Elizabeth es una mujer de veinte años con condiciones de vida precarias, luchando por sugir en una sociedad empeñada a darle la cara difícil de la moneda, trabaja y estudia en la universidad, tiene ua familia numerosa, su madre y sus hermanos, su padre los abandono cuando eran pequeños, por ende su madre siempre fue su apoyo.
Las cosas comienzan a ponerse mas difíciles para Elizabeth cuando una tarde normal de su dia a dia es secuestrada por unos traficantes, luego es llevada a una gran subasta realizada solo para los grandes magnates de la alta sociedad, con ella siendo la pieza principal de dicho evento. Su comprador resulta ser un hombre alto, de cuerpo fornido, quien promete liberarla luego de que esta le pague el costo de su compra con intereses incluidos, mientras el será su dueño.
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CAPITULO 21
Despertó y sintió el cuerpo desnudo de Elizabeth en sus brazos, su piel era suave y su aroma dulce era deliciosos, ¿Qué tan poca voluntad tenia ante esta mujer?, había decidido mantenerse alejado de ella, no alimentar más esos sentimientos y ahora estaba a su lado, dormida luego de toda una noche de pasión, fue una total imprudencia. Estaba en un constante cambio entre la razón y el corazón, terminando en una batalla interna. Sabía que no podía permitir darles rienda suelta a sus sentimientos, eso sería un gesto egoísta llevarla hasta ese estilo de vida, no sería nada justo para ella, pero ¿Cómo sacar un amor que se aferra a seguir allí?, ¿Cómo dar un paso atrás cuando ya pudo sentirla entre sus brazos, dando una entrega total?, sabía lo que debía hacer, pero parecía estar preso por los sentimientos, empujado hacían un abismo de pensamientos que no podía parar de dar vueltas en su mente, sabía que debía olvidarla, dejarla libre, no verla más, pero no quería, sentía miedo de perderla, pánico de que lo odiara y al mismo tiempo, miedo de equivocarse. Era la primera vez en toda su vida que se sentía de esa manera y ya no sabía que debía hacer.
- ¿Frederick? – le dice Elizabeth al despertar y verlo sentado en un rincón de la cama - ¿te sientes bien? – se acerca
- - Elizabeth, yo lamento mucho.
- No digas nada – le dice Elizabeth al instante – no quiero que termines esa oración – el hombre no dejaba de mirar al suelo, no podía verla a la cara.
- Anoche yo – no sabía cómo llevar esa conversación, quería saltar sobre ella, besarla y decirle cuanto la amaba y que no podía estar sin tenerla en su vida, pero nuevamente su conciencia se lo impedía, no quería actuar de forma egoísta y perjudicarla con sus acciones.
- Anoche – dice Elizabeth viendo al hombre – solo cumplía con nuestro contrato.
- ¿Qué dices? – la mira impresionado por sus palabras, obviamente así no fueron las cosas.
- Tal y como escuchaste – su voz era firme – comenzare a cumplir con nuestro contrato.
- Es ilógico lo que dices Elizabeth – no parecía ella, ¿Cómo una mujer tan recatada como Elizabeth estaría aceptando un contrato como ese?, era algo imposible
- ¿Por qué?, tú mismo lo redactaste, ¿recuerdas? – lo mira fijamente - ¿Por qué te impresiona que lo acepte ahora?
- Si ya lo sé, yo mande a redactar ese contrato, pero- estaba entre la espada y la pared, como podría olvidarla, dejarla ir, si seguía probando cada vez mas de ella, sería algo imposible de lograr.
- Pero creíste que no aceptaría – dice Elizabeth – debo admitir que nunca hubiera aceptado tal cosa – lo mira fijamente – pero ahora las cosas han cambiado, quiero mi libertad a toda costa – Frederick solo pudo observar la determinación con la que Elizabeth hablaba – aunque tengo algunas cláusulas que agregar a ese contrato.
- ¿Clausulas, ahora hablas de eso también? – estaba sorprendido por el cambio repentino.
