Roisin

—Perfecto, podemos continuar con nuestra charla mientras cenamos..

Me tiende la mano para ayudarme a ponerme de pie y nos dirigimos a la puerta. Se me ocurren miles de preguntas pero una me es mart urgente y me impulsa a soltarlo sin pensarlo mucho.

—¿Tengo hermanos? Espero que sí, siempre he querido tenerlos.

Horror, eso es lo que veo en sus ojos. Luego sonríe y no sé qué pensar.

—No, no tengo más hijos. Solo eres tú, y después de Peter, se me fueron las ganas. Tampoco encontré a una mujer que llene todos los espacios que dejo tu madre. Fue una gran sorpresa saber que existías, que alguien compartía mi sangre y estoy feliz de que estés aquí hoy. –Llegamos al comedor, la mesa está llena de comida, mi estómago ruge tan fuerte que mis mejillas se ruborizan de la vergüenza.- Parece que mi nieto exige comida. Es todo un Prescott, hambriento como su abuelo y por lo que supe, tú tienes un amor por la comida chatarra. Por eso pedí que hagan algunas variedades para que comas lo que gustes.—Se queda pensando un momento.— Y Sobre los hermanos, siempre me he cuidado, pero si algun dia encuentras en algun pelirrijo la marca de nacimiento que tienes en la muñeca —Me enseña la suya — Entonces no será necesario el adn.

Mi nieto. Suena bonito cuando sale de su boca.

—Pues, comeré de todo, tengo mucho apetito. –Le sonrió.- Hiciste bien la tarea Declan.

—Corre la silla para que pueda sentarme y luego lo hace él también. No tarda en llegar Peter, con ropa informal y recién bañado.

—Perdón por llegar tarde. -Se sienta frente a mí y sonríe.- Parece que la pequeña Roisin no salió huyendo por la ventana después de todo.

—Obvio, no. No tenía intenciones de vagar por tierras desconocidas. ¿Qué tal si me secuestra un duende o algo así?

Me río sola de la estupidez que acabo de decir.

Declan también se ríe.

—Cariño, te puedo asegurar de que aquí estas a salvo, hasta los duendes me temen. Pero quiero preguntarte. ¿Por qué no te asustaste con todo lo que te dije?

Bien, eso es cierto. No tengo miedo, extrañamente me siento segura en esta enorme fortaleza de piedra.

—Me la pase de infierno en infierno durante toda mi vida. Extrañamente me siento cómoda contigo y una de las cosas que me gustan de ti, es tu honestidad. Pudiste mentirme, contarme algo diferente. Pero preferiste decirme que eres no se... ¿Un matón?

—En realidad, soy el dueño de la mafia Irlandesa, aquí y en américa estanlos negocios mas importantes, pero tengo varias ciudades grandes bajo mi dominio. Este maldito bastardo -Señala con un cubierto a Peter- Era mi heredero, hasta que llegaste tú.

No, no, no. ¿Qué? Yo no soy capaz de formar parte de todo esto.

—Estas mal de la cabeza si piensas que yo me hare cargo después de ti. Deja que Peter siga con lo suyo, además cuando nazca mi bebe no quiero ponerlo en peligro. No te juzgo por tu elección Laboral, pero yo no pertenezco a este mundo.

—¿Eso quiere decir que te iras?

Pregunta Peter frunciendo el ceño.

—Yo no dije eso. No quiero volver a Londres y tampoco quiero que Alexander me encuentre. Quiero conocer a Declan, conseguir un empleo aquí y criar a mi hijo tranquila. Ese es mi nuevo propósito.

...

Desde ese día, Declan me ha ido contando como ha sido su vida y yo le conté como fue la mía. – La primera cabeza en salir rodando fue la de John, y puede que suene muy mal pero, me alegro de que esa escoria ya no camine sobre la tierra.- Acepté lo que es, soy la hija de un mafioso cruel y despiadado en sus negocios, pero conmigo es un ángel y no puedo quejarme de eso. Me cuida, está atento a todas mis necesidades y siempre que viaja me deja con Peter para no quedarme sola.

Peter es... Es buena compañía, me acompaña en las tardes de paseo y me hace sonreír. –Hasta que llega la noche y recuerdo a Alexander en su oficina con otra mujer.- Mi padre no me ha preguntado que paso entre nosotros, tengo la sospecha que no quiere herirme o hacerme sentir incomoda o... Sabe la verdad y no quiere mencionármelo. Me ha dicho que puedo ir a donde yo quisiera, cuando en realidad, por primera vez en mi vida, siento que tengo un hogar. Mi hijo crece saludable, sí. Hijo. Es un pequeño y cuando mi padre lo vio en la pantalla lloró de alegría. Yo también lloré al escuchar por primera vez sus latidos, me siento querida y no puedo entender como mi madre dejo a Declan y se metió con una bestia mucho peor. No me fui, me quede aquí y ahora estoy pintando la habitación de Aiden, de color azul cielo mientras siento por primera vez como se mueve dentro de mí.

Recibo noticias de Londres por parte de Peter y lo poco que puedo enterarme de Alexander es que me está buscando por cielo, mar y tierra, hasta mi foto salió en las noticias. Si supiera que estoy a escasas horas...

Puedo caminar por estas tierras tranquila, ya que nadie es capaz de pasar por encima de las órdenes de mi padre. Nadie dirá una sola palabra, jamás.

—Roisin... ¿Por qué lloras?

Peter quedó en venir a ayudarme a pintar y cuando entra a la habitación me encuentra sentada en el suelo con ambas manos en mi pequeña pancita.

No sabía que estaba llorando, supongo es la emoción de sentir a mi pequeño por primera vez. Lo siento otra vez y tomo la mano de Peter cuando se acerca más a mí para que lo sienta también.

—¿Lo sientes? Se mueve, se está moviendo al fin.

Abre sus ojos muy grandes y sonríe pero la cambia enseguida y retira su mano. Pánico... ¿Qué demonios le pasa?

—¿Te duele? ¿Quieres que llame a la doctora? ¿Necesitas alguna cosa? Se pone de pié y toma su móvil y camina nervioso de un lado al otro.

Creo que no quiero que esté conmigo el día del parto en la casa. Demasiado tengo con Declan.

—No, tarado, no me duele y no vas a llamar a la doctora por algo tan normal como un movimiento fetal. Solo quería que sientas como se mueve mi hijo.

Me río de él, y me mira mal.

Relaja sus hombros, la postura nerviosa y la de su rostro también.

—No entiendo cómo diablos se las arreglan ustedes las mujeres para llorar por todo. Lloran por tristeza, por felicidad, POR HAMBRE A LAS CUATRO DE LA MADRUGA —Se exaspera. — Soy muy nuevo en este asunto de convivir con mujeres, ni hablar de una embarazada y créeme, me estresas. Nunca sé con certeza que es lo que te pasa y por qué lloras. ¡Un día vas a matarme de un susto!

Se volvió un buen amigo durante estos meses. Me ha contado la vida de mierda que ha tenido en Chicago, cuando Declan lo encontró en las calles, golpeado y con signos de desnutrición. Solo es dos años mayor que yo pero parece de más edad. ¡Es malditamente enorme! Y así grandote como lo vemos, es... Tierno a su manera.