La Revancha De La Villana

Bajaron del carruaje cuando llegaron a la mansión que el Duque estaba ocupando durante su estancia en la ciudad; ahí el mayordomo y las sirvientas esperaban a la entrada, cuando ambos pasaron, los sirvientes se inclinaron ante ellos para darles la bienvenida.

- señor, la cena ya ha sido servida ¿pasará al comedor de inmediato?

- no, la señorita y yo debemos hablar primero en mi oficina.

- bien señor.

El Duque guía a la chica hasta dicho estudio, desde que hablaron en la fiesta a estado pensando en la chica, si bien solo fue esa ocasión, hay algo que le hizo querer verla de nuevo, además ella habló sobre saber del futuro y eso le intriga; la invito a tomar asiento en uno de los cómodos sofás de aquel cuarto, mientras que el tomo asiento frente a ella.

- hay algo que me dejo intrigado. Usted hablo sobre adivinar el futuro.

- así es, pero usted dijo que era imposible ¿por qué de pronto le interesa?

- pura curiosidad, si sabe del futuro, ¿sabe que pasará conmigo o con sus conocidos?

- algo así, pero no son recuerdos muy claros sobre las personas que me rodean, solo se, los detalles de los acontecimientos sobre mi misma.

- su propio futuro entonces. Dígame que será de usted...

- tendré un final miserable, la persona en la que más confié, me traicionó.

- ¿entonces, no sería mejor no confiar en esa persona? O dejará que el flujo del tiempo siga tal como usted lo vio.

- no, no voy a permitir que mi futuro miserable me alcance y el primer paso, es evitar a todos aquellos quienes me dañaron.

- ¿que hay de mi? ¿Esta conversación también paso en su futuro? ¿El baile?

- no, eso es diferente, las únicas veces que le vi, fue en otras circunstancias, donde al final, yo misma tuve que matarlo.

Eso si le tomo por sorpresa, si lo que la chica dice, es verdad, entonces su futuro es igual de miserable que el de la albina.

- interesante, ya que ambos tenemos futuros miserables ¿no sería mejor apoyarnos para que eso no suceda?

Eso no lo había considerado Alice, pero el Duque tiene razón, es una manera más fácil de cambiar todo y es aliarse con el enemigo, puede alejarse de su familia ambiciosa, del príncipe Alán y Edith, los principales causante de su desgracia.

- es una opción favorable, pero ¿de verdad cree lo que digo? Usted mismo dijo que no se puede predecir el futuro.

- es verdad, pero, no significa que sea imposible, aun hay muchos misterios por descubrir, quizás usted es uno de ellos.

- eso me halaga señor.

En su línea del tiempo, conoció poco al Duque, lo único que sabía es que era un guerrero de clase alta, tuvo varios enfrentamientos con él, ambos se igualaban en poder, hasta que finalmente un día, ella resultó ganadora, de ahí que fuera considerada una heroína. Pero ahora, quizás le conviene tenerlo más como su aliado.

- esta bien, creo que es más confiable usted que las personas en las que confié antes.

- estaré en esta ciudad por poco tiempo, pero si necesita algo, me lo puede pedir.

- hay algo que me gustaría pedirle. Si la situación entre ambos países lleva a una guerra, quiero que me deje estar de su lado.

- si es eso, no hay problema, no dude en buscarme.

El Duque se pone de pié, ya va siendo hora que pasen a cenar, además la conversación privada, ya ha acabado.

Ambos pasan al comedor para que les sirvan. Por otro lado, el príncipe, ya ha ido con su padre para decirle como ha tratado el Duque a Edith y a Alice, insinuando que tal vez, el Duque Lenblanc solo ha esta en su país para jugar con las damas jóvenes.

- padre, no puede permitir algo así, la señorita Wilson y la señorita Alembert, aunque no cuenten con un gran estatus, son doncellas adoradas por la gente, si deja que el Duque les haga daño, la gente podría hablar mal de la familia real.

- lo que esas jovencitas hagan con ese hombre no me importa, hay asuntos más delicados de los que debo tratar con él, no causes problemas solo porque esas dos damas no te hacen caso, hay mejores que ellas.

- padre! Como puede decirme eso, yo no tengo esa clase de intenciones.

Ambas chicas le importan, pero aun no sabe decidir cual de ellas es más importante, pero si sabe que debe protegerlas de cualquier hombre, no puede entregar a ninguna.