— Advertencia —
Es una historia corta.
La trama tiene contenido adulto, se pide discreción.
♡ Sinopsis ♡
Jodie nunca se ha quedado quieta, tiene una energía desbordante y una manera de meterse en donde no la llaman. Cuando se muda a un nuevo edificio, se encuentra con Kai; totalmente opuestos.
Él es reservado, ama el silencio y su rutina inquebrantable, pero su tranquilidad empieza a flaquear cuando Jodie lleva el caos hasta su puerta. ¿Podrá Kay resistirse a sus provocaciones?
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Paciencia cruzada
Me sentí levemente frustrado por no poder ayudarle. Sin embargo, tenía que volver a trabajar en el proyecto y no era el único al que mancharía con una mala calificación si priorizaba otras cosas. Después de terminar el trabajo, mientras revisaba los ajustes finales, decidí enviarle un mensaje.
—Siento no haberte podido ayudar con la computadora, pero no podía dejar el proyecto en ese momento. Si quieres puedo intentar echarle un vistazo ahora mismo.
Habiendo dudado por un momento mientras escribía el mensaje, lo terminé mandando. No podía creer que estaba enviando eso, no es que fuera tan importante ayudar a esa chica, tampoco tenía por qué haberme disculpado, no era mi responsabilidad, no tenía que sentirme mal por no querer haber dejado de lado todo por ayudarle. Sin embargo, ahí estaba tratando de compensarle, quizá era que simplemente me sentía culpable por mis comentarios anteriores. Además, odiaba aún sentirme en deuda con ella. Sea como fuere, no volvería a hacerlo.
—No. No te preocupes, ya la mandé a arreglar.
De todas formas, era la una de la mañana. Es entendible que haya optado por otra opción.
—Ah, entiendo. Bueno, me alegro que la hayas podido arreglar. Espero que funcione bien.
Me clavó el visto rápidamente. Y luego, nada, ningún mensaje de vuelta. Miré la pantalla con incredulidad. Por alguna razón, eso me fastidió y me sentí ridículo. Sentí que había cierto rencor que quería demostrar al responder de forma tajante y después ignorarme. ¿Pero yo qué culpa tenía? Tampoco estaba obligado a estar a su disposición cuando a ella se le antojara. Tenía mis propios problemas. Esto es exactamente lo que me pasaba por intentar ser amable.
No sé si me estaba evadiendo intencionalmente, pero dejé de verla otra vez, al menos no lo hacía tan seguido. Fue así hasta que transcurrió aproximadamente una semana, entonces tuve que interrumpir mis actividades para ir hacia la puerta cuando escuché que la golpeaban. Me sorprendí porque no esperaba visitas, además los golpes eran fuertes e irregulares. Al abrir la puerta, la vi a ella, apenas y podía sostenerse del marco de la puerta.
—Holi —dijo entre risas.
Primero pensé que estaba actuando de manera extraña y que esta chica tenía problemas con su repentino cambio de emociones, me pregunté qué hacía aquí de nuevo. Luego lo noté. Me crucé de brazos, mirándola de pies a cabeza, la rodeaba todo el olor a alcohol.
—Supongo que te divertiste mucho.
Rió, nerviosa.
—Sí, eso creo. Pero bah, no es para tanto —trató de mantenerse erguida, pero es obvio que le era imposible.
—Y veo que has estado bebiendo —murmuré más para mí mismo.
—¿Por qué, Kay? Siempre tienes que ser tan serio y juzgador —replicó alargando y haciendo bailar las palabras— . ¿Qué, tú nunca sales a divertirte?
—¿Qué estás haciendo aquí, a estas horas y en ese estado?
Fingió que analizaba su respuesta poniendo una mano en su mentón mientras miraba el suelo. Luego levantó la cabeza.
—Tal vez un poco de compañía no estaría mal ahora mismo, todos están ocupados ahora. Y comida, definitivamente necesito comida —volvió a reír, y su risa se disolvió tan rápido como vio la seriedad de mi rostro. Suspiró—. Pues, verás. Hay una cosita que me he estado preguntando, y la verdad ya no puedo más con la curiosidad —se balanceó en un solo pie.
La observé con una pizca de molestia y fatiga. Estaba exhibiendo una actitud bastante inmadura. Primero me ignoraba toda la semana y ahora venía hasta acá buscando atención. No sabía qué hacer.
—Bueno. ¿Cuál es esa gran pregunta que no puedes evitar plantearte?
—¿Quién era esa chica que vino aquí el otro día a tu casa, eh? Yo pensaba que no tenías amigos —hizo un gesto de tristeza con la única intención de burlarse.
No puede ser que incluso así esté dispuesta a molestar. ¿Cómo se atrevía a cuestionar mi vida privada de esta manera?
—Una compañera de la universidad. ¿Algo más que quieras saber? Igual no creo que sea de tu incumbencia. No sé a qué viene este interrogatorio.
—Al final yo no vi ningún trabajo. Mentiroso —entrecerró los ojos, dando un paso adelante.
