En un mundo lleno de secretos familiares, traiciones y sueños rotos, Maite está a punto de enfrentar la decisión más importante de su vida. En el día de su boda, descubre que todo lo que creía saber sobre su familia era una mentira. La verdad sobre su relación con Alex, su futuro y la verdadera razón de su compromiso empiezan a salir a la luz. Maite Descubre que, aunque el amor pueda parecer eterno, las mentiras pueden destruirlo todo, Pero ¿Será el amor lo suficientemente fuerte como para sanar viejas heridas? ¿Será capaz Maite de desafiar las expectativas y construir su propio destino, o cederá ante las presiones de aquellos que la rodean? Acompaña a Maite en su viaje hacia la verdad y la libertad, en una historia llena de giros inesperados, decisiones difíciles y la búsqueda de su propio futuro.
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La graduación
Miro a mi alrededor y no puedo creer que este día finalmente llegó. Después de tantas luchas y sacrificios, hoy es mi graduación.
Estoy sentada entre mis compañeros, sintiendo la mezcla de emociones que inunda el auditorio. En breve me llamarán al frente; me otorgaron el honor de dar el discurso de graduación.
—Por favor, la señorita Maite, a la tarima.
Me levanto de mi asiento y subo los escalones con pasos firmes, aunque por dentro siento un nudo de nervios en el estómago. Sin embargo, al mirar a Loren entre el público, sonriéndome con complicidad, todo ese nerviosismo desaparece. Respiro hondo y comienzo.
—Las flores, en ocasiones, pierden su brillo, y las mariposas se cansan de volar. Pero ambas encuentran el modo de recuperar su esencia y seguir adelante.
Hago una pausa, observando las caras expectantes frente a mí.
—Estos cuatro años han sido un vaivén de emociones. Algunos de nosotros tuvimos que superar tormentas para llegar aquí, otros dejaron atrás sueños, amigos o incluso familia en busca de este momento. Y, a pesar de los obstáculos, hoy estamos aquí.
Mis palabras resuenan en el auditorio. Me detengo un momento para mirar a mis compañeros.
—Al frente mío veo guerreros, personas fuertes que no se rindieron, que aprendieron a brillar incluso en sus momentos más oscuros. Hoy, más que graduados, somos prueba de que la perseverancia tiene su recompensa.
Levanto la mirada hacia nuestras familias.
—Este logro no es solo nuestro; también es de quienes nos apoyaron en cada paso, quienes creyeron en nosotros incluso cuando nosotros mismos dudamos. Gracias por ser nuestra fuerza.
Termino con una sonrisa, dejando que mis palabras se asienten en el aire.
—¡Felicidades a todos nosotros por este gran logro!
El auditorio estalla en aplausos. Siento un calor reconfortante en el pecho mientras desciendo de la tarima. Abrazo a mis profesores al recibir mi título y me tomo una foto con ellos antes de regresar a mi asiento.
Celebración
Horas más tarde, estoy en una discoteca con Loren, Anna y Juan. Las luces intermitentes y la música vibrante llenan el lugar, pero lo que realmente ilumina la noche es nuestra felicidad compartida.
—¡Salud por los nuevos graduados! —grita Loren, alzando su copa.
Anna y Juan gritan emocionados antes de darse un beso largo. Su historia como pareja comenzó a mitad de la carrera, y no cabe duda de que hacen una hermosa pareja.
—Amigos, no saben cuánto los voy a extrañar. Estos cuatro años a su lado han sido increíbles —les digo, abrazándolos con fuerza.
Anna me mira con ojos llenos de emoción.
—Maite, has sido una de las mejores personas que he conocido. Te prometo que esto no es un adiós.
—Es cierto —añade Juan, con una sonrisa melancólica—. Siempre serás nuestra amiga, nuestra persona favorita en el mundo.
Las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Loren, siempre la más práctica del grupo, interviene con una sonrisa:
—¡Basta de sentimentalismos! Estamos aquí para celebrar, y no olviden que nos reuniremos en mi boda.
Riendo, nos dejamos llevar por la música. Bailamos juntos como si no hubiera un mañana, ahuyentando a los extraños que intentan acercarse. Seguimos así hasta que la madrugada nos encuentra agotados, pero felices.
La mañana siguiente.
El dolor de cabeza es lo primero que siento al despertar. Abro los ojos con dificultad y veo a Loren acostada sobre mis piernas, todavía profundamente dormida. Con cuidado me muevo, procurando no despertarla, y me dirijo a la cocina en busca de un vaso de agua.
En el camino, paso frente a la habitación de invitados. Anna y Juan están abrazados, durmiendo como si el mundo entero no existiera. Sonrío y cierro la puerta con cuidado antes de seguir mi camino.
El apartamento está en silencio, pero las cajas empacadas y las maletas alineadas en la sala me recuerdan que el tiempo aquí ha llegado a su fin.
Me detengo un momento, observando cada rincón del lugar donde fui feliz durante cuatro años. Inglaterra me dio tanto: amistades, aprendizaje, una versión de mí misma que nunca pensé que encontraría. Pero ahora es momento de enfrentar lo que dejé atrás.
Suspiro, sintiendo el peso de la nostalgia y la certeza de que estoy lista. Es hora de volver a Corea.