NO RENUNCIARÉ A NOSOTROS.

Matilde.

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No puedo evitar sentir un miedo profundo por mi hijo, siento como si estuviera viviendo una especie de dejá vu, presiento que mi hijo va a sufrir, ellos van a sufrir, de eso estoy segura, esos romances entre la hija de los patrones y el hijo de la empleada o viceversa, solo se ven en telenovelas, eso en la vida real al no pasa, no existe, y eso, yo más que nadie lo sé.

Quiero que mi hijo lo entienda, pero no sé cómo explicarle, cada vez que lo veo mirar a la señorita Luciana, cada vez que lo escucho hablar de ella pareciera que me escuchara a mi misma, a la Matilde de quince años antes.

Yo me crié con mi madre en ciudad de México, ella trabajaba en una hermosa casa de gente rica, gente adinerada e importante, yo siendo una adolescente le ayudaba a mi madre, yo tenía catorce años cuando mi padre murió de un infarto, mi madre quedó con muchas deudas, tuvimos que vender la casa para poder pagar las deudas, una comadre de mi madre le consiguió trabajo como empleada doméstica, la aceptaron conmigo con la condición de que yo también ayudará, ya no podía estudiar, no tenía los medios para hacerlo.

Cada día trabajábamos duro, al cumplir mis dieciséis años, conocí a los dos hijos varones de los patrones, eran apuestos y jóvenes como de dieciocho y veinte años, ellos habían estado un tiempo en el exterior y luego volvieron para culminar sus estudios, mi madre no dejaba de advertirme que nunca, nunca me fijara en alguno de ellos, pero en el corazón no se manda, me enamoré como una tonta del mayor, el me sedujo, endulzó mi oído y yo como una chica inexperta caí, duró seis meses cortejándome a escondidas y un día mientras mi madre y la señora hacían las compras del mercado, él se metió a mi habitación, me besó, yo me sentía tan especial, nunca imaginé que un hombre como él si fijaría en alguien como yo, una pobre pueblerina, sin estudios, sin clase y sin nada más que mi corazón noble.

_ Te amo. _ me dijo y yo le creí. _ ¿Tú me amas?

_ Con todo mi corazón. _ respondí inocentemente.

_ Demuéstramelo. _ susurró a mi oído.

_ ¿Cómo? _ pregunté confundida, yo era tan inexperta.

_ Entrégate a mí. _ volvió a besarme hasta que me rendí ante él, lo amaba y me sentía amada por él.

Ese día me entregué a él en cuerpo y alma por primera vez, y así siguieron pasando los meses cada que podíamos y teníamos la oportunidad nos amamos con intensidad, todo era lindo, yo sentía que vivía en cuento de hadas, en un sueño del que no quería despertar, pero lastimosamente desperté y me estrellé con la realidad.

Aún recuerdo como si fuera ayer, cuando mi madre y yo preparamos con tanto esfuerzo una cena especial para la familia, ellos tendrían invitados importantes, ese día lo encontré solo en su habitación, quise acercarme, pero no me lo permitió, estaba enojado lo podía notar en su mirada.

_ Sal de mi habitación, no quiero que alguien te encuentre aquí. _ me ordenó y yo obedecí, me sentí triste, pero me recompuse porque creí que lo hacía por mi bien, porque no quería sus padres descubrieran lo nuestro y tener problemas.

Los invitados llegaron, una familia de tres personas muy elegantes, el padre, la madre y una hermosa hija muy bien vestida, mi madre y yo servimos la mesa y nos retiramos rápidamente, pero yo tenía unas ganas intensas de llorar, presentía que algo sucedía y así fue, después de la cena recogimos los trastes y la señora me ordenó llevar una botella de vino a la sala en dónde ellos estaban reunidos.

Yo obedecí, fui por la botella y unas copas, iba entrando a la sala cuando lo vi a él, de rodillas ante la hermosa señorita con un anillo entre sus manos, él le pedía que fuera su esposa y ella feliz lo aceptó, mi mundo se me vino abajo, se derrumbó, él le puso el anillo, se puso de pie y frente a los padres de ambos y a su hermano menor la besó, la besó como tantas veces me besó a mí.

Su madre me ordenó servir el vino y lo hice, saqué fuerzas de dónde no las tenía y serví como siempre, como la empleada que era, al terminar me fui inmediatamente a mi habitación, esa noche lloré como nunca lo había hecho, mi corazón se desgarraba.

A la mañana siguiente amanecí enferma, no paraba de llorar y mi madre me enfrentó y tuve que confesarle todo, ella se enojó, me golpeó y me sacó a rastras del cuarto y me llevó hasta donde los patrones y sus hijos desayunaban.

_ Su hijo debe responder por lo que le hizo a mi hija. _ exigió mi madre, yo solo quería que la tierra se abriera y me tragara.

_ ¿De qué hablas Pilar? _ preguntó el señor molesto por la interrupción.

_ Su hijo deshonró a mi hija. _ todos menos él, jadearon sorprendidos cuando mi madre lo señaló.

Tuve la esperanza de el reconociera lo nuestro, que dijera delante de todos que me amaba como me lo había susurrado tantas veces mientras hacíamos el amor, pero no lo hizo, en su lugar se rió con burla.

_ Usted está loca señora, yo jamás me acostaría con una pobretona como su hija ni en mis peores pesadillas. _ escupió con desprecio hacia mi.

_ ¡Están calumniando a mi hijo!. _ acusó la señora enojada, se puso de pie y se paró frente a mi. _ ¿Por qué haces esto? son unas malagradecidas.

_ Me dijiste que me amabas. _ me atreví a decir mirándolo a él a los ojos. _ Me mentiste me usaste y luego te comprometiste con otra. _ mi pecho dolía, ardía como si hubiese tenido mil brasas encendidas en mi piel.

_ Yo jamás me fijaría en ti, jamás pondría mis ojos en una sirvienta insignificante como tú, tú fuiste quien te me insinuaste, pero yo jamás te di alas para nada. _ cada palabra dicha por él cortaba mi alma.

_ ¡Mentirosa! _ su madre me golpeó lanzándome al piso. _ ahora mismo se largan de mi casa.

Su hijo menor se puso de pie, quiso ayudarme, pero su padre no se le permitió.

Fuimos echadas de esa casa como la peor de las basuras, mi madre estaba muy enojada conmigo, rentamos un cuarto mientras conseguíamos trabajo, pero días después me puse muy mal mi madre llevó al hospital y descubrí que estaba embarazada, sola, sin dinero y embarazada, mi madre se puso el doble de furiosa y me exigió abortar porque estaba segura de que el padre no respondería, no acepté, no pude acabar con la vida de mi hijo y mi madre me votó a mi entonces, me dejó a mi suerte siendo una muchacha de diecisiete años embarazada...

Matilde Olivares.