La Experiencia Adquirida

Cuando era niña, Daniela solía colarse en el despacho de su padre para jugar con sus muñecas. Se escondía debajo del escritorio de cedro y pasaba horas ahí. Creía que su padre no se daba cuenta porque nunca la regañaba; conforme iba creciendo se dio cuenta que cuando la encontraba ahí fingía no verla y se sentaba en un enorme sillón reclinable que tenía, ahí fumaba pipa mientras leía un libro, así hasta que su madre les llamaba para cenar. 

Sin duda perder a su padre fue un duro golpe, solo tenía quince años y era muy apegada a su padre, a él podía contarle sobre cualquier problema que tuviera y él siempre sabia que decir. 

Al ver a Gael sentado en ese escritorio, aun así, como estaba, sentado sobre el escritorio y no tras el como debía ser y reafirmando la actitud rebelde que le daba su cabello alborotado de forma intencional al parecer, no pudo evitar pensar en su padre, aunque no había parecido físico, ya que su padre no era alto y era un poco rellenito; Gael en cambio se mantenía en forma; su padre tenía barba y bigote; Gael no se dejaba crecer el bello facial; Gael era un hombre taciturno, mientras que su padre, era muy bromista y platicador, más parecido a Adrián en ese aspecto. Además, Gael era más joven en ese momento de lo que su padre había sido cuando ella era una niña. Pero Gael le inspiraba confianza y seguridad, similar a lo que sentía con su padre, además de ser un hombre inteligente y talentoso, tenia un gran corazón. 

—Hola Dani—la saludo sin sacar la nariz del libro que tenía en las manos, Daniela sabía que libro era, ella había escrito un ensayo para otra clase y había tomado ese libro como bibliografía Memorias de un veterinario; después, Gael se lo pidió prestado y parecía que aún no lo terminaba de leer —está muy interesante —dijo refiriéndose al libro. 

—Si, lo es— se sintió nerviosa de nuevo. 

—¿Qué olvidaste? —sonrió ahora sí mirándola curioso. 

—Nada, lo que pasa es que quiero hablar contigo —Gael se removió en su asiento improvisado, noto que Daniela estaba tensa y se preocupó, pero intento mantener su actitud relajada para darle la confianza de hablar, bajó el libro que estaba leyendo y lo coloco a un lado—. Es algo… personal —. En ese momento y al sentir los ojos de aquel hombre fijos sobre ella, Daniela dudo. No había una relación estrecha entre ellos, cierto que Gael era el mejor amigo de su hermano, pero no el de ella, de cualquier forma y para su propósito, quizás era mejor así. Ya había tomado una decisión y no podía retroceder, no quería. 

—Te escucho. 

—Bueno. Mas bien quiero pedirte un favor — Gael se mantuvo en silencio dándole tiempo para que dijera lo que tenía que decir. —Yo… quiero que aceptes tener una relación conmigo —. Quizá lo dijo un poco bajo, pero sabía que él la había escuchado; espero un momento por la respuesta del hombre quien se mantuvo serio por unos segundos, mirándola fijamente, no era un buen momento para sonrojarse, pero no lo pudo evitar. 

—¿Y Alex? —Daniela se sorprendió por la pregunta. 

—Alex no es mi novio. 

—Si eso lo sé, pero hasta donde se, tú estas muy enamorada de él; puedes corregirme si me equivoco. 

—si lo estoy, lo que pasa es que… —la chica no sabía por dónde empezar. Lo había estado pensando todo el fin de semana, pero en ese momento no sabía que debía decir; ella estaba nerviosa, en cambio Gael estaba tan tranquilo, sin duda Gael era un hombre maduro —. Siento que estoy en desventaja con respecto a él. Es decir… yo no tengo experiencia en el terreno de lo íntimo y pensé que tal vez tú podrías… 

—¿Enseñarte? 

—Si. 

—Además de darle celos a Alex. 

—No eso no, preferiría si fuera posible que fuera un secreto entre tú y yo. —Gael levanto una ceja y luego sonrió; luego rodeo el escritorio para guardar el libro en su maletín. 

—Lo dejaras saber que estas con alguien sin que él sepa quien, eso lo pondrá celoso. —su mirada volvió a estar fija en ella —me estas pidiendo tener un romance secreto para darle celos a Alex y según entiendo obtener experiencia. 

—No espero romance, no pretendo que haya algún compromiso ni atadura. Y lo de poner celoso a Alex, la verdad no he pensado en eso, y no creo que a él le importe mucho, él ya está con alguien más. —Gael pudo notar en el semblante de la chica más derrota y resignación que tristeza. 

—Entonces lo que tú quieres es experimentar conmigo sin compromiso, ni ataduras — repitió las palabras de la chica como si lo dijera para el mismo, como para asimilar lo que estaba escuchando, Daniela no lo notó. A Gael le pareció un poco divertido, Daniela hablaba en un tono que parecía que estuvieran discutiendo sobre una forma en que pudiera mejorar su calificación en su materia y no sobre tener una relación secreta, habría reído mucho si no viera la seriedad en la mirada de la chica —. ¿Por qué yo Dani? 

—Tu eres el hombre en quien más confío y debes tener mucha experiencia —Daniela había logrado controlar su sonrojo, pero después de decir eso su cara volvió a teñirse de rojo. 

—Y ¿qué harías si me niego? —esa pregunta la tomo desprevenida; no se había detenido a pensar bien en esa posibilidad o más bien si, Jenni se lo había dicho, pero esperaba de verdad que él aceptara, en su loca cabeza ella imagino que Gael diría que si después de mucho rogarle. 

—Tendría que buscar a alguien mas. 

—Y ¿Por qué no solo se lo pides a Alex y ya? 

—Ya te dije que el esta con alguien más, y aunque no fuera así, no le se lo pediría a él. Mejor dime si vas a aceptar. 

Daniela permaneció en silencio mientras esperaba la decisión del amigo de su hermano, quien se mantuvo de pie a una distancia prudente mirándola fijamente. A pesar de lo atrevido de su propuesta Daniela se sentía cómoda con él, segura de que su relación seguiría siendo cordial como siempre. No había pensado en el asunto de poner celoso a Alex, pero ya planteado ese punto si sentía cierta emoción. 

Pasaron unos minutos más, hasta que Gael dio unos pasos hasta quedar muy cerca de ella, Daniela aspiraba la fragancia de su colonia para su sorpresa no se sonrojo, aunque su ritmo cardiaco se elevó a niveles peligrosos, creyendo incluso que Gael la tomaría de la cintura, pero no lo hizo, solo puso una mano en su rostro deslizándola hasta su barbilla, lo levanto con cuidado hasta quedar a la altura del suyo. Sus miradas se encontraron y él se inclinó como si fuera a besarla, pero tampoco lo hizo. 

—Acepto, pero con una condición —Gael sonrió de lado, Daniela sabía que él tenía una sonrisa hermosa; pero en ese momento tras el tan esperado “acepto”, esa sonrisa la hizo sentirse como mareada, extraña de alguna manera que no sabía explicar; su voz también parecía haberse oscurecido —. No habrá besos en la boca.