Bertha

Marco seguía trabajando, pero a pesar del esfuerzo que hacía por progresar no se le daba porque no tenía ni siquiera la primaria.

Siempre era el mensajero, o el de la limpieza. De ahí no pasaba porque los dueños no querían darle la oportunidad de crecer.

Además, Marco no tenía muchas aspiraciones, no tenía a nadie en el mundo, así que, ¿para qué quería progresar?

¿Quién le aplaudiría, quién lo felicitaría, o quién lo amaría?

"¡Dios!, no tengo ni para comprarme un refresco", se dijo Marco.

Fue al convento porque tenía hambre.

Ya sabía que ahí le darían de comer sin hacerle ninguna pregunta.

Fue ahí donde conoció a Eva, una mujer que tenía tres hijos.

Hola, soy Marco.

Eva, le dijo ella. No te había visto por aquí.

Vengo de vez en cuando, solo cuando no tengo dinero

Ah, yo vengo casi a diario, soy madre soltera y no puedo trabajar. De vez en cuando ayudo a las monjas a hacer limpieza.

¿Madre soltera?, ¿y dónde está tu hijo?

Son tres, niños vengan.

Él es Kumar, Nino y Yesi, de seis, tres y dos años, respectivamente.

¿Y el padre?

Me abandonó por otra mujer más guapa y joven, sin hijos.

¿Más joven?, pues, ¿cuántos años tienes?

18, dijo ella, tranquila.

Jajajaj, ¿acaso te cambió por una niña? Además, eres muy hermosa, con un buen baño y peinada seguro que cambias.

Gracias, pero no tengo casa, vivo donde me alcance la noche.

Yo estoy rentando un cuartito, si quieres te puedes dar un baño.

¿De verdad?, también le daré un baño a los niños.

Ok, dijo Marco, pensando en por qué tenía que abrir su bocota.

Al poco, rato su pequeño cuarto era invadido por tres niños y una mujer.

Bueno, Marco, te agradezco tu hospitalidad, pero debo irme.

No es necesario, te puedes quedar conmigo, yo te ayudaré con tus hijos.

¿De verdad?

Claro que sí.

Los niños se habían quedado dormidos.

Así que Marco y Eva aprovecharon para hacer "travesuras de mayores".

Marco sabía muy bien dónde tocar para dar placer.

Eva se sentía muy bien en los brazos de Marco.

Él tocaba donde quería y ella solo se dejaba querer.

Después de este hecho, Marco habló con ella.

Eva, ¿qué te parece si te quedas a vivir conmigo de una vez y yo te ayudo a mantener a tus hijos para que puedan ir a la escuela?

¿De verdad harías eso por mí?

Claro, viviremos como pareja, ¿te parece bien?

Sí, gracias.

Como Marco sabía lo que era andar en la calle porque casi toda su vida vivió así se apiadó de esa pobre mujer y le dio asilo en su casa.

Las noches de pasión que tenía a su lado eran fantásticas siempre reinventando todo.

Como prometió Marco los inscribió en la escuela, bueno, al más grande.

En la escuela no tuvieron ningún problema para aceptar al niño.

Así empezaron una vida marital los dos juntos y los tres niños.

Todo parecía marchar bien, porque además, Eva era una mujer excepcional.

Habían puesto un pequeño negocio en su casa para poder subsistir porque el trabajo que él tenía muy apenas le dejaba para mal comer y mal vestirse.

Los gastos de la escuela le salían carísimos entre zapatos, uniformes, libretas, bla, bla, bla.

Eva se puso a vender duritos, tostadas preparadas y toda clase de comida chatarra que se vendían bastante bien.

También se puso a hacer tacos para venderlos en la escuela a la hora del recreo. De esa manera se apoyaban los dos.

En la escuela le pedían muchas cosas a Kumar, y tenían que hacer hasta lo imposible por comprarle lo que él necesitaba.

Marco, si quieres lo sacamos de la escuela.

Claro que no, yo no estudié nada y mira cómo la estamos pasando.

Gracias, mi amor, te aseguro que te vas a sacar la lotería cuando Roy aprenda a leer y a escribir. Eres un ángel, iempre te estaré agradecida.

No digas eso, tú también me estás ayudando mucho con el puesto que tienes.

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Bertha y Félix tenían una discusión.

¿Acaso me estás engañando, Félix?

Claro que no, ¿por qué siempre me estás diciendo lo mismo? No te engaño. ¿De qué manera quieres que te lo diga?

Entonces, ¿por qué no quieres tocarme? Ya estoy harta de que siempre me ignores.

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10 años después...

Kumar ya estaba en la prepa, Nino y Yesi iban en la primaria.

Marco se había ido a trabajar como de costumbre. En 10 años había cambiado por lo menos como seis veces de trabajo. Siempre de limpieza porque no sabía hacer otra cosa.

Ese día tuvo mucho trabajo porque hubo un evento en una plaza comercial y dejaron bastante basura. Por ende le tocó limpiar a él.

Todo estaba bien. Cuando terminó su trabajo se fue muy contento a su casa porque era día de pago y le habían pagado tiempo extra.

Marco llegó a su casa para darse cuenta que sus hijos no estaban.

A simple vista no vio a Eva por ningún lado.

Le había avisado que llegaría un poco tarde porque tenía mucho trabajo, pero afortunadamente, terminó antes de lo planeado y llegó temprano a su casa.

Fue directamente al cuarto sin hacer ruido, quería darle una sorpresa del pago.

Cuando entró al cuarto la sorpresa que se llevó fue enorme.

Ahí, en esa cama donde tantas veces se dieron placer Eva y él, estaban Eva y un hombre que no conocía, completamente desnudos.

Estaban bien concentrados el uno en el otro que no se dieran cuenta que Marco los observaba.

Pero contrario a lo que todos hubieran pensado Marco no dijo nada y se fue a la cocina a prepararse un café.

Desde ahí le gritó a Eva...

Eva, ya llegué, enseguida estoy contigo, me estoy preparando un café.

Al escucharlo, Eva se asustó y rápidamente corrió a su amante y se vistió y se metió a la cama.

Marco observó por la ventana de la cocina cómo se iba corriendo el tipo.

Entonces fue hasta su cuarto, buscó una mochila porque no tenían dinero para maletas ni para nada.

Sacó la poca ropa que tenía, la metió a la mochila y ya estaba listo para irse cuando Eva le preguntó qué pasaba.

Mira, Eva, no voy a pelear contigo, tú y yo teníamos un pacto, pero tú ya decidiste tener un amante y eso a mí no me molesta, pero tampoco es justo de que yo esté pagando la escuela a esos huercos que no son mis hijos, hasta la prepa le pagué al mayor para que tú me salgas con esas babosadas. Quédate en el cuarto si quieres, no te voy a echar porque soy un caballero ante todo. Pero de hoy en adelante tú pagarás la renta y tú mantendrás a tus hijos, a ver cómo le haces. Yo ya no me hago responsable de nada, adiós.

Eva se quedó con un palmo de narices, jamás pensó que marco la descubriría en esa situación tan degradante.

Dios, ¡qué estúpida fui!, ¿Y ahora qué voy a hacer yo con mis tres hijos?