar al frente y encontré a alguien sentado en la banca y por instinto esperé que volteara. Él lo hizo y sonreí, porque podía empezar otra vez, sin necesidad de correr.

***

No me consideraba buena escribiendo frases de ese estilo, no era mujer de poesía, pero decidí intentarlo.

—Es lo mejor que pudiste lograr Briseida, yupi —murmuré mientras cerraba la computadora.

Encontré a Jenny en la habitación principal haciendo la cama.

— ¿Jen?

— ¿Sí? —se giró hacía mi con la almohada en sus manos.

Miré dudosa a mí alrededor, ya que tenía más de un mes si entrar ahí y era extraño.

—Necesito tu ayuda —Me enfoque en ella.

—Claro, ¿Qué necesitas? —Dejo la almohada y camino hacia mí.

—Que cuides a Monet —solté un suspiro —Acompañaré a Mike a su viaje. Es hoy.

Frunció el ceño mientras me observaba confundida.

— ¿Iras con él? Pero... ¿Ya se reconciliaron?

—No. Es solo... un intento por demostrarme que no se acuesta con nadie mientras va a sus viajes.

Como si esto borrara lo que ya hizo

— ¿Estás segura de ir? —Toco mi hombro —Yo me hago cargo de ese bebé, pero... No quiero que vayas si regresaras mal. Mike es mi jefe, pero tú eres mi amiga.

Sonreí y la abracé.

—Estaré bien.

Al menos eso quería pensar.

Hice una maleta con varios cambios de ropa, así como la computadora.

Mike llegó pasando de las 6 de la tarde.

— ¿Lista? —Se paró en el umbral de mi habitación.

—Sí.

Nos metimos en la parte trasera de su coche y me senté al lado opuesto del suyo. Mi mano viajaba constantemente al celular, pero me repetí una y otra vez que no debía avisarle, no tenía ese compromiso. Tuvimos sexo, el mejor sexo que he tenido en mucho tiempo, pero nada más. No le debía nada... y no me debía nada.

El jet privado nos esperaba junto con algunos de sus compañeros. Se sorprendieron un poco al mirarme y se vieron entre sí, pero reaccionaron rápidamente y me saludaron como si nada. Me pregunté cuántos de ellos sabían que Mike se cogía a otras. Ellos eran sus amigos. Posiblemente todos sabían.

Me senté en unos de los asientos posteriores, los más alejados.

— ¿Briseida? ¿Por qué no te sientas a delante con nosotros? —Mike se detuvo del asiento vacío frente a mí mientras me observaba acomodar mis cosas en la mesita.

—Quiero dormir un poco —Miré por la ventana al sol escondiéndose en el horizonte —Es tarde —Lo miré — ¿Cuánto tomará este viaje?

—Poco más de una hora —Miró a los hombres sobre su hombro —Me sentaré contigo —Me sonrió.

—No te preocupes, estoy bien —sonreí —Ve a hablar con ellos, tienen trabajo que hacer. Yo dormiré.

Soltó un suspiro y asintió.

—Bien, descansa —Se inclinó para darme un beso en la frente y lo deje. Sonrió satisfecho y se fue dos asientos adelante para estar con ellos.

No dormí, simplemente cerré mis ojos y me imaginé en un lugar distinto. Una ciudad pequeña, algo tranquilo, tal vez con mi abuela y Jenny. Una florería... antes había tenido el sueño estúpido de querer una florería, una dónde yo la trabajara, no solo ser la dueña e ir a supervisar de vez en cuando, como me propuso Mike. Era un sueño olvidado, que ahora no lo veía tan lejano.

El vuelo me revolvió el estómago, ya que no me gustaba mucho viajar, por lo que, no me sentía muy bien para cuando el avión se detuvo en la pista.

— ¿Cariño? —Mike apareció a mi lado mientras estaba tomando respiraciones largas intentando no vomitar — ¿Estás mareada?

—Un poco —murmuré mientras abría mis ojos para verlo.

—Te compraré algo en el camino —Se enderezo —Por el momento debemos bajar. El coche nos espera.

Tomé mis cosas y bajé con cuidado las escaleras. El movimiento del auto no me ayudo, pero afortunadamente teníamos nuestro auto propio, por lo que sus compañeros no me vieron retorcerme por mi malestar. En algún punto el auto se detuvo.

—El chofer irá por algo para ti —Escuché a Mike cerca, pero no lo miré y asentí.