- Sí, quiero que las agregues – dice con firmeza
- ¿Cuáles serían? – le pregunta
- Quiero exclusividad, lo que significa que no puedes dormir con otras mujeres – Frederick ríe
- ¿no te parece eso de una mujer celosa? – le dice riendo.
- Son mis condiciones – le dice
- Muy bien – le dice siguiéndole el juego – creo que puedo cumplir con eso – si supiera que me tiene totalmente en sus manos y es la única para mí - ¿algo más?
- Debemos salir a citas – le dice
- ¿citas? – dice – ¿hablas de ir al cine y demás cosas que hacen las parejas?
- Si- le responde – sé que no somos una pareja, pero no quiero solo acostarme contigo y ya, eso me haría sentir asqueada, así que prefiero que salgamos a citas – le explica, aunque sus mejillas estaban rojas – además, también sería una buena excusa para salir de estas cuatro paredes a distraerme.
- Eso será un poco complicado de cumplir, dado mi agenda ajustada – piensa – pero creo que puedo resolverlo, ¿algo más?
- En el momento en que te acuestes con otra mujer, este contrato se anulara y quedare libre de toda deuda – le dice - ¿aceptas?
- Muy bien Elizabeth tú, ganas – dice sonriendo – acepto todos tus términos, esto será hasta saldar la deuda – sonríe y le extiende la mano.
- Hasta saldar la deuda – estrecha su mano.
- Bien – sonríe y aprieta la mano de la mujer para evitar que huyera - ¿Qué te parece si sellamos este acuerdo? – la hala y le planta un beso introduciendo su lengua, causando espasmos por todo el cuerpo de la mujer.
- Espera, mi cuerpo está cansado, no creo que podría – dice entre gemidos mientras Frederick tocaba su feminidad.
- ¿Qué dices?, no puedo entenderte bien con tus gemidos – le dice sonriendo.
- No puedo, necesito descansar – le dice respirando de forma agitada.
- Niña, déjame enseñarte algo – lame su cuello, saboreando cada centímetro de su piel – no te vistas de rojo si no quieres enfrentarte al toro – toca su pecho con su mano libre
- Espera – dice apartándolo un poco – necesito bañarme, me siento sucia, anoche sude demasiado – le dice en un intento por calmarlo, era como si hubiera encendido algo incontrolable en él.
- Muy bien, si eso quieres – la carga, llevándola hasta el baño y la deja en la ducha.
- ¿Qué haces? – le dice
- Quieres bañarte, ¿no es así? – Elizabeth podía sentir como su erección rozaba atrás, era grande y duro – de esta forma podemos hacer las dos cosas – abre la regadera, el agua corrió por la espalda de la mujer causando un gemido - ¿ves?, así es más fácil – comienza a besar su espalda – yo quería ser bueno – (quería dejarte en libertad, reprimiendo mis sentimientos)– quería cuidar de ti – (me prepare para aceptar que nunca podrías ser mía, por tu bienestar), la besa - pero tú, aun sabiendo mi naturaleza – (te ofreces a mí, derrumbando toda mi resistencia, provocando que pierda mi buen juicio y el control de mis acciones, entonces) – ardamos juntos en este infierno Elizabeth – la embiste.
- Espera – dice gimiendo – estas, muy adentro – no podía pensar claramente, solo podía sentir el placer y la emoción del momento.
- ¿Qué dices?, anoche lo tomaste todo en tu interior – le dice mientras sigue presionando una y otra vez.
- Es que en esta posición – podía sentir claramente como Frederick llegaba hasta el fondo, tocando partes y causando sensaciones que no había sentido antes – Frederick – voltea a verlo de forma suplicante.
- Lo siento Elizabeth, quise mantenerme a raya, pero – la empieza a embestir más duro y con más intensidad – tu liberaste al demonio dormido en mí, así que ahora recibe todo lo que tengo para darte –(Es tu culpa por brindarme algo que no me permitía tener, Esperanza).