OH! MÍ GENERAL

La noche pasó y el día llegó, entonces todos fueron llamados por su general para que diera nuevas órdenes y anuncios, dentro de éstas estaba el nombramiento de Lale que sería nombrada como nueva capitana del primer batallón.

—Señores, a partir de hoy hay un integrante más en nuestras filas, como parte de los nuevos reclutas a elegir, está persona fue elegida por mí por su gran capacidad y destreza en batalla. Desde este momento será nombrada como su nueva capitana, primer batallón. Ustedes son nuestro frente en las batallas y confío en que seguirán haciendo un gran trabajo.

Todos quedaron atónitos por dicha declaración, por supuesto que para un hombre era impensable que una mujer y más una pequeña niña, fuera quien los dirigiera. Muchos de ellos demostraron su descontento en sus rostros, pero hubo otros que supieron camuflar su molestia.

Cómo primera orden Lale fue enviada a recorrer todo el Ducado para que conociera los límites y que defendiera esas tierras antes que alguna otra, a menos que fuesen llamados por el emperador. Para la mala fortuna del grupo de Lale, se encontraron con un grupo de bandidos en el transcurso del recorrido.

—Señorita capitana, por favor déjenos esto a nosotros.— Se escuchó, mientras reían burlándose los hombres que iban con Lale.—¡No nos estorbes!— dijo justamente el hombre que intento hacerle daño a Lale la noche anterior. Él solo se quería lucir y hacer ver qué era bueno en el acto de la batalla, pero no se esperaban que los bandidos les hubieran tendido una trampa y los que estaban frente a ellos eran solo la tercera parte de todo su grupo. Cuando los soldados se dieron cuenta era muy tarde porque los bandidos ya los tenían rodeados. La pelea comenzó y los soldados iban perdiendo, Lale solo se quedó mirando haciendo caso omiso a lo que sucedía pues quería que aquellos soldados que intentaron dañarla antes, sufrieran aunque sea un poco. Cuando Lale vió que realmente estaban a punto de morir decidió intervenir, desenvaino su espada y los bandidos que aún eran demasiados solo comenzaron a reírse.

—Miren nada más, la nena quiere jugar un poco— dijo uno de los bandidos burlándose de Lale. —¿Y qué sabe hacer una pobre niñita como tú?, deberías de estar en casa tejiendo o probando un sin fin de vestidos. Para eso están las mujeres.— Proclamó uno más de los bandidos.

—Asi que solo me ven como un niña indefensa, deberían cuidar sus palabras caballeros. No porqué sea una pequeña niña significa que no soy peligrosa.— Dijo Lale al mismo tiempo que comenzó a atacar a los bandidos. Fue venciendo a uno por uno sin darles tiempo de contraatacar, todos estaban al borde de la muerte o inconscientes a excepción del jefe de esos bandidos. A Lale le costó muchísimo poder vencerlo ya que era mucho mejor en la pelea que sus hombres, no paso mucho tiempo para que por fin Lale ganará ese encuentro y así poder continuar con su recorrido. Hizo que un par de soldados ataran a los bandidos que aún se encontraban vivos y que los llevarán ante el general para que dispusiera de ellos.

Cuando Lale y su grupo volvieron de su recorrido se encontraron con una escena horrorosa, pues los bandidos que ella había vencido y que había enviado para que fueran juzgados de acuerdo a la ley, se encontraban todos ejecutados

—Señor, ¿por qué esos hombres fueron ejecutados?. La ley dice que deben ser juzgados y dependiendo de sus delitos serán encarcelados, a menos que se hayan dedicado a matar, no merecían morir.— Grito Lale enfurecida pues esos hombres eran demasiados y habían sido asesinados.

—Capitana, te diré solo una vez esto. Nunca me vuelvas a levantar la vos, aquí el que toma las decisiones soy yo y eso fue lo que hice. Esos hombres eran un peligro para la gente que habita en mis tierras y no pienso arriesgarme. Lo que está podrido ya no tiene remedio y lo mejor es deshacerse de algo peligroso.— Dijo el general de manera firme y contundente.

—Entiendo señor, pero ¿eso realmente era necesario?. Son muchos hombres— comentó Lale algo dudosa de su pregunta pues es un soldado y lo único que debe de hacer es seguir y acatar órdenes. Aunque está acostumbrada a ver a gente muerta, la manera en la que actuó el joven general, no le pareció la adecuada. —Señor retiro lo dicho y acataré lo que usted decida. Con su permiso.

Lale se retiro del lugar y decidió no hacer mucho caso a lo sucedido, pues ella lo que tiene planeado es ayudar a la gente que así lo necesite, aunque era muy extraño para ella como al dar su recorrido y pasar por los lugares supuestamente habitados, no alcanzo a ver a ninguna persona. Estaba segura que tenía que investigar un poco sobre aquel gélido lugar.

A partir de ese día Lale comenzó a entrenar a su batallón y avanzaban poco a poco tratándose de obediencia, porque en entrenamiento físico estaban dentro de lo aceptable, pero no eran buenos obedeciendo a una niña de trece años. Así fueron pasando los días y Lale encontró una manera de que sus hombres le obedecieran y la respetarán. Ella empezó a pelear contra ellos...