—Gracias.

Fue una eternidad para cuándo llegamos al lujoso hotel. Mike me ayudó poniendo su brazo izquierdo alrededor de mi cintura y lo dejé, porque en ese momento en verdad necesitaba agarrarme de algo o alguien.

Sonreí amablemente a las personas mientras se acercaban por las maletas.

—Te llevaré a la habitación —Susurró en mi oído.

—Puedo irme sola —Le sonreí para que viera que estaba bien —Tú ve con ellos —Miré a los hombres en un pequeño grupo mientras hablaban.

—Solo quiero asegurarme que llegarás bien.

Lo pensé unos segundos y asentí, si así dejaba de hablarme, entonces estaba bien.

—De acuerdo

—Enseguida regreso —Les dijo a las personas, así que me límite a sonreírles y desearles buenas noches cuando voltearon.

Esperamos el elevador hombro con hombro, pero no hablamos, sentí su mano en mi espalda baja cuando las puertas se abrieron y entré, al girarme para mirar hacia el exterior mientras él me seguía, miré sobre su hombro y noté como mi respiración se detenía. Damián iba entrando al hotel acompañado de otro hombre, el cuál venía hablándole animadamente mientras Damián solo se limitaba a escucharlo con la mirada al frente. Entonces llegó el segundo en el que su mirada se cruzó con la mía y se detuvo de golpe provocando que el hombre junto a él se sorprendiera. Mike aprovechó nuestra cercanía para volver a poner su mano en mi cintura y ahí, en ese momento, las puertas se cerraron.

Mi cuerpo estaba tenso mientras intentaba asimilarlo todo.

— ¿Briseida? —Me llamó Mike en un murmuro — ¿Duele mucho? Te acabas de poner muy rígida.

Lo miré.

—Yo... solo es el mareo. Mi estómago sigue revuelto.

—Te pondrás bien —Me sonrió.

Caminamos por el pasillo hasta la habitación 176 y lo miré incrustar la llave electrónica.

— ¿Mike?

— ¿Sí?

— ¿Miraste a Damián en el vestíbulo hace un momento?

—Uh, no. Pero sé que está aquí.

— ¿Sí? —Lo miré curiosa — ¿Por qué?

—Negocios sobre abrir un lugar turístico —Bajo la mirada y empezó a inspeccionar la bolsa con los medicamentos —Toma, solo una pastilla —Cambió de tema por completo y me pasó un botecito de vidrio —También hay algo para que bebas.

Miré la grande y espaciosa habitación mientras iba por una de las botellas con agua que estaba en la mesa.

—Así qué... ¿harás negocios con Damián? —pregunté casualmente mientras tomaba la pastilla y después el jarabe.

—Sí, es uno de los tantos negocios que debo tratar —Inspeccionó las ventanas y después me miró — ¿No quieres que me quede?

—Gracias, pero no, puedo quedarme sola —Lo miré dudar un momento.

— ¿Segura?

—Sí —asentí —Regresa a tus asuntos. Esto quitará mi malestar.

—Bien —soltó un suspiro y caminó hacía la puerta.

—Llama si me necesitas.

—Bien.

Minutos después llegó un hombre con mis cosas, por lo que le di algo de propina y me apresuré a tomar un baño. Mi cuerpo lo agradeció por completo. Me puse una de mis pijamas y proseguí a meterme bajo las cobijas.

No intenté dormir porque mis pensamientos eran tantos que no me dejaban tranquila. Damián llevaba cuatro días sin comunicarse conmigo y al parecer no era porque planeaba no verme más, simplemente no estaba en la ciudad.

Cerré los ojos mientras giraba una y otra vez en la cama. El tiempo pasaba muy lento, hasta que escuche que alguien llamaba a la puerta, por lo que me levante rápidamente con el corazón latiendo a mil por hora.

— ¿Quién es? —Pregunté mientras me acercaba a la puerta.

—Soy Mike, abre.

Solté un suspiro y sentí una sensación extraña invadirme.

— ¿Qué necesitas? —Mike estaba de pie con su saco colgando en uno de sus brazos, lo miré rápidamente pero no abrí por completo la puerta.

—Quería asegurarme que estás mejor —Miro hacia el final del pasillo y de nuevo a mi —La reunión fue rápida, así que voy a mi habitación, es la de al lado —Señaló la puerta —Puedes llamarme si me necesitas.

