¿Qué es lo primero que haces cuando encuentras a alguien herido frente tu puerta? Ver si sigue vivo?, llamar una ambulancia?.
No. Lo primero que Michael hizo fue pensar que era lindo.
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CAP 8
Las palabras resonaron en Michael. Sus ojos, antes aturdidos, se aclararon, aunque aún se sentía incómodo por no saber qué pensar.
Michael sabía que el vampiro no era una buena persona; era aterrador y cruel. Sin embargo...
Tengo miedo. Miedo de lo que esto podría significar. No era como sentirse en el campo de tiro ni como matar en los videojuegos. Era la primera vez que participaba en la muerte de un ser similar a un humano. No es que nunca hubiera visto cadáveres antes, producto de su antigua profesión, pero jamás...
Levantó la vista y su mirada se posó en el peliplateado.
—Necesito pensar... tal vez tomar aire —dijo, tratando de seguir el consejo de Elysian. La ansiedad le hacía desear un cigarrillo o una copa, pero su único vicio era el café.
Elysian frunció el ceño, su decepción palpable. Bajó la mano que había usado para sacarlo de su trance; su mirada, que antes brillaba con calidez, se congeló en sombras por un instante.
—Con el tiempo entenderás... los vampiros son una raza despreciable que no merecen compasión —comentó, dándose la vuelta hacia la puerta de la habitación de Michael.
Antes de salir, se detuvo, como si dudara. Giró y miró a Michael, aún con la mano en el pomo de la puerta.
—Saldremos en un máximo de 30 horas. Prepárate.
Sin esperar respuesta, Elysian se desvaneció de la vista de Michael, dejándolo con palabras no dichas.
—No necesitaba ser tan duro... —murmuró, sintiéndose perdido.
Michael no sabía qué hacer... Podría preocuparse por si era moralmente aceptable matar a un ser pensante o alistar lo que necesitaba para una salida hacia un destino incierto. Pero, en su situación, eso era un lujo. Solo tenía una opción práctica.
—Media hora... —murmuró nuevamente, observando su casa: fragmentos de vidrio por todas partes, manchas de sangre que parecían multiplicarse.
Era un milagro que la policía aún no hubiera llegado. ¿Por qué no lo habían hecho? Aunque no eran tan rápidos, sabía que no eran desobligados. ¿Nadie los había llamado? Tal vez no había sido el vecino más amigable... pero, ¿cómo había podido ignorarse tal estruendo tras la entrada dramática del vampiro? No creo que la chismosa de la señora Mandy se quedara callada.
¿Podría ser esta la razón por la que Elysian dijo que solo nos queda media hora? pensó mientras buscaba una mochila vieja que había dejado en la sala por pereza. Guardó en su interior su teléfono, una laptop, una linterna, el arma que había encontrado tirada, las balas y otras cosas que podrían ser útiles. No había empacado ropa.
—Podría haber traído más cosas si no estuviera él en mi habitación —se quejó, sintiéndose un poco estúpido por haber creído que entendería a Elysian.
Cuando colgó la mochila en un hombro y se dirigió a la cocina, aún quedaban un par de cosas por recoger. Abrió un cajón y tomó sus cuchillos, los embolsó en una tela y los guardó.
—Me siento un poco más seguro así... —bromeó. ¿Dónde lo había dejado...? Buscó en su mente el lugar donde había dejado esa bolsa olvidada desde que renunció a su trabajo. Abrió las puertas de los estantes superiores hasta que lo encontró.
—Sí... aquí estaba... —pensó mientras sacaba la bolsa que contenía algunas cosas de su tiempo como forense, una especie de botiquín improvisado.
Sintió alivio al ver que parte del contenido estaba en buen estado. ¡Qué bien! No me gustaría morir de intoxicación. Se burló, imaginando una situación absurda y dramática donde, después de una huida difícil, necesitara medicina para la gripe, tomara el medicamento y falleciera.
Fue entonces cuando escuchó la voz de Elysian desde la sala.
—Ya es hora... —anunció, apareciendo como una sombra, con una maleta que Michael reconoció como suya, excesivamente llena.
¿Qué habrá guardado ahí? se preguntó mientras ataba la bolsa cerca de su pecho en una de las correas.
—Tú... —estaba por preguntar, cuando Elysian lo interrumpió.
—Veo que estás listo. Vamos —respondió, saliendo con rapidez. Era como si no quisiera responder esa pregunta o lo ignorara. ¿No lo estaba ignorando, verdad?
—¡Hey! ¡Espera! —dijo Michael mientras intentaba seguirle el paso.
¿Por qué siempre actúa sin hablar? criticó el pelinegro.
Cuando ambos atravesaron el umbral de la casa, Michael se preparó para despedirse de aquella casa que alguna vez le trajo malos recuerdos, pero que ahora simbolizaba su estilo de vida anterior.
Dio unos pasos y giró la mirada hacia aquella casa, que aparentaba estar abandonada, y se quedó estático.
—Su apariencia... es igual... ¿cómo es posible? —murmuró incrédulo el pelinegro.
—Es una barrera de interferencia. Evita que pidas ayuda al exterior; lo que se haga dentro o que se rompa allí, la ilusión lo cubre, la clásica dura 30 minutos —explicó Elysian como si recitara un libro de texto. Uno podía imaginar cuánto había estudiado.
—Salimos cuatro minutos antes. Debemos irnos antes de que el efecto se vuelva inútil —informó el peliplateado, mirando a Michael antes de seguir caminando, caminar que Michael siguió.
Le había dado al humano una última vista de su hogar, necesitaba que estuviera animado para que su vínculo lo volviera más fuerte. Por supuesto que él no lo había hecho porque alguna vez había experimentado algo similar, se justificó en sus pensamientos Elysian.