Lucia tiene que vivir bajo el odio de su propia familia sin saber el porqué, toda su vida ha sido así. En la escuela conoce a Liam, un chico que parece interesarse en ella, pero para su sorpresa, Fernanda, la hermana de Lucia, está enamora de Liam, lo que causara mayores problemas para Lucia…
NovelToon tiene autorización de Romina Lourdes Escobar Villamar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
ENOJADO
...Narrado por Lucía...
---
Abby:
—¡Oye! ¿Quién te crees tú para tratarla así? ¡Ella es tu her...
Fernanda (interrumpiéndola con veneno en la voz):
—¡Tú cállate, zorra!
Ella no es nada mío, ¿entendido?
Y tú, Lucía... espero que te quede claro:
No eres más que basura.
Lucía (con la voz rota):
—Sí, Fernanda…
No sé cómo logré pronunciarlo.
Sentía que todo se me venía abajo, como si el suelo se abriera bajo mis pies.
Jeremy (con voz firme, temblando de rabia):
—Escúchame bien, Fernanda.
Aquí la única basura eres tú.
Si vuelvo a verte tratando así a Lucía, haré que te expulsen de esta universidad.
Y tú sabes muy bien que puedo hacerlo.
¿O acaso ya se te olvidó que mi padre es uno de los dos empresarios más poderosos del país?
Hizo una pausa.
Sus ojos estaban oscuros, furiosos, su tono firme… era otro Jeremy.
—Créeme, Fernanda, no quieres conocerme enojado.
Se acercó a mí, y su voz cambió por completo:
—Ven, mi pequeña… no llores.
Estarás bien.
Jamás pensé que alguien, alguien que apenas conozco, me defendería así… y menos de mi propia hermana.
Jeremy me abrazó.
Ese abrazo… fue algo que nunca había sentido.
Me sentí segura. Por un momento creí que nada podía hacerme daño.
Fernanda (con una carcajada cruel):
—No me digas que… ¿ella es tu nueva zorra?
No sabía que tenías tan mal gusto, Jeremy.
Jeremy (girando hacia Liam sin dejarme de abrazar):
—Liam… saca a esta perra de aquí antes de que...
Lucía (quebrada):
—Yo… yo me voy...
Ya no aguanté más.
Corrí.
No sabía ni hacia dónde.
Solo necesitaba huir de todo.
¿¡Por qué tengo que ser así!?
¿Por qué me paraliza el miedo?
Con los demás soy valiente… ¿por qué con ella no?
Detrás de mí escuché voces. Gritos.
Escuché mi nombre.
Sabía que Abby venía tras de mí.
Pero no miré atrás.
Corrí sin rumbo hasta llegar a un árbol grande, con raíces gruesas, retorcidas.
Me dejé caer junto a él, como una niña rendida ante el mundo, y dejé que todo el dolor saliera.
Las lágrimas llegaron como una tormenta silenciosa.
Abby (jadeando al llegar):
—Ven, mi niña… en serio, tienes resistencia para correr. Corriste bastante, wow...
Se sentó junto a mí, me abrazó.
Sus palabras eran bálsamo:
—¿Por qué me trata así?
¿Acaso no soy su hermana?
Se supone que las hermanas… se quieren, ¿no?
No se odian…
Abby (acariciándome el cabello):
—No lo sé, mi niña…
Llora, llora todo lo que necesites.
Yo estaré aquí.
Pero prométeme algo:
después de esto, estarás como nueva.
¿Sí?
Eso fue lo último que escuché…
Porque sentí que me iba…
Como si cayera en un pozo profundo.
O eso creí.
---
Visión (Lucía)
Aparecí en un lugar cálido, hermoso…
Había una luz suave y una voz dulce que cantaba.
Parecía una nana. Me envolvía.
Me acerqué.
Abrí una puerta desde donde provenía ese canto.
Adentro, había una mujer… no podía ver bien su rostro, pero su voz era de madre.
Frente a ella, había una bebé hermosa, de ojos cerrados y sonrisa de ángel.
Y a su lado, un niño…
De unos 4 o 5 añitos.
Un pequeño lleno de ternura.
La bebé tenía su manito agarrada fuertemente a la del niño, como si no quisiera soltarlo nunca.
Y entonces, el niño dijo, con voz suave, pero decidida:
—Mami… yo la protegeré siempre.
Ella será mi pequeña dulcinea.
Siempre la cuidaré.
¿Verdad que es hermosa, mami?
—Sí, mi niño —respondió la mujer con dulzura—.
Ella es hermosa.
Cuídala siempre, tesoro.
Mi corazón… dolía.
No sabía quiénes eran…
Pero algo dentro de mí se rompió.
¿Por qué no podía verles los rostros?
¿Por qué sentía tanto amor… y tanto dolor a la vez?
Entonces entró alguien más.
Un hombre joven.
Quizás el padre.
Entró con una sonrisa y dijo:
—¿Cómo están mis tesoros más hermosos?
—¡Mira, papi!
Mi dulcinea es hermosa, ¿verdad?
—Sí, mi príncipe.
Ella es la princesa más hermosa…
Igual que tu madre.
—Ya deja de hablar así —rió la mujer—.
Nos tratas como si fuéramos realeza de un cuento de hadas.
Y él respondió, sin pensarlo:
—Porque eso es lo que son para mí…
Mis tesoros más valiosos, amor mío.
---
¿Quiénes eran?
¿Eran reales?
¿Un recuerdo?
¿Un sueño?
¿O una señal de lo que vendrá?