Atrapando Al Mafioso

Angelo sonríe forzadamente. —¿Muy hombrecito Stephen?— Giada mantiene su mirada firme, no piensa bajar la guardia y darle el gusto a ese hombre, aunque está confusa y quiere saber toda la verdad

—me ves como tú enemiga porque te has podido dar cuenta que soy indomable, asi que evitemos una tragedia, porque estoy segura que no quieres morir— habló Giada con firmeza, mientras que Verro sigue apuntando a su hermano

—hablemos Angelo— pidió Verro suavizando su voz

Angelo es el mismo diablo en persona. —bien, vamos a hablar— baja su arma lentamente hasta llevarla a su cintura, Verro retira su arma

—baja el arma, cisne— ordena Stephen, pero ella tiene su mirada clavada en Angelo —¡Obedece maldición!— Verro se enoja por lo terca que es

—se tus malditas intenciones, se perfectamente que si bajo el arma me vas a disparar, lo se por la forma en que me miras, y por la manera en que aún sostienes tu arma, estás tenso, la maldad brota por tu cuerpo— habló Giada mirando fijamente a Angelo

—¡Está perra ya me harto!— Angelo vuelve a subir su arma, pero Giada no le dió tiempo, porque disparó cerca de su oreja derecha

Dejo helado a todos los hombres. —¡No estoy jugando!— Giada ni tan siquiera parpadea

Ella baja su arma— ahora sí te quedó muy claro que no soy estúpida— guarda ella su arma y alza sus manos en son de paz

Angelo está que la mata y la hace pedacitos.

—vamos, Angelo— pidió Verro agarrándolo del brazo izquierdo para llevarselo

Angelo se suelta de su agarré muy enojado. Los hermanos se marchan, toman distancia para hablar en privado.

Giada por fin respira, literal estaba algo nerviosa, podía morir y todo se iba a acabar, pero esta comprobado que Stephen sí, se interesa en ella, ¿Pero quién realmente es el mafioso maldito?

Ella siente que la están mirando, por lo que se gira y son los hombres que hablan por lo bajo mientras la miran. —¿Se quieren morir, hijos de puta?— gruñó ella y estos hacen silencio, el mexicano, se quita el sombrero como señal de respeto por haber enfrentado al patrón, quizás eso es lo que tiene más enojado a Angelo, haber sido pisoteado por una mujer

—¡Alejate de esa zorra!— ordena Angelo, caminando de un lado a otro

—¡No! Ella se queda conmigo

—¿Te has enamorado acaso, cabron?

—ya has podido ver lo difícil que es esa mujer, me la quiero coger, así que no intervengas— lo sentencia Stephen

—¿Toda esta mierda por una vagi**?

—no es cualquier mujer, todas hacen siempre lo que yo les digo, pero ella no, no se deja, y la quiero llevar a la cama

—¡En cuanto te la folles, la matas! Ella tiene algo que no me agrada Stephen, no somos personas normales

—¡Pero yo tengo todo el puto derecho de tomar mi decisiones! Soy el que pone la cabeza en riesgo, asi que no me vengas con putadas, no vengas a mandar sobre mí

—¿Desde cuándo te estás revelando en mi contra?— Angelo se acerca —¿Se te olvida que estás frente a un hombre que puede destruir tu vida?

—¡Yo también puedo destruir la tuya! Y estoy harto de que quieras hacer lo que se te venga en gana, yo también tengo mi propia vida, y si quieres que esto siga funcionando, en mi vida privada no te metas

Angelo se ríe a carcajadas. —¿Tu vida privada?— continua sonriendo —tú vives y respiras por mí, pase los años que pasen, tú debes bajar la cabeza

Así que te sugiero— Angelo coloca su mano derecha en el hombro de Stephen —que te cojas pronto a esa, zorra y se las lleves a mis bebés cocodrilos ¿Entendido?

Angelo empieza a caminar. —¿Y si no lo hago qué?— se acerca Stephen quedando frente a él

—si no lo haces, tú sabes lo que va a pasar— Angelo sonríe, reluciendo su diente de oro, y continúa su camino.

Stephen pasa saliva, pero vuelve a retomar su compostura. Angelo se acerca a Giada, y ella se queda quieta, pero con una mirada penetrante, él acerca su rostro a la oreja de ella y le susurra —cuando quieras follar, me dices, soy mejor que Stephen en la cama, aunque estoy seguro que muy pronto te tendré en mi cama, gritando como una gata— Angelo sonríe

Giada sintió tantas ganas de agarrarle el torso, y cortarlo, pero tuvo que aguantarse.

—¡Reunión ahora!— ordena Angelo, y se acerca a los asientos, todos obedecen, Giada se acerca.

—¿Vez alguna mujer aquí?— pregunta Angelo cruzando sus piernas, y sacando una paleta de coca, de su blazer

—¿Y a mí qué me importa? Aquí me quedo, pues no vengo a ver una reunión de hombres estúpidos metiendo cocaína, vengo a trabajar, hacer dinero, así que aquí me quedo— ella toma asiento y cruza sus piernas con sensualidad, dejando en vist sus largas piernas, dónde Angelo no pudo evitar verla de manera depravado, mientras que Stephen se sienta al lado de Giada, y coloca su mano en la pierna de ella, marcando territorio, gesto que le molesta a Giada, pero debe jugar bien sus cartas, más, porque él la presento como su mujer.

Giada está analizando mentalmente, todo lo que ha acabado de pasar, ella necesita con urgencia tener respuestas concretas.

Observa cómo Angelo, agarra coca con la llave de su Ferrari e inhala cocaína.

Ella voltea a mirar a Stephen. —¿Qué tanto miras?— pregunta él susurrando

—no eres mi dueño, Stephen— alza ella su mentón

—¿A, no?— la agarra él del cuello y la empieza a besar dejando sus labios adoloridos

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Feliz inicio fin de semana, les deseo un día bendecido, recuerden seguir apoyando. Estamos bajos en me gusta y comentarios, hagan su esfuerzo para que me digan dando ánimos, les informo que a partir del lunes, iniciaré actualización, ya no serán todos los viernes.

Debemos como un equivo elevar está historia, se que repito mucho, pero si no lo hago, las lectoras solo leen y no son capaces de apoyar.