Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
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09 - El diseño de madame Dalia.
Detrás del mostrador salió una mujer como de cincuenta años, vestida modestamente, parecía nerviosa por mi visita, ya que no era normal que una joven de alto rango fuera a su tienda.
Madame Dalia era famosa en los círculos sociales de la alta sociedad por sus diseños tan extravagantes.
Por eso la joven Rosé que fue la primera en creer en el futuro de madame Dalia, fue catalogada como un Ángel puro, ya que ella no juzgo el potencial de madame Dalia.
Estaba contenta de haber descubierto dicho lugar.
De color azul, Un vestido que parecía no tener costuras a simple vista llamó mi atención. Era tan simple como hermoso.
Jamás había visto un vestido así en mi vida, un diseño que envolvía el cuerpo completo, desde el pecho hasta los pies.
Un vestido pegado al cuerpo era signo de algo indecoroso y vulgar, pero jamás me había detenido a imaginarlo se miraba tan hermoso. Mientras mejor miraba el diseño más bonito me parecía.
A la altura de las rodillas comenzaba a ser más suelto.
Si le agregaba adornos en algunas partes del vestido podría funcionar.
Entonces miré a madame Dalia la dueña de la boutique con una sonrisa.
— Quiero probarme ese diseño.
Al momento de ponerlo en mí, me sentí tan extraña, un vestido que no llevaba corsé que solo envolvía a mi cuerpo de forma tan suave que mi figura natural se dejaba ver.
Era normal que nosotras las nobles tuviéramos la cintura delgada gracias a los corsés tan apretados qué usábamos.
Pero no me había detenido a pensar que nuestro cuerpo mantenía esa forma aún sin ellos. Cuando salí y me miré frente al espejo, un escalofrío recorrió por completo mi cuerpo.
Mis manos viajaron desde mi pecho, por mi cintura y mis caderas, sonreí.
Me miré de costado y de espaldas, jamás había prestado mucha atención a la silueta de mi cuerpo. Parecerá gracioso, decir que parecía ser la forma de un jarrón.
Al ver a la señora modista ella me miraba encantada.
— Es la primera vez que alguien se prueba ese diseño, está hecho completamente para ser usado por usted. —Madame Dalia acomodó la parte de abajo del vestido y admiró las posibles modificaciones.
Aunque era un hermoso diseño, pedí que se agregara volantes o una cola que simulara los vestidos que se usaban en sociedad, aún no me sentía preparada en mostrar dicho diseño completamente, aunque pedí que se mirara por completo por la parte de enfrente.
Mientras madame Dalia agregaba tela sujetada por alfileres pude ver buen potencial en el modelo.
Estaba lista en lograr hacer que la sociedad se volviera loca.
Regresando a mi casa esa tarde después de hacer varios pedidos a madame, que llegarán como mínimo en dos semanas, me dispuse a leer algunas cartas que llegaron recientemente.
Ignorando por completo las cartas de jóvenes que reconocía como las próximas cómplices de Rosé, encontré por fin una invitación a una fiesta de té en uno de los famosos salones de té de la actualidad.
Miré el nombre de la persona que hendió la invitación.
Era la hija de un Marqués, una señorita con la que no me llevaba bien, pero tampoco interactuábamos. Tomé papel y escribí una respuesta donde aceptaba la invitación.
Entonces semanas sería ideal mostrar mi nuevo diseño de vestido.
*
La tarde de la reunión estaba siendo soleada, a pesar de que los días anteriores llovió con tormentas, esa mañana amaneció despejada.
Lo tomé como buena suerte.
Me dirigí con confianza al salón donde se llevará a cabo la reunión de esa tarde, ignoré las miradas que me dedicaron en mi casa.
Ese día usaba con confianza aquel hermoso diseño en azul ya modificado.
Justo al llegar, pude ver a lo lejos la característica cabellera pelirroja del Duque Maximilian estaba junto a otros jóvenes aristócratas. Después de nuestro último encuentro en la Mina, no supe más de él. A lo que me pude enterar por mi hermano Guillian era que el invirtió en el proyecto de las piedras.
Pude notar que notó mi llegada porque de inmediato se despidió de sus compañeros y se acercó a mi carruaje.
Estaba a una distancia un poco alejada, así que me dio tiempo de bajarme yo misma. Cuando la puerta se abrió, sus pasos se detuvieron. Cuando mis pies estaban seguros en el suelo, el lugar se silenció por completo.
Me esperaba esa reacción de cualquier forma.
Y cuando mis ojos se encontraron con el Duque Maximilian, pude ver como su boca estaba abierta con sorpresa. Poco a poco pude ver como el color de sus mejillas cambiaba a un potente rojo.
Se aclaró su garganta con un notable nerviosismo y agachó su rostro para que no pudiera notar su expresión, pero era imposible esconder la punta de sus orejas que se lograban esconder entre el color de su cabello.
Me acerqué con confianza a su lado, supuse que el sabía que saldría ese día por el espía que tiene asignado en mi casa.
—Tenía mis opiniones después de que me enteré de que visitaste la boutique de madame Dalia, pero me dejas sin palabras. —Aaron de nuevo se aclara la garganta y trata de evitar mi mirada a toda costa, mientras una sonrisa no se borraba de mis labios. —Luces hermosa.
Cuando escuché esas palabras, nuestros ojos se encontraron de nuevo y pude ver en su mirada que no estaba diciendo de verdad.
Esa mirada me hizo estremecer, me hizo sentir extraña y extrañamente no me incomodé.
—Si no es tan molesto, ¿Podría ser tu compañero el día de hoy? En realidad no fui invitado, pero me niego a dejarte entrar a ese lugar luciendo tan hermosamente llamativa.
Sonreí.
No esperaba que ser llamada hermosa de forma tan directa me pondría tan feliz.
Extendí mi mano que de inmediato fue tomada por el duque Aaron, su brazo la envolvió y la colocó en su antebrazo. Emprendimos camino hacia la entrada del salón, donde ya varias miradas estaban sobre nosotros.