Isadora es una joven dulce perdidamente enamorada de su novio Stavros, en vísperas de su matrimonio ella huye
NovelToon tiene autorización de Eliza Márquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
El gran jefe
Isadora se había dirigido a la habitación donde ella tenía sus pertenecías tomó un albornoz y se lo coloco.
Él siguió detrás de ella como un cachorro buscando un poco de atención.
— ¿Sigues enojada?, pregunto Stavros.
— No, dijo ella mientras abría el refrigerador y se servía un vaso de agua.
Te creo, pero lo que no entiendo es porque no me lo dijiste.
— Porque no quería que te vieras a casarte conmigo por tu familia, como sea ya no habrá negocio.
— ¿No harán negocios?, pregunto ella.
— No, no invertiré tu abuelo me venderá sus acciones y con lo que obtenga de eso salvará el resto. Tengo hambre ¿qué te parece si salimos a cenar?, a no ser que mi bella esposa cocine para mí.
— A ti quien te dijo que tu esposa sabe cocinar, dijo ella sonriéndole.
— Bromeas verdad solo me casé por eso, quería una criada dijo él burlándose.
— Hay señor Kyriakos atrapé al último cavernícola. Te amo dijo ella abrazándolo.
— Yo te amo mucho más y si me llevas a comer te amaré mucho más.
— Está bien iré a cambiarme dijo ella.
Isadora se detuvo frente a sus valijas, y comenzó a buscar que ponerse.
—¿No me digas que aún no has desarmado tus valijas?, pregunto él.
— Llegaron hoy de Grecia, me las envío Agnes respondió Isadora.
— Lo sabía es un maldito viejo ladino, Isadora lo miro sorprendida. Pensé que tu abuelo no sabía dónde estabas.
— Creí que él te había enviado dijo Isadora sorprendida de que su abuelo hubiera guardado silencio.
— No, contrátate una agencia de investigaciones ellos averiguaron que vuelo comercial habías tomado y el permiso del auto que rentaste me trajo hasta aquí. El día que supe que estabas en New York, fui a visitarlo estaba más tranquilo su gran preocupación era no saber si estabas bien, si tenías dinero así que supuse ya sabia donde estabas respondió Stavros.
— Hubiera jurado que te lo había dicho él.
— Él te quiere Isadora, eres su adoración respondió Stavros.
— Pero de un modo egoísta y cuando el amor es egoísta no sirve respondió entonces una duda la invadió ¿Tú sabías que me separo de mis abuelos paternos?, pregunto ella.
— No, ¿por eso estás enojada con él?, pregunto Stavros acercándose a ella.
— Sí, si hubiera sido por él hubiera olvidado a mis padres. Iré a cambiarme dijo ella.
— Prepara un bolso para esta noche, no vamos a regresar de hecho preferiría ya no volver comento Stavros.
— ¿Por qué no?, pregunto ella mirándolo.
— Porque este departamento es de Xandro y no quiero pasar ni un minuto más aquí además necesito alojar a mi personal. Tampoco los puedo dejar parados en el pasillo eternamente.
— Cierras mis valijas traeré el resto dijo ella sin discutir. Minutos después Isadora regreso con un pequeño bolso de mano y unas carpetas las cual guardo en el portafolio.
El teléfono del departamento comenzó a sonar. Isadora levantó él tuvo
— ¿Isadora cariño estás bien?, pregunto su abuela.
— Abuela, perdón me olvidé de avisarte que no iría. Es que surgió un imprevisto dijo Isadora mientras observaba como el rostro de Stavros se tensaba. No, ya no iré surgió algo.
Una barbacoa me parece muy bien. Iré acompañada dijo ella. Te veré el domingo saludos al abuelo dijo Isadora.
— ¿Supongo que soy el imprevisto?, pregunto Stavros.
— No les conté que me había casado, harán una barbacoa el domingo y les presentaré a mi amado esposo dijo ella abrazándolo.