—Bien —Abrí un poco más la puerta —Te llamaré si es necesario. Gracias.

Mike soltó un suspiro.

—Tal vez mañana vayamos a comer por ahí después de la reunión —Se acercó —Por ahora descansa.

—Claro —asentí y esperé a que Mike besara mi frente para después alejarse —Descansa igual —Sonrió.

—Bien, te quiero —Dijo lo último como si fuese su última esperanza por recibir más, pero solo sonrei.

—Descansa Mike, te veré mañana.

—De acuerdo —Lo mire girarse hacía la puerta de al lado, entonces cerre la puerta.

¿Debía yo misma llamarle a Damián? Pero… ¿Para qué? ¿Solo decirle qué quería estar con él de nuevo? Negue en rotundo y me fui a la cama. No metería a Damián a mi habitación con Mike al lado.

Habían pasado varios minutos cuando el celular sonó por un nuevo mensaje.

*¿En qué habitación estás? *

Era él, era Damián. Me sente rápidamente mientras miraba a la puerta como esperando que él entrara. Lei de nuevo el mensaje y por instinto me cubri más, como si eso ayudara a escudarme para no responderle. Había ansiado tanto un mensaje suyo y ahora que estaban tan cerca, no estaba segura.

*¿Para qué necesitas saber? *

*¿Estás con Mike? *

Pensé en mentir, pero no pude.

*No*

*¿Entonces por qué no me dices la habitación en la qué estás?

*Mike está en el mismo piso*

*Y eso me importa una mierda. Estaba intentando ser respetuoso Briseida, pero tú elegiste esto*

*¿De qué hablas*

Esperé varios segundos, pero no contestó y me empecé a preocupar.

*¿Damián? ¿Qué quieres decir?*

Nada

*Contesta*

Nada. Miré de nuevo la puerta y me quité el edredón de encima para lograr enderezarme. ¿Sería capaz? Pero no le di el número de habitación, aunque es Damián, él tiene métodos. Mi celular sonó de nuevo.

*Estoy frente a tu puerta y sé que Mike está al lado, puedo tocar si quieres*

Me levanté rápidamente con mi pulso acelerado y mi respiración errante. Dudé un segundo, pero al final abrí y lo miré; estaba con el traje blanco de antes cuando lo noté en el vestíbulo, solo que ahora no llevaba el saco.

— ¿Puedo entrar o hablamos aquí?

Tragué duro y me hice a un lado para dejarlo pasar. Su olor me impregnó, por lo que de inmediato a mi mente vinieron el montón de recuerdos ardientes que pasamos juntos. Tarde unos segundos en recuperarme, pero al final logré cerrar la puerta para encontrarlo parado en el centro de mi habitación con las manos metidas en los bolsillos.

Dios mío, es tan imponente.

— ¿Qué haces aquí? —susurré y observé cómo él miraba hacía la pared, hacía la que compartía con Mike.

—Estás enferma —susurro de vuelta mientras me miraba, pero puede que su tono no era tan bajo como el mío.

— ¿Cómo lo sabes? —Fruncí el ceño.

—Lo escuché por ahí —Se acercó lentamente —Quería asegurarme qué estás bien.

—Lo estoy —Mi voz se entrecortó cuando su mano alcanzó mi mejilla y empezó a acariciarla.

— ¿Por qué estás aquí?

Lo miré por varios segundos con una punzada fea en mi pecho.

— ¿No quieres qué esté aquí? —susurré.

—Viniste con Mike, nunca lo acompañas —Me observó detenidamente, entonces rodeo mi cintura — ¿Lo perdonaste ya?

Tragué duro mientras observaba sus labios

—Yo... no, aún no lo perdono.

—Entonces ¿qué haces aquí con él?

—Es una larga historia —Mi voz salió en un suspiro por sus dedos hipnotizantes que recorrían mi cuello.

—La noche es larga —Murmuró cerca de mis labios.

—Damián, por favor.

—Por favor, ¿qué?

—Solo be... —Y lo hizo. Me besó, duro. Se me escapó un gemido cuando sus manos me tomaron por la cintura y empezó a guiarnos hacía la cama.

—Damián, no puedo —dije cuando logré separarme por oxígeno. Nuestros pechos subían y bajaban descontrolados.

—No estoy aquí para tener sexo contigo —Me miró —Pero puede que perdiera un poco el control —sonrió de lado.

