Stalker

...Ni siquiera el hombre más listo puede escapar de la muerte. Es lo único seguro desde que naces....

Me recosté un momento en el asiento del auto mientras la chica iba a comprar algunas provisiones para el viaje. Pensé, pensé en qué tanto mi vida había cambiado. En algún punto quise ser biólogo marino. En serio, y suena tonto en este momento mientras conducimos sin marcha atrás.

...Quizás no pueda escapar de la muerte, pero si soy inteligente, haré que la muerte deba esperar por mí....

11:17 P.M

Mis pupilas se contrajeron al ver los agujeros de bala en la cabeza del hombre. Mi vista se agudizó, y volví en mí.

— Levi... Levi... ¡Levi! — Erica gritaba y me empujaba una y otra vez.

Miré mis manos, manchadas con la sangre del hombre que hacía un momento estaba vivo. Ahora sí que era cómplice de un asesinato.

— Erica... Por qué...

— ¡Levi muévete, tenemos que irnos de aquí!

Erica guardó el arma en su pantalón y tiró de mi camisa. Mis piernas reaccionaron solas y corrimos fuera del callejón a toda prisa. Subimos al auto y arranqué fuera de ahí.

— Vamos, vamos, vamos, Levi, métete por esta calle.

Erica se veía notablemente nerviosa. Y no entendía por qué.

— Erica maté a aquel hombre...

— No mataste a nadie, imbécil, nos salvaste de morir, ahora gira aquí.

— Erica, de no ser por mí...

— De no ser por tí no estaríamos vivos, pedazo de retrasado mental. Cállate y conduce.

Erica me guió hasta un punto alto de la ciudad, era algo parecido a una zona rural donde las casas eran antiguas y hacía mucho frío.

— Puedes estacionar aquí.

Obedecí sin más. Era un lugar sólo, había un banco para sentarse bajo una luz que no funcionaba, sólo titilaba de vez en cuando.

Se veía toda la ciudad. De no ser porque acabábamos de matar a alguien ese hubiera sido un gran lugar para pasar el rato.

Erica bajó del auto y tiró la puerta visiblemente molesta.

Mis manos tenían la sangre seca de aquel hombre. Yo era un asesino.

Erica se sentó en el capó del auto, sacó una cajetilla de cigarros de su bolsillo y un encendedor.

Bajé del auto y ella encendió el cigarro. Sus dedos se movían una y otra vez, con frustración.

— Erica...

— Dejamos demasiadas pruebas, debemos volver.

— ¿¡Qué!? ¡No! No voy a regresar allá, ya la policía debe estar metida hasta el fondo en esto.

— Tchs... Escucha, Levi. Quiero ayudarte. Pero si no pones de tu parte, esto no va a funcionar.

— ¿Y de verdad crees que será buena idea volver al lugar de un asesinato? ¿En serio?

Erica gruñó y me dió una bofetada, para luego tirar de mi camisa, haciéndome quedar a centímetros de sus ojos.

— Oye esto que diré, Levi. Soy una asesina perfecta. ¿Entiendes? Puedo dejar el cuerpo ahí y nadie jamás sabrá que fuí yo. Pero, ¿Adivina qué? Tus malditas huellas están en el cuello de aquel hombre, los casquillos de las balas, todo, todo lo dejamos allá.

— ...

Erica me empujó contra el capó.

— Tienes suerte, de haber sido cualquier otra persona estaríamos en problemas serios. Era sólo un matón. La policía no se preocupa por gente como él. Ahora sí debes estar preocupado por tu seguridad. Jonás Lillet sabe que no morimos ahí aunque debimos hacerlo.

— ¿Y qué vamos a hacer?

— ¿Yo? Yo quiero terminar de fumarme este cigarrillo, tú vuelve a tu casa, déjame aquí.

— Pero, Erica, y si... ¿Y si van a buscarme a mi casa?

— Ay, muy tierno, cara bonita está asustado. Pues bien, tienes dos opciones. Una, la tienes aquí mismo — Dijo poniendo en mi mano el arma — Y la otra, irte indefenso a casa de tu perrita. Ya sabes, la hippie.

— Sabes bien que ni siquiera sé disparar...

— Claro, todo lo que quieres es irte a enrollar con el arcoiris andante.

— Hablo en serio, Erica.

— Vete a casa, Levi. Si estás vivo para mañana, sabrás de mí.

Suspiré.

— ¿Todo siempre tiene que ser así? ¿No pudiste simplemente dejarme en paz luego de haberme visto en el callejón?

— ...

Subí al auto y salí de ahí, volviendo a casa.

11:46 P.M

Entré a mi habitación y Reno al verme se alegró, saludándome, como siempre.

Contrario a lo que quizás puedan creer, ese día dormí como si no lo hubiera hecho en años. Ni siquiera soñé, fué como haber parpadeado y despertar en un nuevo día.

7:37 A.M

Desperté, pensé en que estaba vivo, y al recordar todo lo que había pasado en la noche, me aturdí.

Metí el arma en mi mesa de noche y empecé a pensar en qué haría ahora.

Tenía al asesino de Elio. Jonás Lillet. ¿Era buena idea decírselo?

Me serví cereal en un plato, y en el de Reno, su comida.

Saqué la leche de la nevera, y al verter el contenido en el tazón, salió sangre. Líquido casi negro, llenando el plato.

Me sobresalté e inhalé en sorpresa. Miré el cartón de leche y luego el tazón otra vez.

Era leche. Nunca hubo sangre ahí. Froté mis ojos.

Me estaba volviendo loco. Completamente loco.

Dejé el plato en la nevera y me metí a duchar y preparar para la universidad. Quizás yendo a estudiar me sentiría normal de nuevo.

10:00 A.M

Entré a la clase y recibí un mensaje de Mónica, que, sentada tras de mí, me escribía.

— Levi, ¿Estás bien? No he sabido nada de tí desde ayer.

— Sí, todo bien. ¿Por qué?

— Enzo me hizo llegar la invitación de ambos para ir al funeral de Elio...

— No me gustan los funerales...

— Vamos, a nadie le gustan ¿No? Pero, es nuestro amigo, quizás nuestra presencia lo apoye en algo.

— Está bien, ¿Cuándo es?

— Mañana en la noche.

— ¿Tú has hablado con él?

— No responde a los mensajes, ni llamadas, según témpera, que dijo que habló con él, lo único que le dijo fué que no quería hablar con nadie. Pero sí me dió la invitación.

— Está bien, vayamos.

— Tienes muchas ojeras Levi, deberías descansar más.

No respondí.

Mi humor no era el mejor. Y sí, hasta estaba algo paranoico.

3:55 P.M

En este preciso momento, supe que era hombre muerto.

— Antes de irnos, clase, necesito que le den una cálida bienvenida a una nueva compañera. Ingresó tarde, así que será labor de ustedes ayudarla a que se adapte mejor a las clases. ¿Te puedes presentar con tus compañeros?

Una persona que estaba en la primera fila, hasta ahora una persona encapuchada, se puso de pie y se dió la vuelta, quitándose la capucha.

Botas altas, pantalón ceñido, alta, delgada, pálida, de ojos hundidos, capucha y cabello corto y ondulado. Una figura que había estado aterrorizando mi vida, era la misma persona que frente a todos se presentaba ahora.

— Es un gusto compañeros, soy Erica Monaghan.

Tragué saliva.