—¿Y por qué lo verías? Estábamos trabajando en la habitación. Obviamente no podías ver lo que hacíamos, y no tengo porqué darte explicaciones de nada.
—¿En la habitación? —el tono de su voz cambió y lo acompañó con una sonrisa. Me di cuenta de cómo se escuchó eso, supuse lo que ella estaba sugiriendo y me hizo sentir incómodo—. Uhm. Ya veo.
—¿Entonces ya has sacado tu curiosidad ahora? ¿Algo más que quieras preguntar o sólo estás aquí para molestarme?
—La verdad, me da mucha —alargó las vocales— curiosidad saber qué hay en tu depa —me empujó y me esquivó para entrar sin permiso.
Era increíblemente atrevida. Le levanté la voz sin darme cuenta.
—¿Qué demonios estás haciendo? No puedes simplemente entrar a mi apartamento así como así. Sal de aquí ahora mismo.
—Oye, no me grites.
—No te estoy gritando —cerré la puerta—. Estoy diciéndote que salgas, no tienes derecho a venir aquí y empezar a revisar mis cosas sólo porque te dio curiosidad.
Dios, parecía que estaba lidiando con una adolescente rebelde.
—Ay, buu. Tranquilo. ¿Por qué no? Deja de ser tan aburrido —siguió caminando por el depa.
Sentí cómo se me tensaban los músculos y cómo mi paciencia se iba desvaneciendo más y más.
—Solo te lo digo una vez más. Te sales o te tendré que sacar a la fuerza. —Se aplastó en mi sofá mientras abría los cajones del armario que estaba a su costado. Caminé hasta donde estaba—. Basta, ¿siquiera me estás escuchando? Te he dicho que te vayas, pero sigues insistiendo en recorrer mi casa como si fuera un tour.
—¿Y tú por qué quieres que me vaya con tanto apuro? ¿Qué pasa, tienes algo que ocultar? ¿Acaso tienes a alguien metido aquí?
—Jodie, entiende que no puedes irrumpir así y empezar a hurgar mis cosas.
Me miró fijo a los ojos, con una mirada desafiante, y de pronto, se levantó y caminó hasta mi habitación, fue más rápida que yo y logró cerrar la puerta. Con llave. Me quedé parado en medio del departamento, incrédulo ante todo su atrevimiento.
Seguía sin poder creer lo que estaba pasando. Sin embargo, me obligué a mantener la calma solo porque comprendí que no estaba en uso completo de sus facultades mentales, pero seguía siendo ella, descarada e imprudente, aún estaba consciente de sus acciones y eso hizo que la impotencia me corroyera lentamente. Ni siquiera intenté golpear la puerta, ni gritar vanamente, eso solo me haría parecer igual de impulsivo. Solo me pase la mano por la cabeza y respiré hondo. Esto ya era demasiado para mí.
Mi atención cambió de foco cuando escuché el timbre de llamada de un teléfono que no era el mío. Me dirigí hacia él, encontrándome con su teléfono. Lo había dejado botado en el mueble, con todo este desastre, faltaba menos. El nombre que aparecía en la pantalla era el de Carlo. Sentí una punzada por querer indagar y abrí la ventana de las notificaciones que aparecían por encima, sin que se desbloqueara el teléfono. Me sorprendí de la cantidad de mensajes que había mandado en cuestión de unos minutos, en lo que parecía un intento de flirteo, las frases eran demasiado obvias. No se visualizaban las respuestas de Jodie, así que no podía ver ese lado de la conversación.
Luego de un momento, volvió a aparecer su nombre en la pantalla. Contesté, dejando que hablara del otro lado de la línea. Estaba intrigado por oír qué tonterías tenía para decirle, pero permaneció en silencio al no obtener respuesta, y colgó abruptamente. Lástima, quería entender qué tan patético podía ser alguien para insistir tanto.
Después de eso, escuche a alguien gritando su nombre. Me quedé en silencio, permitiéndome retorcerme en mi propia incertidumbre. Pero me asomé a ver discretamente por la ventana al ver que no cedía,. Carlo estaba al frente, golpeando su puerta. Presentí que era un ebrio más porque estaba haciendo bastante escándalo, de hecho, me sorprendí de que nadie saliera a reclamarle el bullicio. El tipo parecía tan desesperado y alterado como ella esta noche, se merecían totalmente. Observé un rato más y luego fui a buscar las llaves del cuarto en los cajones de la cocina.
Analicé con extrañeza la situación, ¿habría venido hasta aquí con una excusa barata porque sabía que él iría a buscarla? Sinceramente, no quería saberlo, no era asunto mío. Cuando encontré la llave y abrí el cuarto, estaba tendida en la cama como si nada y ahora sí, inconsciente. Se había dormido. Solté un resoplido, me sentía frustrado, además todavía escuchaba al imbécil de Carlo haciendo gritando su nombre y haciendo ruido con los toques en la puerta en el pasillo, pero no hice nada al respecto. Me fui a dormir al mueble como un perro, deseando que la mañana llegara rápido para poder sacarla de mi apartamento.