Sagara

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"Dan --, ¿eres tú quien está por casarse?", preguntó Sagara directamente, sin rodeos.

Al escuchar eso, Aisyah se sorprendió, como siempre, pero esta vez se sintió mucho más celosa.

"¿Quién lo dice?", preguntó Aisyah, que sin darse cuenta miró fijamente a Sagara hasta que sus ojos se encontraron.

Astaghfirullah...

Aisyah, al darse cuenta, apartó la mirada, su corazón latía con fuerza, lo que aumentó la confusión de sus sentimientos.

"Olla lo dijo, pero ella también tiene dudas porque no está segura de si eres tú o no la Aisyah a la que se refiere, pero espero que no", respondió Sagara.

"Si lo fuera, ¿por qué?", preguntó Aisyah, desafiando al apuesto joven que la acompañaba en el porche.

"Te alejaría de tu prometido, ¿qué te parece?".

"¡No digas tonterías!", exclamó Aisyah, aún más sorprendida por lo que Sagara acababa de decir.

Se levantó y se apresuró a entrar, pero la mujer con velo se detuvo cuando Sagara se rió entre dientes al pasar.

"¿Por qué te enfadas? ¿Es porque lo amas demasiado?", se burló Sagara haciendo un puchero.

Aisyah no respondió, realmente entró en la casa con un sentimiento que le resultaba difícil de comprender.

Después de todo, no era la primera vez que le preguntaban eso, e incluso Aisyah nunca respondía porque no tenía respuesta, aunque fueran su padre y su madre quienes respondieran.

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En la ordenada habitación, Aisyah se sentó en la silla del tocador, mirándose a sí misma en el reflejo del espejo, que mostraba su rostro naturalmente hermoso después de quitarse el velo.

"¿De verdad lo amo? Dicen que el amor es un sentimiento que nos hace vibrar, pero no siento nada cada vez que me encuentro con Mas Haris, solo siento vergüenza porque, después de todo, él no es mi mahram", murmuró Aisyah, cuestionándose a sí misma.

Sí, eso era lo que sentía Aisyah, nada más que respeto entre un maestro y el tutor de sus alumnos, aunque Haris le pidiera repetidamente más que eso.

Un golpe en la puerta hizo que Aisyah se sobresaltara y se volviera a poner el velo antes de levantarse y abrir el objeto blanco.

Cek lek

"¿Qué pasa, mamá?", preguntó Aisyah.

"La familia de Sagara se va a despedir, sal y reúnete con ellos", ordenó la madre desde la puerta.

"Sí, mamá. Aish irá ahora", respondió, luego cerró la puerta y caminó detrás de su madre, que ya había salido.

"Aish, nos vamos ya, la próxima vez ven a jugar a la capital", dijo papá Ricko, que solo se despidió de Aisyah.

"Sí, señor. La próxima vez que tenga tiempo, Aish irá a jugar", respondió Aisyah tan seria y educadamente como pudo.

"No lo olvides, también conoces a Olla, ¿verdad?", añadió mamá Ameera

"Sí, señora. Aish conoce a Aurora y es buena amiga suya", respondió Aisyah, que aún no estaba acostumbrada a llamar a Olla por su nombre porque era una forma de dirigirse a ella solo de la familia cercana.

Papá Ricko, Mamá Ameera, Papá Zico y Sagara se despidieron y salieron uno a uno de la casa después de charlar y entregar algunos recuerdos que no eran nada comparados con su amabilidad al ayudar y cuidar del príncipe heredero de Pradipta.

"Tengan cuidado en el camino, vuelvan a visitarnos", dijo el padre después de que los tres adultos subieran al coche, excepto Sagara, que se acercó a Aisyah.

"¿Me esperarás?", preguntó Sagara, que una vez más dejó confusa a la mujer con velo.

"¿Esperar a qué? ¿Dónde?", preguntó Aisyah.

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En el triángulo de la noche, yo con mi TAHAJUD y tú con tu ISTIKHARAH...