Acron Griffindoh y Cory Freud eran vecinos y fueron compañeros de escuela hasta que un meteorito oscureció el cielo y destruyó su mundo. Obligados a reclutarse a las fuerzas sobrevivientes, fueron asignados a diferentes bases y, a pesar de ser de géneros opuestos, uno alfa y otro omega, entrenaron hasta convertirse en líderes: Acron, un Alfa despiadado, y Cory, un Omega inteligente y ágil.
Cuando sus caminos se cruzan nuevamente en un mundo devastado, lo que empieza como un enfrentamiento se convierte en una lucha por sobrevivir, donde ambos se salvan y, en el proceso, se enamoran. Entre el deber y el peligro, deberán decidir si su amor puede sobrevivir en un planeta que ya no tiene lugar para los sueños, sino que está lleno de escasez y muertes.
NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Nuestra primera vez.
Por un momento, Acron simplemente lo miró, sus ojos llenos de emoción. Luego, asintió lentamente, dejando que Cory se quedara a su lado. Poco después, Cory se inclinó hacia él, rozando sus labios en un beso cargado de necesidad, nerviosismo y entrega. La tensión en Acron pareció disiparse momentáneamente, y sus manos encontraron la cintura de Cory, aferrándose con fuerza.
El calor que emanaba de Acron era abrumador. Cory sintió cómo sus propias inhibiciones se desmoronaban ante las feromonas de Acron, que lo envolvían como una niebla densa e ineludible. Sus manos comenzaron a desabotonar la ropa de Cory, mientras este se dejaba llevar, sin ofrecer resistencia.
El aire en la habitación se volvió más denso, cargado de tensión y deseo. Acron lo guió con firmeza sobre la cama en el rincón, sus pasos resonando sobre el suelo de madera desgastada. Cory lo siguió sin resistencia, sus ojos atrapados en la intensidad de la mirada de Acron, que parecía absorberlo todo, incluso sus pensamientos.
Cuando sus piernas tocaron el borde del colchón, Acron lo empujó suavemente hacia abajo, inclinándose sobre él con una determinación que era casi tangible. Las sombras que bailaban en su rostro bajo la tenue luz apenas lograban ocultar el destello de sus ojos oscuros. Se desnudaron y admiraron cada detalle de sus cuerpos.
—No tienes idea de lo que significas para mí —murmuró Acron, su voz grave y cargada de algo más profundo que el mero deseo.
Antes de que Cory pudiera responder, Acron inclinó la cabeza, y con sus labios roza el cuello de Cory, un toque apenas perceptible que envió un escalofrío por su columna vertebral. Todo eso era nuevo para ambos. Luego, sin previo aviso, hundió sus dientes suavemente en la piel, lo suficiente para marcarlo.
—Acron...duele...duele...mmm...duele mucho—murmura Cory sintiendo como su retaguardia se humedece muchísimo asustándose un poco.
Cory jadeó cuando Acron entro en él, su cuerpo tensado ante la mezcla de dolor y placer. Un calor abrasador se extendió desde el punto donde Acron lo marcó, propagándose por todo su ser. El corazón de Cory latía con fuerza, resonando en sus oídos mientras su respiración se volvía irregular.
El sonido del colchón bajo ellos crujía con cada movimiento, una banda sonora rítmica que acompañaba la escena. El calor de la piel de Acron contra la suya era sofocante, y el sudor comenzaba a acumularse en sus cuerpos, haciendo que sus movimientos fueran más fluidos, casi eléctricos.
—Eres mío —gruñó Acron, su voz ronca y cargada de pasión mientras se separaba apenas lo suficiente para mirar su obra. La marca en el cuello de Cory era un pequeño sello rojo que contrastaba con la palidez de su piel.
Cory levantó una mano temblorosa, tocando el lugar donde Acron lo había mordido. La mirada de Acron siguió el movimiento, y un brillo feroz cruzó sus ojos antes de que volviera a capturar los labios de Cory con los suyos.
El beso era todo menos suave. Era exigente, ardiente, una lucha por el control que ambos sabían que Acron ganaría. Cory se aferró a sus hombros, sintiendo los músculos tensarse bajo sus manos mientras Acron lo sostenía con fuerza, como si temiera que desapareciera si lo soltaba.
El colchón se hundió bajo su peso, crujidos cada vez más intensos acompañando el movimiento frenético de sus cuerpos. Las respiraciones de ambos llenaban el aire, rápidas y entrecortadas, mezclándose con el leve susurro del sudor que resbalaba por su piel mientras las feromonas llenaban el espacio.
Acron deslizó una mano por el costado de Cory, dejando un rastro de fuego en su camino. Sus dedos encontraron la curva de su cintura, apretándola con posesividad antes de moverse hacia arriba, explorando cada centímetro como si estuviera memorizándolo.
—Eres perfecto —murmuró Acron contra sus labios, sus palabras apenas audibles entre sus jadeos.
El calor en la habitación parecía insoportable, pero ninguno de los dos quería detenerse. El colchón chirrió de nuevo cuando Acron cambió de posición, inclinándose sobre Cory con todo su peso. Las gotas de sudor caían de su frente, aterrizando en el pecho de Cory, mezclándose con las suyas.
—Acron... —jadeó Cory, apenas capaz de pronunciar su nombre mientras sentía el calor de su aliento en su oído y al mismo tiempo veía su estómago elevarse en cada estocada.
—Shh... Estoy aquí —respondió Acron, su voz en un ronroneo bajo que envió un escalofrío directo al centro del pecho de Cory.
La intensidad del momento los envolvía por completo, como si nada más existiera fuera de esa habitación. Cada sonido, cada movimiento, cada respiración era una declaración, un recordatorio de que ahora eran uno.
Finalmente, cuando el clímax de su pasión los alcanzó, ambos quedaron tendidos en la cama, sus cuerpos entrelazados, sus respiraciones pesadas llenando el silencio que los rodeaba.
Acron pasó una mano por el cabello húmedo de Cory, apartándolo de su frente antes de dejar un beso suave allí.
—Eres mío —repitió, esta vez con una suavidad que contrastaba con la intensidad anterior.
Cory sonrió débilmente, sus ojos apenas abiertos mientras asentía.
—Y tú eres mío —susurró en respuesta, antes de dejarse caer en el abrazo de Acron, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, estaba exactamente donde debía estar.
La mirada de Acron estaba fija en el cuello de Cory, donde su instinto volvía a clamar por otra mordida. Con un movimiento decidido, inclinó la cabeza y hundió sus dientes suavemente en la piel de Cory, marcándolo como su pareja nueva vez para que no quedara dudas.
El contacto fue electrizante, y Cory jadeó entre sueño, sintiendo cómo la marca sellaba un vínculo entre ellos, uno que no podría deshacerse. Acron, ahora más tranquilo, lo sostuvo con ternura, como si temiera romperlo. Ambos quedaron enredados en el colchón, dejando que el mundo exterior se desvaneciera mientras se entregaban por completo el uno al otro.