– He vivido tantas vidas que me resultan absurdas las personas que matan por poder y avaricia, o aquellas que quieren ser jóvenes eternamente. De nada sirve vivir sin un propósito o amor verdadero.
— Soy Gustavo Chevalier, el emperador del vasto imperio Terra Nova, pero durante muchos años fui el paladin de mi hermano. Fui testigo de cómo amó a su ahora esposa con todo el corazón en sus diferentes facetas.
— Han pasado siglos, pero yo sigo añorando su olor, su dulzura, su reconfortante presencia y su preciosa sonrisa, que iluminaba mis días.
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¿Vienes a burlarte de mí?
— Tatiana de Alcalá, serás condenada a pasar el resto de tus días en un calaboso de máxima seguridad por los delitos de intento de asesinato al emperador, participación directa en el atentado contra los archiduques del imperio y adulterio. — Los nobles estaban inconformes con la condena; sentían que el emperador estaba siendo muy leve con esa mujer.
Tatiana se sentía patética; no tenía fuerzas para protestar acerca de su sentencia. Alzó la vista para ver a aquel frío hombre que nunca llegó a amar y, al lado de este, estaba aquel niño que detestó con todo su ser. Había sido demasiado estúpida al seguir los designios de su padre; si tan solo ella hubiera puesto de su parte, su final hoy sería diferente, pero ya no había cabida para el arrepentimiento.
Al terminar el juicio, el emperador fue a visitar a la exemperatriz en los calabozos.
— ¿Vienes a burlarte de mí? — preguntó la mujer sintiéndose derrotada.
— No —el emperador permaneció en su temple estoico.
— ¿No me digas que ahora me tienes compasión? Pudiste enviarme a la guillotina, pero en cambio preferiste torturarme al mantenerme viva dentro de un mugriento calabozo —le dijo Tatiana con reproche. ¿Para qué extender su suplicio?
— Si fuera por mí, tú ya no existirías, pero no mataré a la madre de mi hijo. A pesar de no estar consciente cuando lo engendré, sigue siendo mi hijo, y no quiero que viva con la sombra de que maté a su madre — aunque para muchos era algo incoherente, para el emperador no; el no quiere ser visto como un monstruo por su hijo.
— Nunca debí haber cometido esa estupidez. Así no tendrías ningún motivo para mantenerme con vida. Ahora, por su culpa, estoy aquí —dijo la mujer, totalmente arrepentida de tener a ese niño.
— Pudiste vivir una buena vida, tenías opciones; nunca nos amaríamos, pero pudimos llevar un trato cordial. Tú decidiste seguir los mandatos de tu padre; tú te condenaste a esta vida. Solo tú tienes la culpa, hazte responsable de tus actos.
— No lo entenderías. Tú tuviste una buena familia; tú eras quien tenía opciones, no yo —dijo la mujer mirándolo directamente a los ojos.
— No, en el momento en que tu padre amenazó la estabilidad del imperio de mis padres, mis opciones se limitaron. Mis padres eran pacíficos, no querían que su gente pasara por una guerra, a comparación de tu padre, que no le importaba el bienestar de sus ciudadanos. Te pregunté miles de veces si querías ser libre, y me aseguraste que no. Si tan solo hubieras sido sincera, ahora estarías viviendo libremente con el hombre que amas junto a tu hijo, pero no; la ambición te ganó. Al parecer, seguiste repitiendo el mismo patrón de actuar de tu primera vida.— El emperador se retiró; no tenía más que decir. Ella siempre terminaba escogiendo la ambición; en todas sus vidas lo había hecho.
La mujer en el calabozo se quedó con el consuelo de que su hijo y el hombre que tanto amó, ese que tuvo que mantenerse oculto para poder estar a su lado, serían felices. Sin embargo, a su celda entró una visita más inesperada que la anterior.
— Veo que mi padre se adelantó —dijo el príncipe sin expresión alguna.
— Tú también vienes a echarme en cara mis errores —dijo la mujer sin siquiera mirarlo.
— No, vengo a agradecerte por darme la vida. Fue tu idea que yo naciera y, aunque fuera por fines meramente egoístas, gracias. Sabes, soy feliz; ya nada queda de aquel niño que te lloraba por afecto. Mi padre se encargó de llenar ese vacío y de llevarme por el camino correcto. Dentro de unos años, me casaré con una mujer maravillosa y lo haré por amor, no por obligación.
— Si tan agradecido estás, habla con tu padre para que me mate —dijo la mujer, mirándolo a los ojos por primera vez. Ese niño era un retrato andante del emperador.
— Padre, hizo bien, más de lo que debería. No haré lo que me estás pidiendo; no quiero tener que decirle a mis hijos que rogué para que mataran a su abuela. Me encargaré de que tengas comidas decentes —dijo el príncipe antes de retirarse.
La emperatriz no dijo nada; ¿qué podía decir? Solo le quedaba el consuelo de que los dos hombres que más ha amado pueden ser libres y felices.
En cambio, ella tendría que pagar por sus pecados en esa fría celda.
😅😅😅
Cambio de nombres: Margaret en lugar de Mónica
1- tendrá el testimonio en tiempo real de las víctimas del depravado conde.
2- despertará a la realidad de todo lo que el Emperador ha hecho por su pueblo, en especial las mujeres.
3- tendrá la posibilidad de ayudar a esas chicas con sus habilidades de sanadora.
Tal vez así entienda que el amor que el Emperador siente por ella es real, puro y sincero; desde siempre y para siempre.