—Yo... lo siento —No esperaba qué él quisiera otra cosa que no fuera sexo, así que... ¿debía decirle que se fuera? —Es solo que los vuelos siempre me marean y... —Miré avergonzada su camiseta —Mi estómago aún está un poquito resentido.

—Bien —Acarició mis hombros —Todo está bien. Solo descansa, aunque supongo que debo irme para eso —se rio sin humor.

Quería decirle que se quedara, que deseaba tener otro tipo de acercamiento que no fuese solo sexo, pero eso era una gran señal de alerta roja, debía retroceder, así que me limité a asentir.

—Creo que sí.

No me soltó de inmediato, pero lo hizo y ahí estaba, esa sensación de frio que se colaba por los huesos. No me gustaba eso.

— ¿Estamos en contacto? —preguntó mientras daba un paso atrás.

—Si —asentí. Mire su espalda mientras caminaba a la puerta, pero entonces se detuvo y se giró de nuevo.

—Solo quería decirte que disfruté hacerte mía Briseida —Su mirada era tan intensa que me asustaba —Lo disfruté mucho, y quiero volver a hacerlo.

Mi respiración se trabo e intenté formar una palabra, pero no salió nada.

—Solo quería que fueras consciente de eso —Me miró unos segundos más y entonces se fue. Así de sencillo como entró, logró salir.

Quería decirle que lo disfruté igual, pero mi cobardía no me dejó. Lo qué me hacía sentir me asustaba, no estaba bien, pero negaba a descifrar qué había más allá que mi venganza.

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Lexis Peña Peña
lo bueno es que llegó Damián.
Lexis Peña Peña
15/ 09/2025. cuantos años tendría ahora Damián?? es la 5 vez que vuelvo a leerla 🤭
Mariposa monarca🧡🧡
te usaron 🤣 Damián
Lexis Peña Peña
autora algo tenés q hacer por qué está historia nos quedó corta, escribí la historia de Miranda o de sus hijos o no se que pero algo tenés q hacer voy como 5 veces leyendo esta novela y no me canso nunca es más cuando estoy aburrida la busco y vuelvo a leerla y cada capítulo la sigo leyendo con entusiasmo 🥹.
así q tienes que escribir otra o otrass
Lexis Peña Peña
sexo en mar abierto 😂.
que encantador es Damián
Lexis Peña Peña
aaaaas todo es Damián como no q hombre 😋
Ana Lexis Chacon Peña
ojalá puedas escribir de Amanda.
me gusta que me dejes algunas cosas con intriga.
Yanet Cristina Vilugron Salazar
interesante
Carmen Figueroa Jimenez
autora ,,,,cómo e llorado con tu novela .es hermosa ...una se da cuenta cuánto puede hacer por amor .
Carmen Figueroa Jimenez
creo que se olvidaron que legalmente Miri es hija de mamá Graciela , con que argumento dura que es suya ....y brise...actúa muy apresurada ,,,y ahora su juego traerá consecuencias debería haber hablado con Damián y entre los dos ,ver lo que hacían, pero brise de héroe nada la jodió más por qué quiso ayudar y dejó la escoba 🤷🏻‍♀️😔
Carmen Figueroa Jimenez
Que tonta, como si la venganza la fuese ayudar a olvidar un engaño. ella será igual que su marido sin derecho a reclamar.
Carmen Figueroa Jimenez
Que tonta, como si la venganza la fuese ayudar a olvidar un engaño. ella será igual que su marido sin derecho a reclamar.
Mariposa monarca🧡🧡
hoy es 20 feliz cumpleaños
Mariposa monarca🧡🧡
no le creas bri.
ISABEL ANDREA CHAVACO MUÑOZ
bonita historia pero ya me tenía cansada tanta lloradera
ISABEL ANDREA CHAVACO MUÑOZ
obvio. porque si la tipa le pudo poner esa nota en el saco es porque está cerca de él. puede que hasta en el mismo edificio donde trabaja
Angeles Loza Felix
felicidades me encantó, excelente historia, aunque me hubiera gustado saber, que hizo Damián en contra de la ex para quitarle su poder y así ir por Briselda
Angeles Loza Felix
de perdido hubieran tomado fotos
Angeles Loza Felix
ponte hacer algo en vez de estar todo el día en casa
janitzio❤️
si mi estómago hace el ruido de hambre lo primero que diría sería, ! oíste 😂
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