— Odio cuando haces esto dijo él besándola.
— Porque se te olvida que estabas enojado dijo ella sonriéndole.
— Sí, eres un monstruo manipulador dijo Stavros mientras la besaba.
En cuanto llegaron al restaurante él le corrió la silla para qué se sentará.
Las miradas de todas las mujeres presentes se habían concentrado en alguien que estaba a sus espaldas y ella solo sonrió.
Stavros se sentó frente a ella, ignorando las miradas de las féminas que había a su alrededor. A ella le había pasado lo mismo. Cuando lo había conocido. Se había sentido atraída por él como si fuera un imán. Le entraron ganas de gritarles que ya tenía dueña, que no perdieran su tiempo. Por supuesto, no lo hizo. Lo miró a los ojos mientras él estiraba su mano tomaba la suya y se la llevaba a los labios. —¿Cómo te sientes mezclándote con la plebe?, pregunto ella. Stavros miró su alrededor y se encogió de hombros.
—Has sido tú la que ha elegido el lugar. Stavros le hizo una señal a un camarero que obviamente aunque no lo reconoció corrió a atenderlo con una prisa patética. ¿Qué tenía aquel hombre que hacía que todo el mundo se rindiera a sus pies? Se había cambiado de ropa. Ya no llevaba traje sino unos pantalones de pinzas y una camisa de lino, pero aun así seguía teniéndolo todo bajo control, era el magnate griego en todo su esplendor. «El gran jefe», pensó Isadora. Stavros pidió
la comida para los dos conocía muy bien sus gustos, él miró satisfecho como su esposa se comía todo lo que él había ordenado.
— ¿Desde cuándo no cenas?, pregunto él.
— Un par de días no tenía ganas de cocinar y mucho menos de salir. Necesito que hablemos de nuestra visita a mis abuelos el domingo. Stavros la miró y comprendió de inmediato porque había escogido ese lugar. Ellos no son como Vasilios.
— Lo sé Thomas Asher fue empleado administrativo del gobierno por más de treinta años, tu abuela Mary Asher solo se ocupó de su familia. Me extraño que vinieras aquí así que hice mis deberes.
¿Crees que sería grosero con ellos?, pregunto él.
— No, sé que nunca me harías algo así respondió ella. Pero quiero que entiendas que para mi son importante. Sabes lo más me gusta de ellos es que tal vez no tengan millones, pero se tienen un amor tan puro tan respetuoso. Me encantaría llegar a su edad y que tú me mires como ellos se miran respondió Isadora.
— Solo tienes que esperar unos años, no estoy seguro de que tú aun ames a tu viejo esposo, pero créeme yo te amaré igual que hoy.
— No seas tonto, ¿nos vamos a casa?, pregunto ella.
— No me lo pides dos veces amor dijo él pagando la cuenta.
Isadora miró sorprendida al saber que era el dueño del Penthouse.
— ¿Por qué tienes una casa aquí?, pregunto ella.
— Tengo algunas inversiones aquí y me gusta más que llegar a un hotel.
— ¿Y vienes seguido?, pregunto ella.
— No tanto. ¿Quieres una copa?, pregunto él.
— No, me gustaría ir a la cama estoy cansada respondió ella
— Por mí encantado dijo él besándola.
Al día siguiente todo fue mágico para ellos dos.
Isadora estaba encantada en pasar todo el día con su esposo Stavros la acompaño a visitar la tumba de su padre.
— Nunca me habías dicho como pasaron las cosas comento Stavros.
—Quería olvidar que había pasado, que había estado ahí respondió ella.
— No puedo imaginar lo que debes haber sentido eras muy pequeña dijo él abrazándola.
Esa noche Isadora volvió a soñar con esa noche, con esos ojos.
Los gritos de ella sacaron a Stavros de su profundo sueño. Él la despertó y la rodeó entre sus brazos abrazándola con fuerza.